–¿Todo?… No entiendo. ¿Todo en su conjunto o cosa por cosa?
–Todo quiere decir
toda criatura: un pajarito que cae en tierra, un suicida que es disuadido de su
intención, un hombre y una mujer que se conocieron en un viaje y que se unen en
santo matrimonio, un perezoso sin ánimo de ir al trabajo a quien Dios le
anima…
Somos
muy torpes para creer de verdad que «en Dios vivimos, nos movemos y
existimos» (Hch
17,28). Disminuimos en nuestro pensamiento la continua asistencia de Dios providente, reduciéndola a esporádicas ayudas, para que así
nos resulte más fácil creer en ella. No alcanzamos a ver nuestra vida cristiana
como un niño que camina siempre llevado de la mano por su Padre. Pero ésta es
la verdad, la que se nos dice en Hch 17,28.
Sigamos, pues, contemplando
los grandes y gloriosos misterios de la Providencia divina.
–PROVIDENCIA MISTERIOSA
«Todo
lo que Dios creó, con su providencia lo conserva y gobierna» (Vaticano I, Denz 3003). Infinito misterio.
DICE EL SEÑOR:
«Yo anuncio
desde el principio lo por venir, y de antemano lo que aún no se ha hecho. Mis
designios se realizan, y toda mi voluntad la realizo… Lo he dicho y haré que
suceda, lo he dispuesto y lo realizaré» (Is 46,9-11).
CONFESAMOS NOSOTROS EN LA FE:
«el Señor reina,
vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder: así está firme el
orbe y no vacila» (Sal 92,1). «Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en
su trono sagrado» (46,9).
¡Todos los días confesamos
varias veces esa verdad de fe!: «por Nuestro Señor Jesucristo, que vive
y reina por los siglos de los siglos. Amén». Pero no acabamos de
enterarnos.
Nuestra fe cree, pero para
ella la Providencia es misterio insondable. Dios interviene
continua e infaliblemente en el orden de causalidades intramundano.
No cae en tierra un pajarito sin la voluntad de Dios (Mt 10,29). Causa el querer y
el obrar bueno
de los hombres según sus designios de amor (Flp 2,13). Infinito misterio.
ASÍ LO AFIRMA EL CATECISMO:
«El testimonio
de la Escritura es unánime: la solicitud de la divina Providencia es
concreta e inmediata; tiene
cuidado de todo, de las cosas más pequeñas hasta los grandes
acontecimientos del mundo y de la historia.
«Las Sagradas
Escrituras afirman con fuerza la soberanía absoluta de Dios en el curso de
los acontecimientos: “nuestro Dios está en los cielos y en la
tierra, y todo cuanto quiere lo realiza” (Sal 115,3). Y de Cristo dice: “Si Él
abre, nadie puede cerrar; si Él cierra, nadie puede abrir” (Ap 3,7). “Hay
muchos proyectos en el corazón del hombre, pero solo el plan de Dios se
realiza” (Prov 19,21)» [303].
Este
misterio es tan grande que muchos cristianos ni se
atreven a contemplarlo y meditarlo. De tal modo que acaban por no pensar en él,
y lo olvidan, viviendo como si no lo creyeran.
+LOS SANTOS SÍ QUE CONTEMPLAN CONTINUAMENTE
ESTE FORMIDABLE MISTERIO, Y EN ÉL FUNDAMENTAN SU ACCIÓN DE GRACIAS, SU
ADORACIÓN DE DIOS, SU CONFIANZA INALTERABLE, SU PAZ Y ALEGRÍA. Y TODOS LOS
CRISTIANOS DEBEMOS IMITARLOS.
Catecismo:
«Así
Santa
Catalina de Siena dice
a “los que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede”: “Todo procede
del amor [de Dios], todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace
nada que no sea con este fin” (Diálogo 4,138)». TODO y siempre.
«Y Santo
Tomás Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija:
“Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo
que nos parezca, es en realidad lo mejor” (Epist.ad Aliciam Allington, VIII-1534)» [313].
