Encendámosla con Él y un milagro se realizará en nuestras vidas.
Por: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Son tardes de lluvia pero
ha dejado de llover.
Miramos la calle y parece que se ha roto un gigantesco espejo y sus pedazos, en
el suelo, reflejan trozos de un cielo azul muy pálido. La tarde tienen
algo de magia que nos hace meditar.
Nos viene a la mente un cuento de la infancia en que un
humilde muchacho, llamado Aladino, tenía una lámpara que en un principio creyó
inservible pero cuando la hizo brillar surgió de ella un gran Genio que le
concedió todos sus deseos. Era la lámpara maravillosa y en
muchas ocasiones hemos deseado poseerla
Pues bien, todos poseemos esa lámpara pero
tal vez, como la del cuento, no tiene aceite, está apagada, inservible. Está dentro de nosotros y hoy es el
momento propicio para buscarla.
Ya la encontramos, ¿por qué no le
ponemos un poco de aceite? ¿por qué no la encendemos?¿lo intentamos?. Cuando
ella brille se nos cumplirán todos nuestros deseos.
Tal vez le falta el aceite de nuestra sonrisa. Sonriamos y veremos cómo brilla.
Dicen que una sonrisa vale más que todo el oro del mundo...o tal
vez le falte el aceite de la Esperanza, ese aceite que hará que nuestra vida
tenga un por qué. Y...quién sabe si no logramos hacerla
brillar porque el bálsamo o aceite del Perdón ¡nos cuesta tanto!...¡nos
resistimos a ponérselo! Encendámosla con él y un milagro se
realizará en nuestras vidas.
Perdonemos aunque está abierta la herida. Perdonemos aunque
tengamos sabor a hiel en la boca, que nuestro corazón sabrá de la dulzura del
perdón. Perdonemos y la Lámpara brillará y su luz dará calor
a nuestra existencia.
Tal vez nuestra lámpara necesite tan solo del
aceite de la Diligencia y la Alegría. Si se lo ponemos nos levantaremos cada
día optimistas y felices. Trabajaremos de la mañana a la
noche poniendo nuestro máximo esfuerzo en lograr la excelencia. Tal vez esos trabajos no nos
sean muy gratos pero son nuestro deber, después buscaremos algo de nuestro
gusto y le daremos un lugarcito en el día para poder dedicarnos a ello.
No dejemos pasar las horas sin hacer algo.
Llenemos nuestros días y nuestra lámpara brillará con nuevos
destellos para nosotros y para los demás. Tenemos que hacer el esfuerzo para vivir esa
magia. Busquemos dentro de nosotros y sabremos qué es lo que necesita nuestra
lámpara para brillar y con su luz alcanzaremos a ver y a encontrar muchas cosas
que ahora nos están negadas.
Que el aceite del amor sea el principal ingrediente para que
su luz llene toda nuestra existencia y nuestros actos. Esa
Lámpara Maravillosa que Dios puso en nuestro corazón no la dejemos arrinconada
y sucia, si queremos que con ella se cumplan nuestros deseos la debemos pulir y
no dejar apagar su llama.
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