El mundo necesita personas honestas.
Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente:
Catholic.net
Tiene su arte: saber torear una pregunta y, en
vez de dar la respuesta, aprovechar cualquier ocasión para difundir las propias
ideas.
Preguntan al político A si existe un plan para
prevenir la falta de agua en varias zonas del país. Responde que el gobierno
mantiene sus compromisos, como se ve en los arreglos de carreteras, y que está
atento a las nuevas necesidades.
Preguntan al político B si su partido, en el
caso de que ganase las elecciones, subiría los impuestos sobre la herencia.
Responde que lo importante es atender las necesidades de las clases más
desfavorecidas y buscar redistribuir la riqueza entre la población.
Preguntan al político C qué haría si se
descubriera un nuevo escándalo en su grupo parlamentario. Responde con ataques
al partido opositor, que estaría lleno de lodo hasta las cejas...
Lo curioso es que a
personas como estas, no solo en el mundo de la política, se les sigue invitando
una y otra vez a entrevistas, encuentros, conferencias, como si su competencia
escurridiza y su habilidad para dejar no respondidas muchas preguntas fuese un
triunfo a exhibir continuamente.
Gracias a Dios, hay políticos, y no políticos,
que afrontan las preguntas serias y lo hacen de modo serio, que responden lo
que saben y reconocen lo que no saben, y que toman nota de lo que necesitan
estudiar para dar en el futuro respuestas adecuadas a cuestionamientos
importantes.
En un mundo donde la imagen
tiene un papel clave para el triunfo de personas con pocos conocimientos
técnicos y con mucha habilidad sofística, da gusto encontrarse otras personas
honestas, capaces de afrontar preguntas difíciles con naturalidad, sencillez,
respeto, y con respuestas adecuadas.
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