La lucha para entrar por la puerta angosta, la única que conduce al cielo.
Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net
"Y recorría ciudades y
aldeas enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Y uno le dijo: Señor, ¿son
pocos los que se salvan?". La
pregunta parece fácil, pero no lo es, pues si dice que Dios es tan bueno que
todos se salvan ¿para qué molestarse en vivir una
vida exigente de amor y evitar el pecado? si, en cambio, son poquísimos
y nadie prácticamente se salva, ¡vivamos
aprovechando los placeres del momento, olvidados del futuro! Jesús va al
centro del problema y les contestó: "Esforzaos
para entrar por la puerta angosta, porque muchos, os digo, intentarán entrar y
no podrán".
La salvación es un don y una tarea. Sin la gracia de Dios nadie puede salvarse,
pero sin el ejercicio de la propia libertad para el bien, tampoco. Aquí reside
el drama de la existencia humana; saber vivir de acuerdo con una libertad
amante y rechazar la libertad esclava del pecado. Esta es, en resumen, la lucha
para entrar por la puerta angosta, la única que conduce al cielo- "Una vez que el dueño de la casa haya entrado y
cerrado la puerta, os quedaréis fuera y empezaréis a golpear la puerta,
diciendo: Señor, ábrenos. Y os responderá: No sé de dónde sois. Entonces
empezaréis a decir: Hemos comido y hemos bebido contigo, y has enseñado en
nuestras plazas. Y os dirá: No sé de dónde sois; apartaos de mí todos los que
obráis la iniquidad. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis
a Abraham y a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios,
mientras que vosotros sois arrojados fuera. Y vendrán de Oriente y de Occidente
y del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Pues hay
últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos" (Lc)
La velada alusión a los fariseos y a los escribas queda reforzada por la
apertura del reino a todos los hombres de todos lo pueblos. El amor a la patria
de los padres, y la conciencia de ser un pueblo elegido por Dios, no puede
llevar a la exclusión de otros pueblos del Dios, creador y redentor de todos
los hombres, sea cual sea su raza y condición.
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