Islamista de reconocido prestigio advierte que el problema no son solo los radicales
Rémi Brague
(París, 1947) autoridad internacional en el estudio de la cultura musulmana de
todos los tiempos, ha concedido una entrevista al diario Abc, en la que
advierte del peligro del islamismo radical más allá del terrorismo yihadista.
(Abc/InfoCatólica) Juan Pedro Quiñonero
entrevistó a Remí Brague para Abc. Académico, historiador, filósofo,
especialista reputado en filosofía medieval (musulmana, judía, cristiana),
catedrático emérito en París y Múnich, es una autoridad internacional en el
estudio de la cultura musulmana de todos los tiempos.
Brague advierte que el
problema que sufre Francia y Europa con el terrorismo islamista se extiende a
todo el mundo:
«Toda tierra no
sometida al islam está amenazada. Seré más radical que usted: no es solo Europa
la que está amenazada, si no el conjunto del mundo no musulmán. Y aún… incluso
en países sometidos al islam desde hace siglos, siempre encontrará usted
barbudos para explicar que la sociedad todavía no está suficientemente islamizada».
El islamista no sabe bien qué deparará el futuro
pero no descarta que la cosa empeore:
«Todas las
causas seguirán estando ahí. El asesino de Niza llegó a Francia en tanto que
“refugiado”. Al igual que los padres del asesino de Conflans-Sainte-Honorine.
Hace años, el Estado islámico se jactaba de aprovechar las olas de inmigrantes
para introducir sus guerreros en Europa. Nosotros, sonreímos antes tal
baladronada. Quizá debimos tomar en serio esa amenaza y poner más atención en
quienes recibíamos…»
De hecho, indica que el problema no son solo los
violentos:
«El yihadismo es
el aspecto «ruidoso» y espectacular de un plan mucho más vasto: el proyecto del
islam, en sus orígenes… conquistar el mundo para imponer su Ley, que su Dios
dictó a su Profecta, en el Corán, en las declaraciones de Mahoma y en los
ejemplos del Corán sobre su comportamiento. Esa conquista puede realizarse por
medios militares, pero no necesariamente. Una infiltración discreta, paciente,
metódica, como la de los Hermanos Musulmanes, es, sin duda, mucho más eficaz, a
largo plazo».
Por último, da la siguiente receta para afrontar el
problema:
«...me atreveré
a decir, que, de manera general, lo esencial es aplicar rigurosamente las leyes
en vigor. Sin necesidad de unas nuevas. A continuación, medidas policiales muy
sencillas, ¡ojo, no digo fáciles!…, como expulsar a los predicadores del odio,
disolver sus asociaciones, cerrar las mezquitas donde predican, cerrar sus
cuentas en Facebook. A medio plazo, me parece imprescindible responder a los
embusteros que dicen que «todo esto no tiene nada que ver con el islam»,
«ustedes hacen el juego de la extrema derecha». A más largo plazo, es urgente
controlar la inmigración, no tolerar gentes en situación irregular. Todo eso
supondría el comportamiento del Estado convencido de su legitimidad».
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