sábado, 6 de marzo de 2021

ME GUSTA EL CHOCOLATE

 Hace un año, debería haber habido un gran acuerdo entre Estados Unidos, Europa, Canadá, Australia, Japón y otros países para dar dinero para la investigación en una vacuna. Los resultados de todos los laboratorios deberían haberse podido compartir sin restricciones.

Después, las naciones hubieran premiado las inversiones en investigación de un modo equitativo. Algo fácil, porque el precio de las varias vacunas debería haber estado regulado para todo el mundo. Las farmacéuticas podrían haber sacado beneficios, grandes beneficios. Pero no se hubiera dejado todo a la oferta y demanda como ahora.

Un sistema como el que propongo no hubiera sido aceptado por algunas naciones, pero sí por las más importantes de Occidente. La industria farmacéutica tiene sus instalaciones en países de Occidente.

Para dirimir las cuestiones de equidad, se podría haber creado una comisión de diez técnicos expertos en esta industria, hombres independientes. Su misión hubiera sido ser equitativos. No se trata ni de perjudicar a la industria privada ni a ningún país, sino de organizar de un modo justo este asunto de los precios finales, de la circulación de información, etc.

Pero no, no se hizo así. Ingenuamente, la Unión Europea dio millones de euros para la investigación y después se sorprendió de que imperara la oferta y la demanda. Qué extraño. Nadie se lo esperó.

Bien, este es otro ejemplo de la poca capacidad de los que nos gobiernan en todas partes. A mí esto se me ocurrió desde el principio y a millones de personas más. Pero las farmacéuticas seguro que dijeron: “No, no, imposible. Esto solo se soluciona si nos dejan a nosotros solos”.

Por supuesto que los países pobres han sido abandonados a su suerte. Les darán algo para no decir que no les ha tocado ninguna parte del pastel. Pero hasta dentro de años van a estar desasistidos.

P. FORTEA

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