Qué distinto es interpretar la Biblia solo o consultando a un entendido. Si uno no sabe y no consulta a nadie, puede equivocarse al interpretar la Biblia. El libre examen de la Biblia dentro del protestantismo ha creado el mayor libertinaje interpretativo
Por: P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá | Fuente:
Para dar razón de nuestra Esperanza, sepa defender su Fe
El otro día leí un cuento de una muchacha de muy
hermosos ojos y que por tal razón era admirada y perseguida por los hombres. En
esta historia de ciencia ficción se decía que sus ojos, para ella, eran ocasión
de pecar; y como esta niña leía todos los días la Biblia, un día leyó esta
frase: «Si tu ojo te hace pecar, sácatelo» (Mt.
5, 29), y entonces ella tomó una fatal determinación: se
echó un ácido en sus ojos para que se le quemaran y así perdió la vista para siempre...
Esto no es más que un cuento que fue imaginado
por un novelista con el fin de demostrar lo que puede pasar al interpretar la
Biblia al pie de la letra y sin consultar a nadie. Supongamos que el ejemplo es
cierto. Si la niña hubiera preguntado a un sacerdote católico, éste le habría
dicho que esa frase de la Biblia no se tiene que interpretar así, sino que se
trata de una figura literaria.
Lo que nos quiere decir Jesús aquí es que cuando hay algo que uno ama mucho y
ese algo tan precioso es ocasión de pecar hay que renunciar a eso. Por ejemplo:
renunciar a una amistad peligrosa, dejar un negocio
sucio, etc., y eso aunque nos cueste mucho... Pero Jesús en ningún
momento nos quiere decir que tengamos que mutilar nuestro cuerpo, que está
creado a imagen y semejanza de Dios.
Qué distinto es interpretar la Biblia solo o
consultando a un entendido. Si uno no sabe y no consulta a nadie, puede
equivocarse al interpretar la Biblia. Y si el que no sabe le enseña otro es
como un ciego que guía a otro ciego. Los dos van al abismo (Mt. 15,14).
Queridos hermanos, este hecho es una simple fantasía de un escritor. Pero todos
hemos conocido en nuestro tiempo fanáticos seguidores de sectas protestantes
que han llegado a un suicidio colectivo con la Biblia en la mano...
Es muy importante tener criterios claros para
interpretar bien la Biblia. En esta carta les voy a explicar con qué distinta
mentalidad los católicos y los protestantes leen la Biblia. Es un tema algo
difícil, pero es un punto en el que se diferencian fundamentalmente los
católicos de los protestantes. En nuestra explicación no queremos ofender a
nadie. Toda persona merece nuestro respeto y es digna de que la amemos, como
Cristo nos ama a nosotros. Pero sí que queremos buscar la verdad, ya que los
errores merecen siempre nuestro repudio. «La verdad
nos hará libres».
Entendemos como «mentalidad bíblica» el
criterio, o el modo de pensar, con que normalmente se interpreta la Biblia.
Primeramente expliquemos la mentalidad bíblica de los católicos y luego la
mentalidad de los protestantes, para finalmente dar algunas pautas para hacer
juntos una lectura bíblica.
1. MENTALIDAD BÍBLICA
CATÓLICA
ES UNA MENTALIDAD HISTÓRICO-CRÍTICA.
El católico, con un profundo sentido de fe y de oración, ha valorizado en todo
tiempo el estudio serio de la Biblia. Este estudio aprovecha los aportes de
varias generaciones, y da un serio fundamento a nuestra espiritualidad bíblica.
Quiere decir que no es nada fácil comenzar a estudiar la Biblia. Ello implica
un mundo de conocimientos. La Iglesia Católica está consciente de que leer la
Biblia, sin una adecuada preparación, es tentar a Dios. Hay que prepararse para
leerla. Si no, puede suceder cualquier cosa. Así lo enseña la historia. Una
persona que sabe poca historia y poca geografía y no tiene costumbre de ubicar
lo que lee en su contexto propio, puede, con la Biblia en la mano, decir
grandes barbaridades.
UN ESTUDIO SERIO DE LA BIBLIA
EXIGE
1. Conocer del mejor modo posible el texto sagrado,
en su lengua original o en sus traducciones, y mantenerse razonablemente fiel
al texto.
