Con motivo de la Solemnidad de Pentecostés, que se celebrará este año el domingo 5 de junio, el P. Hans Zavala, sacerdote de la Orden de San Agustín y rector del Colegio Santa Rosa de Chosica (Perú), dio tres sencillos pasos para prepararse y recibir al Espíritu Santo en esta fecha especial.
La Iglesia Católica celebra la fiesta de Pentecostés
cincuenta días después de la Pascua de Resurrección de
Jesucristo, para
conmemorar la Venida del Espíritu Santo
sobre María y los apóstoles.
En Pentecostés, Cristo cumple la promesa que les hizo a los apóstoles de
que Dios Padre enviaría al Espíritu Santo para llenarlos con los dones y
gracias necesarias para llevar la Buena Nueva a todos los pueblos.
El P. Hans Zavala, sacerdote de la Orden de San Agustín
y rector del Colegio Santa Rosa de Chosica (Perú), afirmó a ACI
Prensa que después de la Pascua y de la Navidad,
la fiesta de Pentecostés es muy importante para la vida de todo cristiano, pues
le recuerda su misión evangelizadora en la Iglesia.
En ese sentido, animó a los católicos a prepararse para recibir el
Espíritu Santo en Pentecostés con los siguientes tres pasos o consejos
prácticos:
1. LIMPIA TU ALMA:
RECONCÍLIATE CON DIOS, CONTIGO MISMO Y CON EL PRÓJIMO
El P. Zavala dijo que “si queremos realmente
recibir el Espíritu Santo como ese huésped de nuestras almas, debemos de hacer
lo que toda persona haría cuando viene un visitante a nuestra casa: limpiar la
casa. No podemos recibir a alguien si es que nuestra casa está sucia, y en este
caso, sería limpiar nuestra alma”.
“¿Cómo? Reconcíliate con el Señor, ve al sacramento de la
Reconciliación. Si tienes director espiritual, acércate a él, e
intenta perdonar si es que tú tienes algo en contra de alguien. Limpia toda tu
casa, para que el Espíritu Santo se sienta a gusto viniendo en tu vida y
encuentre una morada limpia y digna para Él”, agregó.
El P. Zavala recordó que “el Espíritu Santo
quiere morar en el corazón de los puros de corazón; no de aquellos que no se
equivocan, sino de los que se reconcilian con Dios, que vuelven a su amistad
con Él”, y que “no tienen ninguna diferencia
con sus hermanos, sino que viven en paz con todo el mundo en cuanto a ellos les
toca”.
2. ADORNA TU ALMA:
PRACTICA UNA VIRTUD CADA SEMANA
El P. Zavala dijo que “después de haber
limpiado la casa y sacado todo lo que no pertenece, no le gusta al Espíritu
Santo o puede hacernos daño, adornamos nuestra alma a través de las virtudes”.
Elige practicar una virtud como la paciencia, la templanza o la
prudencia, u otras, para adornar tu alma, y recuerda que “mientras más virtudes todos los días puedas practicar,
mayores adornos tendrá tu casa”, dijo.
El sacerdote sugirió elegir practicar una virtud cada semana de los
cincuenta días de Pascua. Esfuérzate en practicar esa virtud y verás cómo al
llegar Pentecostés tendrás muchas virtudes y “tu
casa no solamente estará limpia, sino que también estará ordenada”,
señaló.
3. INVITA AL ESPÍRITU
SANTO A MORAR EN TU ALMA CON ESTA ORACIÓN
Finalmente, el P. Zavala animó a “invitar al
Espíritu Santo” a morar en tu alma y “recibirlo
con todo el deseo que tu corazón pueda dar”. “San Agustín decía que nuestro
deseo es nuestra oración, por lo tanto, si deseamos ardientemente al Espíritu Santo
y le pedimos todos los días: ‘Espíritu
Santo ven’, estoy seguro que Él se quedará contigo y dará muchos frutos en
tu vida”, dijo.
El sacerdote sugirió realizar este último paso rezando todos los días
una jaculatoria de esta antigua
oración que recitamos en Pentecostés, o de cualquier himno o
cántico al Espíritu Santo.
Desde ahora, toma una estrofa de este himno y repítelo durante todo el
día como un estribillo en tu mente, “y vas a ver
cómo también tu corazón poco a poco irá invitando al Espíritu Santo para poder
recibirlo, no solamente cuando estés orando en una capilla, sino todo el día”, concluyó.
ORACIÓN RECOMENDADA
¡VEN ESPÍRITU DIVINO! (Secuencia de Pentecostés, el
himno más antiguo)
Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra
las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el
duro trabajo,
brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los
duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del
pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que
tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu
gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo
eterno. Amén.
POR CYNTHIA PÉREZ
| ACI Prensa
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