Por tanto, hemos de conocer y reconocer el amor de Dios en todo lo que sucede.
Hemos de darle gracias «siempre y en todo lugar». Sin
ningún miedo, sin ninguna duda o restricción mental. Por esa convicción de la
fe «nos
atrevemos a decir» en el Padrenuestro: «Hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo».
+MISTERIOSA, INESCRUTABLE
Todo
es providencia y amor de Dios; y por eso mismo todo es para
nosotros un inmenso misterio.
«¡Qué
insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién conoció el designio del Señor? O ¿quién fue su consejero?» (Rom
11,33-34).
¿Cómo
no va a ser misterioso para nosotros el plan de Dios en cada caso? ¿Cómo vamos a
entender nosotros lo que Dios quiere, hace o permite, es decir, lo que sucede
en el mundo y en la Iglesia?… ¿Entiende un perro lo que hace su amo cuando está
jugando una partida de ajedrez? Pues mucha más distancia hay de la inteligencia divina a la humana, que
de la humana a la animal.
«No son mis
pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos son vuestros caminos, dice el
Señor. Cuanto son los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos
más altos que los vuestros, y por encima de los vuestros, mis pensamientos» (Is 54,8-9).
El
niño pequeño piensa que su madre le está castigando sin causa alguna al ponerle una
inyección, cuando en realidad le está dando más vida y fuerza. El salvaje que entra a
mirar en un quirófano, piensa que un criminal, vestido con bata y con media
cara tapada, está atormentando cruelmente a un pobre hombre atado e indefenso,
abriéndole con un cuchillo las entrañas.
Habrá que explicarle que se
trata de un médico, y que no lo está matando, sino que está salvando la vida de
un enfermo. Y habrá que ver si lo entiende y lo acepta.
Mysteria
semper erunt mysteria. Pero la imposibilidad de «comprender» los
misterios de Dios en su providencia no nos impide investigar a la luz de la
razón y de la fe los modos en que ese gran misterio se produce. Investigar,
meditar y contemplar la Providencia divina, especialmente mirando a Cristo en
la Cruz.
* * *
–DIOS EN SU PROVIDENCIA ORDINARIA
Dios
despliega los planes de su providencia a través de las criaturas inanimadas, que Él sostiene en el ser y
en el actuar, según las leyes que en ellas ha impreso.
«Es una verdad
inseparable de la fe en Dios Creador que Dios actúa en las obras de sus criaturas. Es
la causa primera que opera en y por las causas segundas» (Flp2,13; cf. 1Cor 12,6) [Catecismo
308].
En
cuanto a la criatura libre, el hombre, cuando y como Dios quiere, permite la acción del malvado, o la impide, iluminando su
mente, cambiándole el corazón, paralizando su mano con el terror o la
enfermedad. Y Él impulsa con su gracia a los buenos, para que enseñen la
verdad, para que alerten del error y del mal, frenen los abusos, promuevan el
bien de mil maneras, sosteniéndoles en sus empeños y dándoles perseverancia.
Dios permite que
Saulo persiga a la Iglesia naciente, pero suscita en Pablo, camino de Damasco, una conversión total de mente y
vida.
Catecismo. «Dios
es el Señor soberano de su designio. Pero para su realización se sirve también del concurso de las
criaturas. Esto no es un signo de su debilidad, sino
de la grandeza y bondad de Dios todopoderoso. Porque Dios no da solamente a sus
criaturas la existencia, les da también la dignidad de actuar por sí mismas, de
ser causas y principiios de otras y de coooperar así a la realización de su
designio» (306). «Dios concede a los hombres incluso poder participar libremente en
su providencia, confiándoles la responsabilidad de “someter” la
tierra y dominarla» (307).
Muchas
son las conversiones que Dios realiza en su providencia ordinaria. Loa malos pasan por su gracia a
ser buenos, y lleva a los buenos a ser santos. Del mismo modo
ordinario, también son muchas sus intervenciones en respuesta a las oraciones de petición que se le dirigen. Los sacerdotes
somos testigos privilegiados de estas acciones, que Dios realiza por su gracia
en providencia ordinaria.
