domingo, 17 de octubre de 2021

LOS 127 NUEVOS MÁRTIRES DE CÓRDOBA, YA BEATOS: TAN DIVERSOS QUE EVOCAN LA PROFECÍA DE JOEL

MÁRTIRES SACERDOTES, RELIGIOSOS, LAICOS, NIÑOS, ANCIANOS... LOS PARIENTES, EMOCIONADOS

Más de 3.000 personas acudieron este sábado a las naves de la hermosa mezquita-catedral de Córdoba, con casi 200 sacerdotes y una veintena de obispos, a la ceremonia de beatificación de los 127 nuevos mártires, asesinados en Andalucía en los años de la Guerra Civil.

«Estamos delante de una visión de la historia cuya memoria podrá convertirse en un lugar de evangelización dentro de contextos secularizados», aseguró el cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que presidió la ceremonia.

En su homilía recordó «a 115 hombres y 12 mujeres que murieron con fama de santidad por defender sus principios cristianos y morir perdonando a sus verdugos».

Dijo de los mártires el Prefecto que «es un grupo que nos pone delante una variedad de perfiles humanos, una riqueza y profundidad de espiritualidad, a veces también con profundas raíces en las ciencias teológicas, expresadas en la multiplicidad de las experiencias cotidianas, antes de alcanzar la cima del martirio que sella con su sangre toda la existencia».

Y añadió: «Es como la explosión de Pentecostés, la realización de la profecía de Joel. El Espíritu Santo irrumpe sobre todos»

Tras la lectura del Decreto Pontificio para la Beatificación, se descubrió entre aplausos el tapiz que representa a esta hornada de mártires, mientras el coro interpretaba el Aleluya de Händel. En ese momento, empezó a procesionar la urna con las reliquias de los nuevos Beatos. A las doce de la mañana repicaron las campanas de la catedral y de toda la diócesis celebrando el momento.

EN ROMA, EL PAPA FRANCISCO RECORDÓ A ESTOS MÁRTIRES

Al día siguiente, domingo, durante el rezo del Ángelus, el Papa Francisco mencionó que el sábado “fueron beatificados el sacerdote Juan Elías Medina y 126 compañeros mártires: sacerdotes, religiosas, seminaristas y laicos, asesinados por odio a la fe durante la violenta persecución religiosa de los años 30 en España”. 

“Que su fidelidad nos dé a todos, especialmente a los cristianos perseguidos en distintas partes del mundo, la fuerza para dar un testimonio valiente del Evangelio”, señaló el Papa quien pidió “¡un aplauso para los nuevos Beatos!”.

GRAN DIVERSIDAD DE MÁRTIRES

Vale la pena detenerse en la variedad de tipos humanos que encontramos entre estos mártires que hizo al cardenal referirse a la profecía de Joel ("los ancianos soñarán sueños, los jóvenes tendrán visiones, hasta sobre siervos y siervas derramaré mi Espíritu").

ENTRE LOS NUEVOS MÁRTIRES HAY:

- casi 80 sacerdotes, 5 seminaristas, 3 religiosos franciscanos, una religiosa Hija del Patrocinio de María
- casi 40 laicos, incluyendo dos matrimonios (uno de Villaralto y otro de Puente Genil) y a la farmacéutica de Palma del Río, Blanca de Lucía Ortiz, que fue una de las primeras mujeres farmacéuticas de España (se licenció en 1905) y presidenta de la Acción Católica local.

Entre los asesinados en Córdoba presentados a consideración de la Causa de los Santos había ocho parejas de hermanos, dos hermanos seminaristas de Puente Genil; varios tíos con sus sobrinos; una madre y dos hijas, varias primas... Entre ellos se incluye también Baltasar Torrero Béjar, padre mártir de un sacerdote salesiano mártir beatificado ya en 2007, Antonio Torrero Luque.

Entre los laicos asesinados había varios agricultores, un pequeño comerciante de libros y objetos religiosos, un notario, varios sacristanes... La mayoría pertenecían a la Adoración Nocturna o a la Acción Católica.

El mártir de más edad de este grupo fue la anciana Hija del Patrocinio de María, María del Consuelo González Rodríguez, martirizada en Baena con ochenta y seis años.

LOS FAMILIARES DE LOS MÁRTIRES

El mártir más joven del grupo es Antonio Gaitán Perabad, asesinado en El Carpio, al que le faltaban 6 días para cumplir 16 años. Su hermana, Araceli Gaitán, religiosa de la Institución Teresiana, explicaba en 2010 como quiso acompañar a su padre:

"Cuando sacaban a todos los presos para llevarlos en un camión al paredón del Cementerio, un miliciano –¡forastero!– le dio lástima y le preguntó:

– Niño, ¿tienes madre?
– Sí, señor.
– ¡Vete corriendo con ella!
– ¿Y qué van a hacer con mi padre?
– ¡No te preocupes! ¡Vete!
– Yo no dejo solo a mi padre… donde él vaya, voy yo.

Y ante la posibilidad de librarse de la muerte, eligió ir con su padre y, abrazado a él, murieron todos fusilados”.

Araceli, que se esforzó en buscar testimonios, no ha llegado a vivir para ver la beatificación, pero María Esther Fuertes, su cuñada, viuda de uno de sus hermanos, sí ha podido acudir y ha hablado con el diario ABC: «Sus familiares eran, no de derechas, sino que tenía patrimonio, y vivían de su patrimonio y su trabajo [una tienda] . Hubo alguien que dirigía a quién había matar y a quién no», recuerda.

El periodista Luis Miranda, de ABC, habló también con María José y Lourdes Fuentes García, que acudían por su tío, el beato Francisco García León, al que llamaban Frasquito, y que es el más joven de los beatificados. Tenía 15 años y vivía en Montoro. «Fueron a su casa a por su padre y volvieron a por su tío. Él llevaba un escapulario de la Virgen del Carmen y le dijeron que se lo quitara. Se negó y se lo llevaron», cuentan recordando lo que les relataba su madre, fallecida hace cinco años.

La viuda fue después catequista de la hija de uno de los vigilantes de la prisión anarquista y enseñó a sus hijos a vivir la pérdida sin rencor.

DEL SUPLICIO Y LA TORTURA SE PASA A UN AMOR MÁS GRANDE

Hacia el final de la ceremonia, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, proclamó: «Celebramos con inmenso gozo la Beatificación de los 127 mártires, donde la Iglesia se alegra con los mejores de entre sus hijos que son, por tanto, los que alcanzaron con un amor más grande la gloria del cielo».

«El amor de Cristo ha revolucionado profundamente la historia, transformando el suplicio de la cruz en cauce de redención. La tortura de los mártires ha producido entre nosotros un amor más grande y hoy constatamos una vez más que la vida cristiana es cauce de humanización, reconciliación y de paz para los pueblos», añadió.

P.J.G./ReL

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