EXPERIENCIA DE DIOS
Las
bienaventuranzas no son tanto una invitación a la esperanza de una hora feliz
en que se disiparan los sufrimientos de la vida cuanto, sobre todo, una descripción
de la fisonomía íntima de Dios: de sus gustos, de
sus costumbres.
Solo
así se explica que quien ha acogido a Dios en su corazón encuentra en su
interior el clima natural en el que espontáneamente florecen los usos y
costumbres de Dios expresándose al exterior en forma de una vida en paz, en desasimiento
y en alegría.
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