¿Qué características tiene el novio ideal? Miremos el asunto con una perspectiva más espiritual.
Por: Sebastian Campos | Fuente: catholic-link
Ni azul ni de ningún color, de hecho los
príncipes son parte de la realeza y solo en contadas excepciones se juntan con
gente de fuera, por lo tanto, a no ser que aspires a ser como “Lady Diana de
Gales” y casarte con un príncipe, quizás sea momento de aceptar que los ideales
son eso y en cosas del amor funciona la misma regla. Tampoco
se trata de resignación y buscar el mal menor o conformarse con lo que venga
sin aspirar a nada más. Pero
déjame decirte: el hombre perfecto no existe, por
lo tanto, ya deja de esperarlo.
Este post (aunque es para todos) en especial lo hemos preparado pensando en las mujeres que han discernido que su vocación es a la vida matrimonial, por lo que, habiendo descubierto este llamado personal de Dios, se abren a la posibilidad de establecer una relación de pareja con un hombre con miras al matrimonio, por lo tanto se han tomado en serio este tema y están trabajando para hacerlo realidad.
En lo personal veo cierta ansiedad, una ansiedad
que pisa los límites de la frustración, pues estadísticamente dentro de la Iglesia son más mujeres que hombres y cuando hablamos de
católicos comprometidos, de los que hacen algún apostolado y viven su fe a
fondo, la cosa es aún más desproporcionada. El fenómeno causa varias cosas. Por un lado, las
chicas al ser muchas y todas ellas apóstoles comprometidas, conocen de su fe y
no se conforman con cualquier persona, por lo que buscan a alguien acorde a sus
aspiraciones y que viva la fe como ellas. Por otra parte, la búsqueda queda restringida solo a los grupos “intra Ecclesia”,
por lo que el número de candidatos es sumamente reducido y generalmente (esto
lo he escuchado de mujeres): los buenos ya tienen novia. Para
los varones es un poco más sencillo. Los que vivimos la fe somos siempre menos
en número comparado con las mujeres y los que, siendo jóvenes han discernido su
vocación y están en plan de “buscar novia”, siempre
tienen muchas candidatas.
No se trata de cosificar
las relaciones y mirarnos como objetos, pero
es que parece que el asunto se reduce a: «Estoy
soltero(a), busco novio(a) y la condición número uno es que sea alguien de
Iglesia y que viva su fe como yo». Eso, en el mejor de los casos, porque
además nos ponemos a preguntar ¿qué características tiene tu
hombre ideal? entonces el asunto se complica aún más, pues no solo debe ser creyente y
practicante, sino que amar a los niños, ser preocupado del hogar, detallista,
romántico, saber bailar, ser buen cocinero, con vida espiritual, guapo, fuerte,
servicial y así, una lista enorme que estoy seguro que ni el mismo san José
podría lograr.
Chicas, no quiero nivelar para abajo y defender
a mis amigos solteros. Pero si quiero invitarte a que, si estás esperando a que
aparezca el príncipe azul y por eso nadie está a tu altura como para ser tu
pareja, te replantees la situación y juntos miremos el
asunto con una perspectiva más espiritual.
1.
RELACIONES CONSTRUIDAS EN PAREJA, ES DECIR AMBAS PARTES APORTAN, NO SOLO ÉL
Ya usar el concepto “pareja”
lo explica todo. Al hablar de pareja hablamos de
“iguales”. Iguales en dignidad, iguales en valor, iguales en importancia. Es por eso que me genera cierta
incomodidad eso de que algunas chicas envían a sus amigos a la “Friend zone”, como si ellas tuvieran el control
de todo y el que una relación exista solo dependiera del “sí” de la chica. Si vas
a tratar a tus pretendientes como aspirantes que deben pasar una prueba, es
poco probable que puedas construir una “relación de pareja”, más bien será siempre una relación dispareja en
donde tu tienes el control y decides los “sí y los
no”. Créeme, nadie se sentirá cómodo con una relación así.
2.
