El seguimiento de Dios tiene mucho de heroico porque tiene mucho de caminar en la noche.
Pero
las noches de Dios tienen algo muy original: siempre
conducen a las luces de un nuevo día estallante.
Y
es así porque el sufrimiento de la fe engendra pelmas que marchan
obstinadamente, como la mujer cananea, tras de Dios.
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