2. Conocer el origen, la formación y la transmisión de los libros sagrados; sus
muy variados estilos literarios y el contexto histórico en que se escribieron.
3. Exige también conocer los condicionamientos culturales propios de la época
en los que se encarnan y se transmiten la Palabra de Dios. Sin duda muchos
elementos culturales de aquella época son relativos, cambiables y mejorables.
4. Exige ver la diferencia radical, aunque complementaria entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento ya que hay una gran evolución y cambios doctrinales entre el
A.T. y el N.T.
5. Exige ver toda la Biblia como camino hacia la plenitud en Cristo. Es lo que
se llama el Cristocentrismo bíblico. Hay una infinidad de problemas que exigen
al estudioso de la Biblia ser humilde y alegre, convencido de que el estudio de
la Biblia es difícil, y a la vez, fascinante e inagotable
¿QUÉ SIGNIFICA TENER
MENTALIDAD ECLESIAL?
Quiere decir que el católico recibe e interpreta la Biblia dentro de la
comunidad del Pueblo de Dios, dentro de la Tradición divino-apostólica, viva e
histórica que es la Iglesia. Y eso no es por capricho o devocionismo tonto,
sino porque así lo exige la naturaleza de la Biblia. Porque la Biblia no es un
libro extraño caído repentinamente de cielo. El libro sagrado nació y se formó
lentamente dentro de una larga tradición, dentro de la comunidad del Pueblo de
Dios en el Antiguo Testamento y dentro de la comunidad de la Iglesia primitiva.
De hecho la Iglesia podría vivir sin Biblia escrita, aunque no sin su mensaje
divino, sin su Palabra, sin su Evangelio y sin Cristo presente en la comunidad.
Es decir, antes que existiera la Biblia escrita, ya había una Tradición viva
del mensaje divino en la predicación, en la catequesis, en la liturgia y en la
vida de los primeros cristianos.
Es por eso que no podemos prescindir de la
Tradición, del modo como vivieron, interpretaron y defendieron la Biblia nuestros
mayores en la fe. Somos sus herederos.
Hay más todavía, la expresión y la garantía de la interpretación auténtica de
la Biblia, dentro de la Iglesia, concierne de modo particular al Magisterio
oficial de la Iglesia (al Papa y a los obispos, que son los legítimos sucesores
de los Apóstoles) (Mt. 16,19; Mt. 18,18).
Sentir con toda esta Tradición viva es, pues,
sentir con la Iglesia, es tener mentalidad eclesial. No se trata de un tema
fácil, pero tampoco, por ser difícil, se va a dejar a un lado esta tradición
eclesial.
Esto tampoco nos impide la iniciativa personal en el estudio y reflexión de la
Biblia. Al contrario, más bien nos incentiva, nos da amplitud y seguridad en
nuestra lectura bíblica. La mentalidad eclesial católica rechaza, por tanto, la
interpretación de la Biblia, a solas o en grupo, en forma independiente y
absoluta al margen de la Iglesia.
Advertimos que esta mentalidad eclesial, a veces, se torna dificultosa
especialmente cuando se trata de inculturar el Evangelio en pueblos que han
vivido ajenos a la tradición y cultura cristiana. Esta inculturación del
Evangelio exige la originalidad del mensaje bíblico aterrizado a su propia
cultura, libre de condicionamientos y de ataduras culturales extrañas. Nunca la
Biblia puede ser un pretexto para destruir una cultura.
LA MENTALIDAD BÍBLICA
PROTESTANTE
El protestantismo nació en Alemania cuando Martín Lutero, sacerdote católico
alemán, se separó de la Iglesia Católica en 1517. Hoy tan sólo en Europa y
América hay más de 600 diversas Iglesias protestantes con enormes diferencias
de doctrinas y de régimen.
¿DE DÓNDE NACE EL
DIVISIONISMO PROTESTANTE?
Del famoso: ¡Sólo la Biblia!, y de la interpretación personal de la Biblia.
La raíz de tantas divisiones en las Iglesias protestantes está en la mentalidad
con que el protestante lee e interpreta la Biblia. El protestante, en general,
tiene este criterio para leer la Biblia: ¡Sólo la
Biblia!, y su interpretación es personal.
