LAS “AMAS DE LECHE” ERAN SOLICITADAS MUJERES DE PREFERENCIA DE RAZA NEGRA PARA QUE A LA VEZ CUMPLIERA CON OTRAS FUNCIONES DEL HOGAR
La
lactancia materna es uno de los dotes femeninos más naturales que existe, es la
fuente de alimento principal que todo bebé debe de tener, siendo exclusivamente
dado por la madre. Sin embargo, cuenta la historia que, en los años 1895,
mujeres que se estrenaban como madres de las sociedades ilustradas de Lima no
cumplían con este rol.
Uno de
los motivos principal era por temor a perder su figura física, desgaste
fisiológico y para seguir con sus labores de alta alcurnia. Es así que estas
mujeres de dinero, solicitaban por medio de anuncios en los periódicos,
esclavas y sirvientas –de preferencia de raza negra- que cumplieran con los
requisitos adecuados para cuidar y alimentar al menor recién nacido. De esta
forma, a estas mujeres se las denominaron “amas de
leche” o “nodrizas”. Muchas de ellas,
habían dado a luz recién o tenían niños pequeños quienes aún lactaban.
MAS
RELATOS.
La
costumbre de contratar a mujeres para amamantar a hijos ajenos tenía gran
demanda en la época colonial y el siglo XIX; pero disminuyó en la primera mitad
del siglo XX. Los periódicos constituyeron un terreno propagandístico para
concretar la venta o alquiler de aquellas trabajadoras. Por ejemplo: El Diario
de Lima (06/01/1791) decía: «Venta de dos criadas,
una para ama de leche y otra para jornal, una mulata que sabe coser, planchar y
lavar» y en El Comercio, (31/07/1856) se leía: «Se
ofrece una ama de leche entera sana, de buenas costumbres y con garantías; en
la fresquería plazuela de San Lázaro darán razón».
A
comienzos del virreinato peruano las mujeres indígenas se dedicaban a la
crianza de primeros españoles americanos, a quienes daban de lactar con sus
senos, y más adelante este trabajo fue realizado mayormente por mujeres
esclavas y libres negras, mulatas, y por otras castas. Este hecho, entre otras
cosas, fue usado por los españoles ibéricos para justificar la superioridad que
tenían frente a los criollos, debido a que “absorbieron”
por medio de la leche los “defectos” de
las naciones indígenas y africanas. Esta costumbre de lactancia por alquiler
fue heredada de los europeos desde la Antigüedad, donde era normal que las
mujeres de la aristocracia o acaudaladas contrataran los servicios de las
mujeres campesinas para cumplir el deber de amamantar y alimentar a los bebés,
incluso eran llevados a zonas rurales para que se hagan cargo.
Las leyes
de la metrópoli española prohibieron el empleo de amas de leche a las mujeres
moriscas, judías y heréticas, puesto que se creía que con la ingestión de la
leche materna se transmitían determinadas ideas y costumbres al lactante. De
ahí que las personas de mal temperamento y carácter son explicadas en la
cultura popular por mamar “mala leche”. Cuando
los niños de distinta madre tomaban la leche de una misma mujer eran
denominados “hermanos de leche”.
El
trabajo de amas de leche no se limitó siempre a la lactancia de los bebés, sino
que también comprendía el cuidado durante los primeros años y podía prologarse
por más tiempo. Una familia, no recurría necesariamente a una sola nodriza,
sino que podían recurrir a varias, quienes se sucedían o turnaban para
alimentar y cuidar a la criatura.
Estas
mujeres también eran contratadas en los hospitales y en los alberges de niños
huérfanos. Por ende, las mujeres de recursos bajos vieron que el trabajo de
amas de leche era una tarea fácil y rentable que les permitía salir de la
miseria en que vivían o simplemente para subsistir. Algunas madres alquilaban
los servicios de esclavas de otros dueños para dicho trabajo, ofreciendo
oportunidades ventajosas a estas. El pago por lactancia de bebés y su crianza
pro varios meses, posibilitó a las mujeres esclavas acumular dinero para
comprar su libertad.
Las
ventajas no eran sólo económicas, sino que también sociales. Los amos
satisfechos por el trabajo de amamantamiento y cría de sus bebés otorgaban la
libertad a sus esclavas.
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