“Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura”
San Agustín, “la
utilidad del ayuno”
En estos días cuaresmales
libros como el que reseño son especialmente útiles. Todos los años la misma
pregunta ¿por qué no comes carne los viernes de
cuaresma? Y la supuesta sesuda diatriba sobre el sacrificio, el marisco
y otras ideas inteligentísimas de gente que no entienden que alguien pueda
hacer sacrificios voluntariamente.
“El Miércoles de
Ceniza, el Viernes Santo, y todos los viernes, sobre todo los de Cuaresma, son
días que los fieles viven a tope cuando se respetan las tres preciosas y
fundamentales indicaciones del evangelio de Mateo (6,1-6.16-18) que escuchamos
el primer día del tiempo cuaresmal: oración, ayuno, limosna.”
Decía San Ignacio en sus
ejercicios espirituales, “La primera manera (de
hacer penitencia) es acerca del comer; a saber, cuando quitamos lo superfluo,
no es penitencia, sino temperancia; penitencia es cuando quitamos de lo
conveniente, y cuanto más y más, mayor y mejor, solo que no se corrompa el
sujeto ni se siga enfermedad notable.”
En el año 2009 Benedicto XVI
hablaba del valor del ayuno, “En nuestros días,
parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha
adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar
material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo.
Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los
creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide
conformarse a la voluntad de Dios.”
El autor se muestra tajante
sobre aspecto externos del ayuno y la abstinencia. “La
abstinencia de carne representa también una señal distintiva para los
cristianos, que en estos tiempos corremos cada vez más peligro de desaparecer,
nos arriesgamos a caer en la insignificancia. Hoy, en los comedores escolares,
en los aviones e incluso en algunos restaurantes se ofrecen menús especiales
para judíos, musulmanes, vegetarianos… ¡Pero no para nosotros los cristianos!”
“Pensemos en signos exteriores como el ayuno y la abstinencia en Cuaresma;
pensemos también sin más en la señal de la cruz antes de comer. No lo son todo,
es cierto, pero, si los descuidamos y olvidamos, ¿qué signos nos ofrecemos a
nosotros mismos, y a nuestros hijos, a nuestras familias, a las nuevas
generaciones, al mundo? Se abandonan con rapidez, se eliminan, pero en su lugar
tampoco se hace nada. O, peor, otros signos otras iniciativas o costumbres los
suplantan, los reemplazan.”
VIVIANI, G.
¿Por qué ayunar si
no lo entiendo?
Palabra, 2014
Urko
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