sábado, 13 de febrero de 2021

SI OYES VOCES...

 Oliver Sacks, el famoso neurólogo y escritor muerto no hace mucho, tiene un lugar fijo en mi biblioteca. No sólo resultan estimulantes sus historias clínicas (en mi opinión lo más interesante y en medicina soy lego) sino que sus experiencias personales son disfrutables. Esto es debido a que la palabra humanista parece creada para definir a gente como él, gente con mucho gusto, con interés por todo lo humano, que siente empatía sincera por el prójimo y que intenta ver lo que tiene de valiosa la gente. Siguen saliendo algunas cosas suyas estando ya muerto y es de agradecer. Siempre resultó un autor con público fiel y no ha descendido el número de seguidores.

En lo último publicado en España, “todo en sus sitio” tenemos un puñado de historias clínicas, relatos personales y opiniones aún más personales. Aunque incluye algunos textos inéditos, muchos fueron publicados en diversos lugares en los Estados Unidos y se han reunido por vez primera. La temática es amplia y me centraré en uno que sin duda será de interés de mis lectores.

El título es sugestivo, “ver a Dios en el tercer milenio” y pretende acercarse al hecho de las experiencias religiosas desde la ciencia. El artículo viene a decir que los estudios que se han podido hacer demuestran, hasta donde se puede, que cuando se tienen estas experiencias, cuando te habla Dios o similares, se activan las partes del cerebro que se activan cuando percibimos sonidos reales. Por ello, quien está convencido que oye voces, no está “loco” es que su cerebro se comporta de la misma manera que si realmente le hablaran. Es algo “normal” en muchos seres humanos. Y el doctor Sacks no pretende minusvalorar la importancia que tendrá para el sujeto la experiencia vivida, ni su relevancia espiritual. Se limita a certificar que el cerebro actúa por su cuenta sin que nadie le hable.

Lo que lamento profundamente es no poder preguntar un asunto al respecto al autor. Y es que ciertamente lo que sostiene puede explicar muchos casos de gente que cree ver u oir a Dios, la Virgen o lo que fuera, mas no puede explicar cómo es posible que el cerebro de santa Bernadette Soubirous escuchase a la Señora definirse a sí misma como la Inmaculada Concepción. Esta definición, establecido como dogma 4 años antes, no era conocida por Bernadette, niña ignorante en estos temas. Esta respuesta de la Señora resultó definitiva para que el párroco de Bernadette la creyera, precisamente porque la niña no podía saber lo que estaba diciendo. Así, atendiendo a la navaja de Ockham, ¿qué resulta más probable, que la Virgen se le apareciera y hablara o que su mente que desconocía el término le hiciese creer que le hablaba y además le dijese algo así?

SACKS, Oliver

Todo en su sitio

Anagrama, 2020

Urko

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