La nota fue publicada el 15 de septiembre 2020 en la página Imágenes e Historias del Perú y el Mundo.
HISTORIAS
REALES DE LAS LÍNEAS DE NAZCA.
-
¿Y tú la conociste, abuelo?
- Sí, yo también la conocí cuando era chiquillo. Pero a diferencia de
mis amigos, yo la saludaba, y cuando ellos la insultaban, yo me quedaba
callado, porque a mí me parecía una buena persona…
-
¿Tus amigos la insultaban? ¿Qué le decían?
- Le gritaban “gringa loca” cuando la veían pasar, porque así se refería
la gente a ella: “ahí pasa la loca de la escoba”. En realidad, no la tratamos
nada bien, porque para todos era solo una loca que barría el desierto, ya que
la veíamos desde temprano con su escoba y su wincha barriendo y midiendo las
arenas, haciendo dibujos incomprensibles y cálculos matemáticos que nadie
entendía.
-
¿No vivía en el pueblo?
- No, vivía alejada, entre las dunas. A nadie le interesaba lo que
hacía, y pese a que nunca nos dijo nada, algunos chicos le teníamos miedo.
Cuando la insultábamos, solo nos miraba en silencio como comprendiendo que solo
éramos unos mocosos malcriados...
-
¿Y qué más pasó?
- Que a los pocos años, gracias a la "gringa loca", el mundo
empezó a conocer las líneas de Nazca; ni nosotros sabíamos lo que teníamos a
pocos metros. Y entonces llegaron otras personas del extranjero a tomar fotos,
y a hacer estudios. Y de pronto el mundo comenzó a interesarse por nuestra
región, el gobierno se preocupó más por nosotros, y llegó la luz, el agua y los
turistas, y se hizo un comercio alrededor gracias al que muchos de nosotros
ahora vivimos mejor que antes… todo gracias a lo que empezó la “gringa loca”.
-
¿Ya murió, no?
El abuelo
abrió una caja y empezó a buscar entre cartas, fotos antiguas y amarillentos
recortes de periódicos.
- Sí. Cuando ya estaba mayor y enferma, tuvo que dejar el desierto para
vivir en el Hotel de Turistas de Nazca, donde estuvo hasta que su salud
empeoró. La llevaron a Lima, donde murió en 1998. Guardé un recorte cuando el
gobierno le otorgó la nacionalidad peruana. Lee fuerte lo que ella dijo de
nosotros, -dijo el abuelo entregándole a su nieto un recorte de periódico
avejentado por el tiempo y señalándole un párrafo.
Carlos
leyó en voz alta.
- "Yo quiero, con mi obra, ser un instrumento para eliminar las
injusticias y para que los peruanos --que son gente de cualidades culturales,
morales y físicas especiales-- recuperen su propia estimación. Yo les digo: yo
soy chola, porque me siento a veces más unida con los cholitos, y sobre todo
ahora que tengo la nacionalidad peruana".
-
¡Qué bonitas palabras!, -dijo Carlos sorprendido-, y si estuviera viva ahora, ¿le hablarías?
El abuelo
no contestó. Pero las dos lágrimas que resbalaban por sus mejillas en
agradecimiento a la loca que barría el desierto, eran sin duda una afirmación.
*Descripción popular de la investigadora alemana
María Victoria Reiche Neumann, descubridora de las míticas Líneas de Nazca*
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