El libro de Tobías en el Antiguo Testamento relata cómo San Rafael Arcángel ayuda a Tobías a desposar a Sara, una mujer cuyos maridos fallecían por un demonio que los atormentaba la noche de bodas.
Cierto día Tobit, un judío fiel a la ley de Dios que había quedado
ciego, discutió con su esposa Ana y se llenó de aflicción, pidiéndole al Señor
que le permitiera morir.
De igual manera Sara, una joven que tuvo siete esposos y que murieron en
la noche de bodas por culpa de un demonio que estaba enamorado de ella, también
rogaba a Dios la muerte o que el Señor se compadeciera de ella. Entonces Dios
acogió las dos plegarias y envió al Arcángel Rafael a ayudarlos.
Tobit se acordó del dinero que había dejado con un amigo en otra ciudad
y envió a su hijo Tobías a recuperarlo. Pero antes le pidió que busque un guía
de camino y de esta manera Tobías se encontró con San Rafael, quien de manera
incógnita se hizo pasar por un tal Azarías que conocía el camino.
Ambos partieron y al llegar a un río, Tobías bajó a lavarse los pies. De
pronto saltó del agua un gran pez que intentó morderle el pie. El ángel le dijo
que lo agarrara y que le sacara la hiel, el corazón y el hígado porque eran
útiles como remedios. Luego, en el camino, el muchacho le preguntó al ángel
sobre los efectos curativos de estos elementos.
El incógnito espíritu celestial le respondió que al quemar el corazón o
el hígado del pez ante un hombre o mujer atacados por un demonio o espíritu
maligno, cesan los ataques y desaparecen para siempre. Mientras que la hiel
servía para ungir los ojos afectados de manchas blancas y que bastaba con
soplar sobre ellas, para que se curasen.
Más adelante, cerca ya a su destino, Rafael le habló a Tobías sobre
Sara, quien era su pariente y que según la ley le correspondía como futura
esposa. Tobías, sin embargo, le contó de la terrible desgracia que había caído
sobre ella y el ángel le indicó que no se preocupara por el demonio. Así lo
animó a casarse con Sara.
Luego le aconsejó que cuando él y Sara estuvieran en su habitación,
tomara una parte del hígado y del corazón del pez para colocarlos sobre el
brasero de los perfumes. De esta manera se extendería el olor y el maligno
huiría para siempre. Asimismo le indicó que antes de tener relaciones, los dos
oraran para obtener la misericordia y la salvación de Dios.
Al llegar a casa de Sara, los padres de la joven se enteraron que Tobías
era hijo de su pariente Tobit y después de conversar entre ellos, el papá le
entregó por esposa a su hija y redactó el contrato matrimonial.
Luego de celebrar, decidieron todos ir a descansar. Entonces Tobías
entró con Sara en una habitación e hicieron lo que Rafael le había aconsejado
al joven. El olor del hígado y del corazón del pez sobre el brasero
efectivamente espantaron al demonio, que fue atrapado y encadenado por el
Arcángel, y los nuevos esposos oraron a Dios por su matrimonio.
Al día siguiente todos festejaron que Tobías no había muerto y
continuaron las celebraciones por la unión de los esposos. Tobías le pidió a
Rafael que fuera a reclamar el dinero de su padre y más adelante los dos, junto
a Sara, los servidores y animales que el papá de ella les había dado, partieron
a casa de Tobit.
Antes de llegar, Rafael le dijo a Tobías para adelantarse y preparar la
casa para recibir a Sara. El Arcángel le indicó al joven que untara los ojos de
su padre con la hiel del pez y de esta manera Tobit pudo recuperar la vista,
para alegría de toda la familia.
Finalmente Tobit alabó al Señor y a sus ángeles, conoció a su nuera Sara
y celebraron todos. Cuando Tobit y Tobías quisieron pagar por sus servicios al
incógnito consejero, el espíritu celestial los llevó aparte y se reveló ante
ellos como Rafael, uno de los siete ángeles delante de la gloria del Señor,
enviado por Dios para ayudarlos.
Antes de subir al cielo, San Rafael les dijo que pusieran todo por
escrito y ellos, llenos de alegría, bendijeron a Dios por haber obrado
maravillas.
LECTURA PARA EL
MATRIMONIO
También, del Libro de Tobías se toman algunos pasajes para la primera
lectura de la Misa de celebración del
sacramento del Matrimonio.
El pasaje exacto está en Tobías 8, 5-10 y es el
siguiente:
Ella se levantó, y los dos se pusieron a orar para alcanzar la
salvación. Él comenzó así:
"¡Bendito seas, Dios de nuestros padres, y
bendito sea tu Nombre por todos los siglos de los siglos! ¡Que te bendigan los
cielos y todas tus criaturas por todos los siglos! Tú creaste a Adán e hiciste a Eva, su mujer, para que le sirviera de
ayuda y de apoyo, y de ellos dos nació el género humano. Tú mismo dijiste: 'No conviene que el hombre esté solo. Hagámosle una ayuda
semejante a él'. Yo ahora tomo por esposa a esta hermana mía, no
para satisfacer una pasión desordenada, sino para constituir un verdadero
matrimonio. ¡Ten misericordia de ella y de mí, y
concédenos llegar juntos a la vejez!". Ambos dijeron: "¡Amén, amén!", y se acostaron a
dormir.
Redacción ACI
Prensa
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