Si dejamos que la sabiduría de Dios nos ayude, tendremos mejores resultados.
Por: P. José de Jesús Aguilar | Fuente: Siame.mx
Iniciar un nuevo año no debe ser únicamente
acostarse por la noche para levantarse al día siguiente, ni cambiar el
calendario viejo por el nuevo. El inicio de un nuevo año constituye una
oportunidad para hacer proyectos de vida, fortalecer lo positivo o hacer
grandes cambios para sacar de nuestra vida lo que es destructivo. No es la vida
la que nos marca lo que tenemos que hacer, somos nosotros los que dirigimos la
vida y le damos sentido. Nosotros somos los responsables de construir el
presente y el futuro.
¿CÓMO
CONSTRUIR UN AÑO NUEVO?
Si dejamos que la sabiduría de Dios nos ayude, tendremos
mejores resultados. Para ello podemos tomar en cuenta lo que Jesús nos dice en
el evangelio de Mateo 7,21,24-29. La primera parte nos recuerda que las
palabras no son suficientes para tener logros. Es muy fácil hablar, prometer,
decir propósitos, pero lo difícil es ponerlos en práctica. Quizá por eso hay
tantas personas que hacen buenos propósitos, pero nunca los ven realizados.
Bien decía Jesús: “No todo el que me diga ‘Señor,
Señor’, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad
de mi Padre que está en los cielos.”
LAS
OBRAS SON FUNDAMENTALES
“Los propósitos y la
oración van acompañados de obras”. Con estas palabras comprendemos perfectamente
que no es suficiente hacer oración o invocar el nombre de Dios para transformar
la vida o hacer frente a los retos y obstáculos. Hacer un propósito o
invocar el nombre de Dios exige tener una actitud de esfuerzo, trabajo y
disponibilidad que convierten los pensamientos en acciones.
LO
FÁCIL O LO DIFÍCIL
Lo fácil no cuesta trabajo, no exige constancia
ni esfuerzo. Quizá por eso la mayoría de las personas buscan ese camino y se
conforman con pocos resultados. Es más fácil estar descansando que hacer algo
de provecho; es más fácil pasar año con 6 de calificación que obtener un 10; es
más fácil tener la casa sucia que arreglada y presentada; es más fácil
relacionarse sólo con los que me caen bien que ampliar mi grupo de conocidos;
es más fácil ver la televisión que leer un libro; es más fácil salir a jugar que
estudiar o tomar un curso; es más fácil hacerse una operación de liposucción
que hacer ejercicio; es más fácil divorciarse que luchar por el matrimonio; es
más fácil alimentar sólo el cuerpo que el espíritu. Muchos buscan siempre lo
más fácil, lo más cómodo, pero ese no es el camino del éxito ni del
crecimiento. Así lo expresa Cristo cuando dice: “El
que escucha mis palabras y no las pone en práctica, se parece a un hombre necio
que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron
los vientos y dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente”.
CONSTRUYENDO
SOBRE ARENA
Construir sobre arena es fácil. No es necesario
hacer una excavación, no es necesario picar piedra. Esa frase representa a
quienes quieren obtener algo rápido y sin esfuerzo. Lamentablemente, los
resultados de una actitud así no son los mejores. Cristo lo advierte cuando
compara la destrucción y ruina de una casa, con el desmoronamiento o ruina a la
que llegan muchas personas en su vida por haber buscado un camino fácil. En
estos días de inicio de año no faltan algunos cristianos que buscan el éxito de
un nuevo año sólo haciendo oración el día último o el día primero, pero todo el
año se olvidan de Dios. Tampoco faltan los cristianos que, por ignorancia, creen
que siguiendo determinados rituales mágicos estará seguro y mejor el nuevo año.
Así, se comen las 12 uvas, se ponen ropa interior roja, prenden velas doradas,
colocan cuarzos, colocan figuras de borregos en su casa, pasean maletas, etc.
