Este fin de semana, antes de iniciar la tradicional procesión de San Genaro en Nápoles (Italia), se anunció que la sangre del santo italiano volvió a licuarse de forma milagrosa, como ha ocurrido en años anteriores.
El sábado 30 de abril a las 5:00 p.m. (hora local), el Arzobispo de
Nápoles, Mons. Domenico Battaglia, ingresó a la Capilla del Tesoro de la
Catedral de Nápoles, abrió la caja fuerte que guarda las reliquias de San
Genero y encontró la
ampolla con su sangre ya licuada,
hecho poco frecuente pero que ya ha ocurrido en el pasado.
“Estoy seguro de que hoy quieres que
nuestras miradas puedan ir más allá de la inmediatez de la señal
admirable de tu sangre, evitando interpretarla en términos auspiciosos.
Entender en cambio el sentido evangélico”, dijo
Mons. Battaglia el 30 de abril.
“Quieres que no nos detengamos en el bulto sólido o
licuado de tu ampolla, sino que tu sangre se convierta en un filtro
para nosotros a través del cual mirar el camino de nuestra ciudad y de toda la
humanidad”, agregó.
Según el Arzobispo de Nápoles, la sangre de San Genaro invita “hoy más que nunca, a trabajar con todos para
detener el flujo de sangre inocente, las manos de los hermanos que arremeten
contra los hermanos, las heridas que desgarran el tejido social”.
Este año, por primera vez desde el inicio de la pandemia de COVID-19, la procesión de las reliquias de San Genaro
se realizó en exteriores. Tanto el busto del santo italiano como las ampollas
con su sangre salieron de la catedral y fueron llevadas en procesión por miles
de personas hasta la Basílica de Santa Chiara.
En dicha basílica, se celebró a las 6:00 p.m. una Misa presidida por el
Arzobispo Battaglia y se elevaron oraciones por la prodigiosa licuefacción de
la sangre.
En su homilía,
el pastor de Nápoles dijo que vivimos en un “tiempo
complejo” y “difícil”, pero que el
milagro de la licuefacción de la sangre “de nuestro
Mártir Genaro” es un “signo luminoso de la
sangre de Aquel que nos amó ofreciéndose por nosotros en la cruz”, y que
“nos remite continuamente a la sangre de tantos
pequeños, inocentes, víctimas del mal, de la violencia, de la mala fama, de la
guerra”.
“¡La sangre todavía fluye! Fluye en nuestra Europa,
en este mundo nuestro, habitado por la insensatez de la guerra, por el odio
fratricida, por la locura del hermano que levanta la mano contra su hermano”, dijo Mons. Battaglia.
No obstante, aseguró que también existe una “sangre
benéfica que continúa fluyendo, una sangre habitada por la sangre misma de
Cristo, una sangre a la que nos remite la sangre del obispo Genaro”.
“Es la sangre de todos los que no se dan por
vencidos, es la sangre de los que no se dan la vuelta , es la sangre de los que
se enrollan las manos para ser un signo de luz y esperanza incluso cuando todo
parece oscuro a su alrededor y sombrío”, agregó.
Durante toda la semana siguiente, en la Capilla del Tesoro (excepto
sábados y domingos) se venerará todos los días el estuche que contiene las
ampollas de la Sangre de San Genaro.
La licuefacción de la sangre de este santo es un fenómeno inexplicable
que se produce tres veces al año: el sábado anterior al primer domingo de mayo,
con motivo de la traslación de los restos del santo a Nápoles; el día de su
fiesta litúrgica, el 19 de septiembre; y el 16 de diciembre, aniversario de la
intercesión de San Genaro para evitar los efectos de la erupción del volcán
Vesubio en el año 1631.
El proceso no siempre se produce del mismo modo: a veces tarda varias horas, o incluso días, en licuarse. En muy pocas ocasiones el milagro no ha ocurrido.
POR DIEGO LÓPEZ
MARINA | ACI Prensa
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