El protestante, hablando en general, cree que la sola Biblia contiene y
manifiesta por sí misma toda la revelación de Dios. No necesita de la Tradición
viva de la Iglesia. La Biblia, por ser Palabra de Dios, es inteligible por sí
misma. La iluminación que el Espíritu Santo pone en el corazón de cada uno
-dice- basta para interpretar correctamente la Palabra de Dios. Y así, por
principio y en general, el protestante prescinde de la Tradición de la Iglesia,
de la historia de la Biblia y de su complejidad humana.
Esto es un grave error desde la perspectiva bíblica católica. Pero eso no quita
que este amor por la Biblia haya producido entre los protestantes grandes
biblistas de fama internacional, y ha impulsado a muchos dentro del
protestantismo a «vivir el Evangelio» y «a seguir a Cristo», de mil formas auténticamente
cristianas, y con inmensa libertad de espíritu, muy en la línea de San Pablo y
de San Francisco de Asís.
¿ES SUFICIENTE LA SOLA
BIBLIA?
La exagerada concepción de la sola Biblia ha llevado al protestantismo a
difundir la Biblia como sea, por millones, en ediciones sin ninguna explicación
orientadora, dejando la interpretación a gusto del lector. Con igual criterio,
se ha traducido la Biblia precipitadamente a otras culturas o lenguas aborígenes
e insuficientemente conocidas, originando innumerables nuevas y diversas
Iglesias autóctonas, sincretistas e indefinibles. (Se dice que en África han
surgido ya más de 2.000 nuevas y diversas Iglesias protestantes, autóctonas, y
que algo muy parecido está sucediendo en Asia).
El libre examen de la Biblia dentro del protestantismo ha creado el mayor
libertinaje interpretativo. Muchos han entendido la inspiración bíblica en
forma verbal y literal, cayendo en un fundamentalismo bíblico totalmente
desfasado. Otros han juzgado la Biblia como un libro meramente humano. Han
pululado predicadores del Evangelio independientes, sin ninguna filiación
eclesial. Se ha caído en el «biblismo» y en
el «bibliocentrismo» (absolutización de la
Biblia), y hasta en «bibliolatrías» (culto
idolátrico a la Biblia).
En el siglo pasado proliferaron, especialmente
en Estados Unidos, Iglesias escatológicas, sobrevalorando casi exclusivamente
el libro del Apocalipsis, fijando fechas para el fin del mundo, señalando con
el dedo al Anticristo, proclamando exactamente cuántos y quiénes se van a
salvar y excluyendo al resto del mundo, cristianos o no, como paganos y
abominables...
En fin, con la Biblia en la mano se ha llegado a
actitudes realmente fanáticas, totalmente antiecuménicas, esclavizantes e
irracionales. Por eso un poeta dijo con desprecio y con burla acerca de los que
interpretan la Biblia a su gusto: «Inventan sus
propias doctrinas, las apoyan en la Biblia y las tienen por divinas».
Queridos hermanos, como verdaderos católicos
debemos esperar que pronto llegue el tiempo que leamos juntos con los hermanos
protestantes la Biblia con espíritu de unión, de amor, de paz y de fraternidad
universal.
Meditemos la
oración de Jesús por el Nuevo Pueblo Santo:
«Padre, ha llegado la hora.
No ruego solamente por ellos, sino también por todos aquellos que por su
palabra creerán en mí.
Que todos sean uno como tú, Padre, estás
en mí, y yo en ti.
Sean también uno en nosotros; así el mundo
creerá que tú me has enviado»
(Jn. 17,7 y 20,22).
Que seamos capaces de leer la Biblia con una mentalidad liberadora: Cristo, Dios-Hombre, es de todos, El es nuestro camino,
nuestra verdad y nuestra vida (Jn. 14, 6). La historia humana es
esencialmente una historia de amor y de salvación en Cristo (Col. 1, 13-20; Ef.
1, 3-14).
Resumiendo: Valoramos
en su justa medida el amor que los evangélicos sienten por la Biblia. Ojalá
que los católicos tengamos también un gran aprecio por el libro santo y sea
nuestro libro de cabecera. Pero para nosotros la Biblia y la Tradición tienen
que ir de la mano y no se pueden separar. Y la garantía de la Tradición nos la
da el Magisterio de la Iglesia, representado por el Papa.
Gracias a este Magisterio, la Iglesia Católica
puede decir: Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo. Y también «Creo en la Iglesia Una,
Santa, católica y apostólica».
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