ESTAR DISPUESTA A DAR AQUELLO QUE EXIGES
Si dices que lo que necesitas es un detallista,
romántico, que siempre tenga olor a rico perfume, preocupado de servirte día y
noche, disponible las 24 horas del día, chistoso, amable con tus amigas, de
entretenida conversación con tus padres y hermanos, de profunda vida
espiritual, inteligente y que te ayude en tus labores; entonces estás en serios
problemas porque seguro que si tienes la bendición de encontrar a alguien que
reúna en sí mismo todas esas características de forma simultánea, lo mínimo que
va a esperar es que tu estés a esa altura y hagas más o menos lo mismo por él.
Tampoco es que digas: bueno, soy mala persona
así que no me quejaré si el que se enamora de mi es malo también. El asunto es
que, mirando tus propias fragilidades, aceptes que quien
se enamore de ti y te enamore, también será frágil y seguro, la mayoría del
tiempo, no se comportará como el galán musculoso de la comedia romántica que te
hace suspirar.
3.
ENFOCARSE EN DAR
Y si en vez de poner una
lista enorme de los requisitos que te gustaría que cumpliera el príncipe azul
hicieras el ejercicio al revés y pusieras el foco en aquello que ofreces,
aquello a lo que estás dispuesta a renunciar, aquello a lo que morirías por amor.
Te cuento un secreto: las relaciones de pareja son,
en la mayoría de las veces un ejercicio de darse más que de recibir.
Por lo tanto prepárate para eso, para que si te enamoras estés dispuesta a
hacer sacrificios, a bajar la vara y exigir conforme a las fragilidades que
tiene tu pareja, a aceptar y perdonar los errores tal como esperas que
acepten y perdonen los tuyos. Hay mucho de espiritual en una relación de
pareja, sobre todo en este aspecto. No se trata que tu novio sea un medio de
purificación y penitencia el cual tengas que cargar abnegadamente, pero sí que
en medio de una relación de pareja, vivas la renuncia a ti mismo, la entrega,
el amor incondicional y el perdón sincero. ¿Habrá algo más cristiano que
amar así?
4.
ACEPTAR LA POSIBILIDAD DE QUE SEA DE OTRO AMBIENTE
Lo sé, salir con una persona que no tiene fe es
un desafío en sí mismo, más allá de las compatibilidades personales y de tu
lista de requisitos de admisión, es probable que en tu grupo te hayan predicado
del riesgo de unirte a un “yugo desigual” (cf
2Cor 6, 14) o las consecuencias de unirte con un pagano como Sansón con la
filistea Dalila. Todo eso no deja de ser cierto. Pero también es cierto que desde que Jesús se hizo hombre, no hay esclavo u hombre
libre, judío o pagano; todos somos uno en Cristo
(cf Gal 3,28), por lo tanto ábrete a la
posibilidad de que Dios actúe en tu vida y en la vida del chico de tus sueños
que aparentemente no tiene fe.
Está fuera de discusión si se trata de alguien
que proviene de otro ambiente social, político, económico, étnico. Esas cosas no pueden ser barreras para un
amor sincero, aunque sí debes cuidar que no te haga renunciar a quién eres y en
lo que crees.
5.
DEJA LAS ESCENAS IDEALES PARA LAS PELÍCULAS
No te frustres si al cabo de unos meses de relación
aún no ven una puesta de sol en una playa de arenas blancas mientras van
vestidos de lino. Tampoco sientas que todo está perdido si sus mensajes y
cartas no son tan románticos como esas frases que ves a diario en Instagram.
