lunes, 18 de enero de 2021

EL PRECIO QUE HABRÁ QUE PAGAR SOLO LO CONOCEREMOS EL DIA DESPUÉS DEL JURAMENTO DE BIDEN

 Debo reconocer que hay una persona que me cae peor que Donald J. Nero Trump, y ese es Steve Jobs.

Lo digo porque acabo de perder una hora de mi tiempo tratando de solventar cómo pasar un vídeo del iphone a mi PC. Si miramos vídeos de Youtube que tratan del aburrido tema de cómo resolver ese problema, y vamos sumando la cantidad de visualizaciones de esos vídeos nos daremos cuenta de la magnitud del problema. A diferencia de los vídeos de gatos, hurones y erizos, seguro que nadie visiona un vídeo sobre ese tema técnico si no tiene ese problema.

Millones de personas perdiendo cada uno más de una hora, solo porque Apple decidió, a ciencia y conciencia, ponerlo difícil a todo aquel que no usara un ordenador Apple para sus teléfonos Apple.

Las dificultades no se deben a otra cosa que a una política deliberada no a ninguna necesidad del sistema. Quedaba muy feo decirle a la gente que no podría pasar sus fotos y vídeos de su teléfono móvil a su PC. Así que, hace años, Apple dijo que lo permitía, pero, eso sí, ya se encargaron de hacer la vida lo más difícil posible a los usuarios.

Dicho ahora de otra manera, Apple es el ejemplo perfecto (por otras razones más que no voy a comentar) de cómo una multinacional siempre ha antepuesto sus beneficios económicos por encima del bien de sus usuarios. La codicia de esta empresa, desde el principio, me resultó llamativa por infinidad de detalles. Y no es que los de la competencia fueran unos santos.

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Cambiando de asunto, he visto los nuevos vídeos en que se ve a una legión de manifestantes entrando de el Congreso de Estados Unidos. Resulta paradójico que entren alegando que es nuestra casa. En realidad, es la casa de sus representantes.

Uno de esos irruptores se sentó en un asiento y un policía le dijo que se levantara. Un guardia solo en medio de muchos de los otros, lo cual ya tuvo mérito. El manifestante le dijo que era su asiento, se refería a que era el asiento del Pueblo. Y el policía le contestó con toda calma: No, es el asiento del vicepresidente de Estados Unidos.

Esa respuesta tan sencilla era perfecta. Ese sujeto que había irrumpido no era el Pueblo. Una persona ni cien personas ni mil son el Pueblo, son solo parte del Pueblo. Mientras que el lugar donde entraron por la fuerza sí que era el lugar de los representantes de todo el Pueblo.

En esos asientos, mejor o peor escogidos, dignos o no, sí que estaban los representantes de todo el Pueblo. Ellos sí, los que entraron no.

Deseo, pido al Señor, imploro, que el único precio de tanta irresponsabilidad presidencial sean solo esas pobres cinco personas muertas. Me parece una cantidad pequeña para lo que podía haber pasado.

Aunque los idus de marzo no han pasado y habrá que ver si las causas sembradas no germinan con nuevos efectos. Habrá que ver si el precio de haber dado el poder a Trump se queda solo en cinco muertos.

P. FORTEA

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