Artículo de Danierl Arasa que reflexiona en un análisis hecho por el escritor católico Chesterton sobre la magia y la superstición.
Por: Daniel Arasa | Fuente: forumlibertas.com
"Dejad de creer en
Dios y creeréis en cualquier cosa", que
dijo Chesterton.
NATURALMENTE ASENTADOS
Desplazarse por el centro de
las grandes y a veces no tan grandes ciudades permite encontrarse con un buen
número de personas sentadas en taburetes tras unas mesitas con letreros en las
que nos anuncian la lectura de las manos, descubrir nuestro futuro a través de
las cartas, sumergirnos en los secretos del horóscopo, ...
En las bocas del Metro algunos
de los nuevos inmigrantes dan octavillas en las que nos aseguran que de acudir
a tal o cual vidente o gurú hallaremos la solución a nuestros problemas de
salud, amorosos, matrimoniales, laborales, de negocios, ... Es decir, diremos
adiós a cuanto nos preocupa o incomoda y nos transformará en personas nuevas,
seres felices. Lo mismo se repite en las páginas de anuncios clasificados de la
prensa, en algunas cuñas radiofónicas o en páginas de Internet.
No parece que la presencia de
videntes operando en plena calle se haya detenido con las nuevas normas de
civismo implantadas por algunos ayuntamientos, quizás porque los ediles
entienden que pueden perseguir a prostitutas y vendedores de “top manta” pero que magos y adivinos son inocuos.
Los hijos de la Ilustración y
todo el abanico de laicistas nos habían asegurado que cuando hubiera más
escuelas, más cultura, desaparecerían todo tipo de supersticiones, incluyendo
en el mismo saco la religión. Y los materialistas, no desde ópticas liberales
sino marxistas, habían vaticinado algo similar cuando la gente, el
proletariado, saliera de la miseria económica: no
haría falta ya ‘inventarse’ dioses ni mitos que le garantizaran una felicidad
futura enfrente de las miserias presentes.
AUNQUE PAREZCA UN TANTO PARADÓJICO
Pero resulta que en las
sociedades del Primer Mundo, aquellas en las que la inmensa mayoría de
ciudadanos tienen más que cubiertas las necesidades vitales y hay muchos más
problemas de obesidad o de anorexia buscada que de hambre, en donde la escuela
no falta a nadie y gran parte de los jóvenes pueden acceder a estudios
superiores, en una sociedad del desperdicio, del consumismo desaforado, cuando
la cantidad de información nos desborda por todas partes y no somos capaces de
asimilarla, ..., resulta que se han disparado los videntes, quirománticos,
leedores de manos, magos, descifradores de horóscopos y similares.
Datos de hace tres años del
Centro Europeo de Estudios sobre las Nuevas Religiones señalaban que cerca de
la quinta parte de la población de Europa Occidental y de los Estados Unidos
iba como mínimo una vez al año a visitar un mago o cualquier otro profesional
de “lo oculto”.
En el año 2002 había en Italia
7.250 magos que se anunciaban por los medios tradicionales o por Internet. No
es un caso especial, sino que en todo Occidente la situación es similar.
El mismo organismo detalla que
a este tipo de intérpretes de lo oculto va más gente rica que pobre. Cierto que
aquellos tienen más dinero, pero, al menos teóricamente, también han podido
tener más acceso a la educación y, en consecuencia, ser menos vulnerables a las
supersticiones.
En paralelo a este fenómeno son
precisamente estas sociedades del Primer Mundo donde buena parte de la
población ha abandonado la práctica religiosa, se declara agnóstica o atea y
hasta en muchos casos ha olvidado sus raíces y base cultural cristiana.
Les ha pasado aquello que dijo
Chesterton, y con fórmulas similares han manifestado muchos otros, “dejad de creer en Dios y creeréis en cualquier cosa”.
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