JEAN C. LLOYD CUENTA COMO AFRONTÓ SUS HERIDAS Y HOY ES MADRE Y ESPOSA FELIZ
UNA OSCURIDAD QUE NO DEJA DISCERNIR BIEN... Y LA
PRESIÓN QUE PROMETE QUE EL CAMBIO DE SEXO TODO LO ARREGLA
Con tan solo diez años, Jean C.
Lloyd fue víctima de abusos sexuales.
A los 12 años empezó a sentir
atracción sexual por otras mujeres. A los 15 se tomó en serio la idea de
suicidarse. Después, en la universidad se consideró lesbiana. Sin embargo, hoy
es una adulta felizmente casada con un
hombre, es maestra de escuela y madre de dos hijos.
En ReligionEnLibertad ya contamos gran parte de su historia, pero recientemente ella ha querido dar
más datos preocupada por la multiplicación de las "decisiones"
de cambio de sexo.
Su psiquiatra dijo
a su madre que o la pequeña Jean se sometía a un cambio de sexo, o la niña
acabaría suicidándose. Era la forma de presionar para
que solicitara el cambio de sexo.
Su madre no accedió y con el tiempo Jean afrontó sus problemas psico-emocionales con otras
terapias no dañinas. Hoy advierte contra la inercia del cambio de sexo que daña
a muchos mientras se esconden las evidencias del daño que causan.
UN
INTENTO DE SUICIDIO ¿LO JUSTIFICA TODO?
Jean Lloyd recuerda la peor noche
de su vida, su intento de suicidio el 31 de octubre de 1986. Sus conocidos y
familiares celebraban Halloween, pero ella solo contaba los
segundos que le quedaban de vida. Acababa
de tragarse gran parte de los medicamentos de su botiquín.
“Me odiaba
a mí misma y a mi cuerpo. Lo despreciaba, y a medida que me desarrollaba, buscaba una
apariencia masculina, como si se tratase de un escudo”, recuerda en Public Discourse.
Las ideas
suicidas que tuvo durante años, surgían de su deseo de
escapar del pasado. No quería morir, pero
necesitaba ayuda. Ese intento –de1986–
fue como un grito desesperado”, admite.
EL
PSIQUIATRA MENOSPRECIABA EL TEMA DEL ABUSO
Tras el intento de suicidio,
Lloyd comenzó a ser atendida por un psiquiatra al que recuerda con cariño, pero
que no abordó su problema como esperaba.
“Presentarme en el
hospital atiborrada de pastillas hizo que me dieran otras, como
si mi problema estuviera principalmente en mi cerebro”.
Pero Jean sabía que no era así.
Ella solo esperaba y deseaba que saliera a la luz el
abuso sexual que había
sufrido.
“El doctor Richards
y yo no hablábamos sobre ello, pero le insistía a mi madre que la
desesperación tan profunda tenía que provenir de un trauma anterior”, explica.
El doctor Richards descartó el abuso como la raíz de su conflicto interno.
Decretó que había un trauma previo, su inconformidad con su sexo, y le
diagnosticó disforia de género.
Jean era adoptada. Y las
estadísticas que ella maneja señalan que entre los niños
adoptados hay más casos de disforia de
género.
DICEN
A LOS PADRES QUE SI NO APOYAN LA IDENTIDAD TRANS DEL HIJO, SE SUICIDARÁ
La respuesta que le dieron los
médicos a su madre no admitía ninguna duda: “O afirmar mi
identidad trans de inmediato o prepararse para el intento de suicidio
definitivo”, el intento
que no fallaría.
Jean lo considera una medicina corrupta.
“Los padres
son engañados por un establishment médico
deshonesto, partidario de la reafirmación sexual, en el que las motivaciones económicas e
ideológicas anulan las buenas prácticas clínicas”, denuncia.
Cada vez más médicos hoy, en vez
de investigar y curar las causas de la disforia, enseguida aplican bloqueadores de la pubertad a menores.
“Cuando estos
médicos tienen pacientes que presentan conflictos de identidad de género, es
posible que ni si quiera planteen la pregunta de `¿por qué está pasando esto?´, por considerarla irrelevante y
en conflicto con la `autonomía del paciente´”.
EL
CAMBIO DE SEXO ESTÁ "EMPODERADO"... Y A LOS PADRES LES QUITAN TODO
PODER
Jean cita al psiquiatra Stephen
Levine para recordar que el entusiasmo por el cambio de sexo intenta ocultar
las consecuencias... y a los arrepentidos ya irremediablemente dañados y
mutilados. “La pasión del hoy puede ser el
arrepentimiento del mañana. Hacer un diagnóstico de la disforia es fácil,
pero pensar en la respuesta, no”, recuerda.
Jean denuncia que las escuelas y las redes sociales también se han subido al tren de alabar
el cambio de sexo como la solución a todos los problemas.
Y mientras, “los
padres preocupados están
siendo desplazados. Ellos no están empoderados”, explica. “La
afirmación de género sí”.
BUSCAR
DE VERDAD LA RAÍZ PSÍQUICA DEL PROBLEMA
Jean fue protegida por su madre y
no se sometió a un cambio de sexo. Pasaron los años y decidió afrontar sus
problemas emocionales y psíquicos en serio, buscar otro profesional que la
ayudara.
“A los veintiséis
años, estaba viendo a otro terapeuta, llorando desconsoladamente, diciéndole
que, finalmente, era hora de abordar el abuso sexual. Mis
lágrimas, tanto tiempo reprimidas, finalmente salían a la luz, enfrentando cosas
que no podía cambiar y encontrando el valor para sufrir”.
Poder afrontar la
verdad, mencionarla,
fue lo que empezó su sanación.
Diez años después, se comprometió con el hombre que hoy es su esposo y padre de sus dos hijos.
A día de hoy, se estremece ante “la sola idea de tomar decisiones a los
dieciséis años que hubieran
hecho imposible esta vida, especialmente a mis dos hijos”.
INFORMES
SESGADOS Y MÉDICOS SIN ESCRÚPULOS
Para Jean, su vida es la prueba
de “la distancia que hay entre los informes
sesgados” que se ofrecen al público de los resultados de la reasignación
y “los de una vida lograda, como casarse, tener
hijos o relaciones familiares duraderas”.
Menciona, además, que entre los
que han visto rechazada su petición de cambio de sexo no consta que haya más
amenazas de suicidio. “La mayoría –según los
estudios– no se arrepintió de no haber realizado la transición, y encontró otras
formas de lidiar con su problema de género hasta el punto de
reducirla”, explica.
Tras una vida dedicada a estudiar
las consecuencias del cambio de sexo y la afirmación trans, ve con claridad el
gran daño que causa.
“Los médicos
partidarios de la transición ya no pueden decirle a padres e
hijos: `Lo sentimos, desconocíamos las consecuencias´. Ellos lo
saben, y lo hacen de todos modos”.
“Cuando la práctica
clínica esta moldeada por influencias políticas y un optimismo y confianza ciegas, los médicos se
convierten en divulgadores de la transición. Se engaña a los padres con
`certezas científicas´ y se les intimida en caso
de mostrar preocupación”.
Y a los niños se
les amenaza con un futuro teóricamente oscuro. Un futuro “muy diferente al que yo no
podía imaginar a los dieciséis años, y que finalmente he tenido la suerte de
disfrutar”, concluye.
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