lunes, 21 de febrero de 2022

RODEADOS POR LAS DUDAS

No nos gustan las dudas, porque provocan falta de claridad.

Por: P. Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net

Dudamos de tantas cosas: de la calidad de este móvil, de la noticia sobre el futuro contrato de un deportista, de la credibilidad del pronóstico sobre el tiempo para mañana, de la fuerza o debilidad de la moneda del propio país.

Dudamos de personas: de la honradez de este político, de la sinceridad de este “amigo”, de la fuerza de voluntad de un familiar a la hora de cumplir su última promesa, de la competencia del médico que asegura que todo saldrá bien con esa operación.

Vivimos rodeados por las dudas. Dudas de poca importancia, si el tema no nos afecta seriamente. Dudas que nos inquietan: no tenemos claridad sobre la fecha del último día para entregar la declaración de impuestos.

De algunas dudas podemos salir con más o menos facilidad. Basta con llamar por teléfono, con consultar páginas “oficiales” de internet, con abrir un libro bien hecho.

Otras dudas se prolongan por más tiempo. ¿Era sincero el jefe de trabajo cuando afirmó que este año no habría despidos en la empresa?

No nos gustan las dudas, porque provocan falta de claridad. Sin claridad, la voluntad no sabe qué opción sea mejor. Sin decisiones, existe el peligro de la parálisis. Y si hay parálisis, el tiempo no perdona: perdimos uno o varios días porque no tomamos a tiempo una resolución importante.

Tampoco nos gustan porque a veces las dudas nos arrastran a tomar decisiones equivocadas. Si no estaba claro qué candidato iba a mejorar el país, votar simplemente según simpatías o intuiciones puede llevarnos a un desengaño amargo.

Por eso, en medio de las confusiones y dudas de la vida, ante noticias hoy confirmadas y mañana desmentidas, anhelamos luz, pistas certeras, ayudas y palabras que descarten lo erróneo, que superen lo oscuro y que nos acerquen hacia la verdad.

NO SOLO QUEREMOS AYUDAS, SINO QUE TAMBIÉN DESEAMOS DAR UNA MANO A OTROS.

Podremos hacerlo en la medida en que caminemos con prudencia y evitemos opciones precipitadas. Sobre todo, si aprendemos a buscar, seriamente, cómo y con quién avanzar, aunque se trate solo de unos centímetros, fuera del asedio de las dudas y más cerca del horizonte de la verdad.

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