Ayer y hoy he estado viendo el primer capítulo de este magnífico documental sobre los últimos años de Pinochet:
https://www.youtube.com/watch?v=PRsEBzCuH70
Todo
dictador tiene que saber que, desde la moral católica, ya no solo el asesinato,
sino la mera prisión injustificada de un ciudadano es pecado grave. No permitir
la libertad de expresión o los derechos políticos es pecado grave.
Un dictador
no es responsable de aquello que no sabía que estaba sucediendo o no lo pudo
evitar; pero si no fue así, es responsable ante Dios y ante la ley humana. El
caos, el desorden, la anarquía no justifican los pecados graves.
El rey
Carlos I de Inglaterra, cuando supo que iba a ser decapitado, siempre afirmó
que su muerte era un castigo de Dios por haber cedido a las presiones para
ordenar la muerte de un inocente unos años antes.
La dictadura
chilena y argentina fueron dictaduras inicuas. No conozco bien el resto de
dictaduras militares hispanoamericanas. Pero para todas ellas vale mismo: nunca se puede encarcelar al inocente. Mucho menos
matarlo o torturarlo. En estas materias no hay margen de comprensión. El
dictador es culpable de lo que ordena o de lo que permite.
La moral
católica es muy clara y nítida a este respecto, sin contar que la misma
suspensión de una democracia es uno de los actos más graves que se pueden
cometer contra el bien común, el bien de los ciudadanos. Los capellanes, los
confesores, los laicos cristianos que estén alrededor de esos generales deben
dejar bien clara la luminosa moral católica ya desde antes de que se produzca
un alzamiento, sin ambigüedades; sin temor a pensar: “Si
le digo la verdad, no querrá hablar más conmigo y perderé toda influencia sobre
él”.
Qué tremenda
responsabilidad ser sacerdote amigo de un general en esas circunstancias.
.....................
Todo esto
nos lleva a interesantes preguntas acerca de los límites de la democracia,
acerca de si hay que regular los estados de excepción absoluta, a qué hacer
cuando solo hay posibilidad de escoger entre un dictador u otro. Según
respondamos a estas preguntas, las consecuencias son unas u otras.
P.
FORTEA
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