Todos los días intento caminar durante una hora. Es un propósito que cumplo a rajatabla, rigurosamente. Y es un propósito que me gusta cumplir – no tanto otros -.
En este paseo puedo ver, casi
de refilón o más detenidamente, muchos escaparates de tiendas. Me gustan mucho
las que están dedicadas a la decoración. Una casa, una morada, gana mucho si
resulta agradable para vivir en ella.
Los meses de confinamiento, o
de semi-confinamiento, quizá nos hayan hecho más sensibles a la importancia de
nuestro entorno más inmediato, que no es el bosque más cercano, sino la propia
habitación.
Mi sorpresa, que no es nueva,
viene de una evidencia: En todas estas tiendas suele haber un busto o algo
similar de Buda. No creo que la población española se haya vuelto, de ayer para
hoy, budista. Más bien tiendo a pensar que poner una imagen de Buda en casa es
un signo de modernidad, de “espiritualidad”, de
algo tolerado e incluso bien visto.
La población española,
mayoritariamente, no se ha vuelto budista, sino atea. Y casi diría que también
ignorante. Los que ponen un Buda en su casa, ¿qué
saben de Buda o del Budismo? En su inmensa mayoría, tiendo a pensar que
nada.
Pero cada cual pone en su casa
lo que quiere. Me dirijo ahora a los cristianos, me dirijo a mí mismo. Y pienso
en la necesidad que tenemos de imágenes de Cristo, de los misterios de la vida
de Cristo
La fe nos dice que “la Encarnación del Hijo de Dios inauguró una nueva
economía de las imágenes”. No hay nada de malo en las imágenes sagradas,
en los iconos sagrados. No solo no hay nada de malo, sino que ese “visto bueno” a las imágenes ha propiciado los
mayores logros de la historia del arte.
El Cristianismo es Imagen y
Palabra. Es sensibilidad y razón. Es alma y cuerpo. Es Dios y hombre.
Siendo tan bellas las imágenes
cristianas me llama la atención que, en las tiendas especializadas, casi ni
aparezcan. No en todas. Hay grandes almacenes - y hasta tiendas más pequeñas -
donde es muy fácil encontrar, a buen precio, representaciones de la Navidad o
de la Adoración de los Magos.
Pues algo tendremos que hacer
los cristianos. Propiciar que las cosas cambien. No debemos favorecer un
consumismo desenfrenado. No. Pero tampoco comprar imágenes de Buda.
Si nos toca decorar una
estancia, ¿qué mejor que pensar en Cristo o en la
historia del arte cristiano, sin parangón en este mundo?
Se vende lo que se pide. No
estoy a favor de que se venda cualquier cosa. Pero si vamos a comprar los
cristianos, no compremos una imagen de Buda. Mejor pedir un misterio de
Navidad.
Guillermo Juan
Morado.
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