jueves, 28 de abril de 2022

TINKER, TAILOR... KARLA

Mucho se está hablando ahora de las investigaciones del servicio de inteligencia español, el CNI. No veo nada fuera de la ley en lo que ha salido en los medios. Ahora bien, ya lo dije en un post hace tiempo: debe crearse un comité de expertos encargados de auditar al CNI de forma continua y sistemática.

Un comité parlamentario (que es el sistema que se usa también en Estados Unidos) no sirve para ejercer esta función. Tienen que ser profesionales. Un juez para autorizar las intervenciones es un medio adecuado para eso: autorizar o no una intervención. Eso no supone una verdadera vigilancia sobre esa organización.

Ese comité que audite debe estar compuesto por expertos independientes; independientes del CNI y de cualquier formación política. Deben ser estables, pues es un trabajo en el que la experiencia resulta necesaria. Deben tener medios para investigar: eso significa que su status les debe permitir tener los mismos recursos que un juez. Habría que dotar de una cobertura legal a los miembros de este comité, para que la colaboración con sus investigaciones no tenga un carácter voluntario, sino necesario. El que sean cinco, por ejemplo, sus miembros no significa que tengan que hacer ellos mismos, directamente, las investigaciones, sino que podrán pedir la colaboración de servicios policiales y judiciales del Estado.

El problema es quién nombra a estos cinco miembros. Si los nombra el congreso, qué duda cabe que todos los partidos políticos querrán meter a sus políticos allí. Si se pide consenso entre los partidos, lo normal sea que consenso signifique lo mismo que “repartirse la tarta”. Es decir que dos partidos se repartan los puestos a partes iguales. No es fácil cómo resolver este problema.

No hay ningún problema si hay buena voluntad, pero es un problema irresoluble si hay mala voluntad. En mi libro La decadencia de las columnas jónicas, esto está resuelto porque el senado es una cámara independiente de hombres neutrales, una cámara que no representa al Pueblo; algo parecido a lo que en España es el Consejo de Estado. Pero en las democracias usuales ¿qué Poder del Estado escogería al comité que va a investigar al servicio de inteligencia? No, no es nada fácil.

Parece increíble que una democracia prestigiosa como Estados Unidos no ejerza un verdadero control sobre su servicio de inteligencia, pero eso es lo normal en todas partes. Al final, allí, lo único que ha funcionado es la autorregulación, pero no el control de los representantes del Pueblo.

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Es muy importante este asunto, porque lo que el Poder Ejecutivo no puede lograr a través de los jueces, y difícilmente a través de los servicios policiales, lo puede conseguir a través del servicio de inteligencia.  El presidente pone a su hombre al frente de ese cuerpo. Y el director puede crear un grupo especial de hombres de confianza que se encarguen de los asuntos menos limpios. Democracia y servicios de inteligencia siempre es un binomio delicado. Secreto oficial y transparencia democrática son elementos problemáticos. La única solución pienso que es la creación de un comité de hombres independientes.

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De todas maneras, hablo de una organización ideal. Porque qué pobremente se aborda este problema en la mayoría de naciones. El servicio de inteligencia que debe estar al servicio de los intereses de la nación acaba, muy a menudo, trabajando para provecho personal del gobernante.

P. FORTEA

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