Esperan grandes cambios, pero al cimentar su futuro en supersticiones que son
como arena, terminan sin recibir nada, con sus ilusiones y esperanzas
destruidas, con el ánimo por los suelos y abatidos por los problemas y
dificultades que, como los huracanes y sismos, destruyen las casas mal
construidas. ¿Valdrá la pena preparar y provocar
nuestra destrucción?
SOBRE
ROCA FIRME
La palabra de Cristo nos invita a esforzarnos, a
exigirnos, a trabajar con entusiasmo y constancia, a buscar la sabiduría, a
poner nuestra mirada en los valores duraderos y no sólo en las cosas pasajeras,
a valorar lo terreno, pero sin dejar de cuidar lo espiritual. Por eso Jesús
dice: “El que escucha mis palabras y las pone en
práctica, se parece a un hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Vino
la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra
aquella casa, pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca. El año
nuevo seguramente traerá muchas bendiciones, pero también nos presentará
dificultades, retos, problemas, etc. Es importante estar preparados para
afrontar todo lo que pudiera querer tambalearnos. Para eso es necesario
construir nuestro presente y futuro sobre aquello que, como roca, sea estable,
no sea pasajero, fundamente nuestra acción y nuestro pensamiento, fundamente
nuestras relaciones personales, fundamente nuestra fe y nuestro actuar.
PLANOS
Y PROYECTOS
Así como un arquitecto o ingeniero reflexionan y
estudian de la mejor manera cómo van a construir una casa para que sea
resistente, hermosa y duradera, así también el cristiano tiene que dedicar un
tiempo para hacer un proyecto de vida: ¿Qué quiero
para mi presente y mi futuro? ¿Hasta dónde quiero llegar? ¿Qué logros quiero
obtener? De acuerdo con sus proyectos, tendrá que marcar los pasos y
etapas necesarias para que se conviertan en realidad. Por eso, todo propósito tiene
que marcar etapas y distinguirse en propósitos a corto plazo, a mediano plazo y
a largo plazo. Las grandes cosas se van logrando poco a poco, pero se van
evaluando constantemente. Si no hay un proyecto de vida se camina, pero no se
avanza. Si no hay un proyecto de vida no se puede hacer una evaluación. Si no
hay un proyecto de vida se puede perder el camino y la meta. Será necesario
hacer proyectos personales, de pareja, de familia, para la salud, para la
educación e incluso para lo económico.
CONSTANCIA
En una construcción no basta colocar la primera
piedra. Después del entusiasmo inicial se tiene que continuar hasta el final.
Es necesario vencer a la pereza, al deseo de comodidad, y buscar la constancia
para luchar con ella. Muchos inician un maratón, pero no lo terminan. Muchos
inician un curso y lo dejan a medias. Muchos van la primera semana al gimnasio
para desertar después. Muchos leen las primeras páginas de un libro, pero no
llegan al final. Muchos inician la lectura de la Biblia para dejarla después
abandonada. Sin constancia los propósitos se quedan en palabras o escritos.
MÁS
ALLÁ DE LOS SENTIMIENTOS Y EMOCIONES
Los sentimientos y las emociones son bonitos,
pero muy fugaces. Cuando nos dejamos llevar por ellos podemos cometer graves
errores. Cuando sólo por sentimiento o emoción se casa una pareja, está
preparando su fracaso. Cuando por lo mismo se decide una carrera profesional,
un trabajo o incluso una religión, lo más seguro es que pronto cambiemos de
parecer. Por eso, al hacer los propósitos de año nuevo será necesario hacerlos
con toda calma, buscar un tiempo de reflexión profunda, pidiendo la ayuda de
Dios, preguntando a nuestros seres queridos en qué consideran que podríamos ser
mejores o qué ven en nosotros que no sea lo mejor. Así podremos hacer que
nuestros propósitos se conviertan en realidad y sean como una casa que no es
derribada por los días que se aproximan.
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