Mi esposo exprime la pasta de dientes del tubo como un niño. Es algo extraño. Debe ser un hábito que nunca dejó de hacer…
Pero yo dejo mis tazas de café y vasos de agua por toda
la casa como una adolescente.
A
veces escupe su pasta de dientes en el espejo
del baño.
Pero yo también dejo los armarios abiertos.
Es
muy malo doblando la ropa sucia.
Y yo, Dejo mis libros y cuadernos esparcidos.
Pero
después de trece años de matrimonio, entendemos que no vale la pena regañar a
la otra persona por estas cosas. No necesitamos mencionarlos ni causar
escándalo. Entonces, limpio su pasta de dientes y él toma todos mis vasos y los pone en el
lavaplatos.
Y
nos agradecemos los unos a los otros por las
cosas que SÍ apreciamos.
Como mi
esposo cerrando las puertas y apagando todas las luces todas las noches antes
de acostarse.
O sacando
la basura.
Y me
agradece (delante de los niños, gracias) por preparar la cena o inscribirlos en
sus actividades.
Ser un
buen compañero de equipo no significa perfección. Significa aceptar los
defectos de los demás por lo que son: los humanos son
humanos.
Los seres
humanos hacen todo lo posible por amarse unos a otros.
Los
humanos cometen errores a diario.
Los
humanos se equivocan y luego limpian.
Lo
que he aprendido en el matrimonio es que un matrimonio imperfecto también puede
ser bastante extraordinario. No a pesar de sus defectos, sino a causa de ellos.
Tomado de: Angela Anagnost-Repke, escritora.
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