Las películas son ficción y tú vives en el
mundo real. Por lo tanto tienes que estar dispuesta a que tus momentos
románticos sean más cotidianos y que él no tenga recursos económicos ilimitados
para llevarte a una playa paradisíaca o un fino restaurante. Quizás con suerte
le va a alcanzar para unas papas fritas y una gaseosa. Que los momentos
que construyan tu relación sean valiosos por lo que juntos construyen más que
por los lugares que visitan, las cosas que comen o la ropa que visten, y si tu
relación no queda publicada en redes sociales, no pasa nada
6. LAS
PAREJAS REALES Y CONSOLIDADAS TIENEN POCO DE IDEAL
La gente despierta despeinada y con mal aliento,
en la noche al sacarse los zapatos es poco probable que sus pies tengan aroma a
flores, la comida no siempre es digna de ser fotografiada para Instagram, las
discusiones no siempre terminan en un abrazo en el que él te levanta y giran románticamente mientras todo a tu
alrededor se mueve en cámara lenta. Las parejas reales y
consolidadas saben de vivir con lo justo y llegar a fin de mes con dificultad,
de repetir la ropa más de una vez a la semana porque no hay más, de pasar
varias semanas (e incluso meses) sin poder tener una cena romántica;
saben de discusiones en serio, de fondo, de esas que duelen, pero salen de
ellas luego de luchar, renunciar y perseverar aún cuando no se sientan
mariposas en el estómago.
No es una invitación a
asumir resignadamente que las relaciones de pareja son odiosas y poco
recomendadas, sino que a amar la idea de que la realidad es difícil, más aún el
camino de un cristiano; pero
en medio de eso, uno encuentra la felicidad, la paz y el amor de la pareja y
del Señor. Por lo tanto no te desanimes si tu historia de amor no se parece a
la novela romántica que todos leen o a la película con el galán de ensueño.
7.
LIBÉRATE DE ESTEREOTIPOS Y PREJUICIOS
Permítete conocer a las personas, no solo a
quienes miras con otros ojos, antes de formarte una opinión de ellos. Que los prejuicios y los estereotipos no formen parte de tu lenguaje ni
de tus sentimientos. Me da risa y pena cuando
escucho cosas como que “todos los hombres son
iguales”. ¿En serio habrá gente que considere que Hitler y San Juan Pablo II
son iguales? ¿Ambos son hombres no?
La apariencia física tiene mucho que ver con la
imagen falsa que nos hacemos de las personas. Su forma de vestir, de peinar o
caminar pueden hacerte una falsa idea de quién tienes al frente. Lo mismo si es
fanático de algún club deportivo, escucha un tipo de música u otra
característica que no forma parte de lo que tu consideras como “compatible contigo”. Libérate de esos prejuicios
y déjate sorprender.
8.
ESPERAR AL PRÍNCIPE ES COSA DE PRINCESAS. TÚ ERES UNA MUJER REAL
Finalmente me gustaría dejar algunas inquietudes
para la reflexión. Ya el solo hecho de hablar de “esperar”
a que llegue alguien es extraño. Es como que dejas todo al azar, como si
el destino tuviera que traer a la puerta de tu casa a alguien especial, único,
el elegido. Eso no ocurre, Dios tiene propósitos, pero no
destino, pues somos libres y aunque Dios quiera un camino para nosotros, son
nuestras decisiones las que van a ir forjando nuestro camino. Por lo tanto, por más
que esperes, si no buscas, si no te abres a la posibilidad de la sorpresa, es
complicado encontrar algo.
Lo segundo se trata de cambiar esa perspectiva
de mérito que deben cumplir los varones. Sin duda un
hombre, sobre todo uno cristiano, debe cuidar a las mujeres y con particular
atención a la que le ha robado el corazón. Sin duda todos
esperan que ese enamorado sea fiel, tierno, delicado, amoroso y muy respetuoso;
pero al mismo tiempo se espera reciprocidad. Tú
no eres una princesa, eres una mujer real, con fragilidades, por lo que, más
que un súper galán, con buen gusto para los regalos y excelente bailarín,
deberías acercarte a aquel que ame esas fragilidades.
Finalmente, si llevas tiempo de espera y la
ansiedad está mermando tu ánimo y las esperanzas de encontrar el indicado,
ofrece esta etapa de tu vida a Dios. Que este tiempo de espera y
búsqueda no sea un tiempo muerto, una etapa de la vida estancada, sino que sea
un tiempo en donde creces como mujer, descubres tu llamado vocacional más
profundo y preparas tu corazón para cuando llegue el indicado.
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