La clásica oración
indulgenciada Actiones
nostras quaesumus Domine, expresa bien que la Providencia divina, de
modo ordinario y continuo, asiste con su gracia las obras buenas del cristiano:
«es Dios quien obra en vosotros el querer y el
obrar según su beneplácito» (Flp 2,13).
Así reza esta formidable
oración: «Señor, que tu gracia inspire, sostenga y
acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su
fuente, y tienda siempre a ti, como a su fin» (oración de Laudes del
lunes de 1ª semana del Salterio en Tiempo Ordinario).
Esta traducción litúrgica
española es deficiente. El texto original latino dice «ut
cuncta nostra oratio et operatio»:
para que todas nuestras oraciones y obras». El
«todas» que se omite es muy importante).
* * *
–DIOS EN SU PROVIDENCIA EXTRAORDINARIA
Otras
obras las realiza Dios en providencia extraordinaria. El Señor
convierte, por ejemplo, en un instante de gracia irresistible, la mente y el
corazón de Saulo, que va a
Damasco como perseguidor de los cristianos, cambiándolo en el gran apóstol Pablo.
Por
tanto, todo lo que sucede está dispuesto por Dios en providencia ordinaria o
extraordinaria. Todo, siempre, continuamente.
«¿Quién
puede resistir su voluntad?» (Rm 9,19). Nada escapa a la guía omnipotente de la Providencia divina.
Todos los bienes son causados por Dios, y ningún mal desborda
su permiso, que cuando lo da es siempre para el bien de los que
le aman (Rm 8,28). Nada sorprende o se impone al Señor de la creación y de la
historia.
Dios «ha
hecho al pequeño y al grande, e igualmente cuida de todos» (Sab 6,7).
Nada sucede en este mundo, grande o pequeño –la concepción inmaculada de María
o el asesinato de Jesús en la Cruz, la construcción de una Catedral o el
establecimiento o la caída de un imperio, y por supuesto, los terremotos,
incendios, inundaciones, guerras–…
Nada,
nada acontece sin la voluntad positiva o permisiva de un Dios omnipotente, que nos ama inmensamente y
que todo lo gobierna con sabiduría y amor. Así se contemplaba la Providencia
divina ya en el Antiguo Testamento.
*Yahvé
lo afirma: «El pasado lo predije de
antemano: de mi boca salió y lo anuncié; de pronto lo realicé y sucedió». Y
ahora el futuro «te lo anuncio
de antemano, antes de que te suceda te lo predigo» (Is 48,3-5).
*Y
los fieles lo creemos y lo confesamos: «El Señor
reina, tiemblen las naciones» (Sal 98,1). «El Señor frustra los proyectos de los pueblos, pero el
plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en
edad» (32,11). «El Señor reina, la tierra
goza, se alegran las islas innumerables» (96,1).
¿Quién
podría acusar a Dios, que así nos habla y se nos revela, de
alardear de una acción providente infalible y continua que no tiene?
Confesemos,
pues, con alegría: oh Dios, «tu reinado es un
reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad» (Sal 144,13).
* * *
DIOS GOBIERNA A VECES, EN PROVIDENCIA EXTRAORDINARIA, POR MEDIO DE SUS MILAGROS.
En toda la Biblia, la
Tradición y el Magisterio apostólico se afirma la realidad
histórica de los milagros, así como su fuerza
apologética. Sin embargo, modernamente esas dos cualidades se han
puesto en duda o negado, incluso entre escrituristas y teólogos «católicos». Tal error es muy grave, y prefiero dedicarle el próximo artículo.
* * *
Señor,
«que se alegren los que se acogen a ti con júbilo eterno. Protégelos, para que
se llenen de gozo los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo rodea tu favor» (Sal 5,12-13).
José María Iraburu, sacerdote
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