Hay católicos que dan culto a personajes populares -p. ej.: Gilda o Rodrigo- o creen en el tarot u otras supersticiones, ¿están cayendo en pecado?
Por: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E. | Fuente:
Ediciones del Verbo Encarnado
PREGUNTA:
Estimado Padre, quisiera saber si para un
católico es pecado aceptar alguna de las supersticiones que día a día se nos
ofrecen (como consultar el tarot, encender sahumerios o rezar a Gilda). Estoy
viendo estas y otras prácticas no sólo en personas no creyentes sino entre
muchos católicos. ¿Cuál es el límite de toda esta
credulidad? Gracias por su respuesta.
RESPUESTA:
Estimado:
Usted me da pie para tratar un tema que no sé si
calificar sólo como delicado o abiertamente dramático. El motivo lo menciona
Usted: la superstición no es ya práctica de no
creyentes sino de personas que se consideran sinceramente católicas (en muchos
casos bien intencionadas pero con poca o casi ninguna formación). Y digo
dramático tanto por el número de católicos que mezclan en su religiosidad
elementos supersticiosos, cuanto por la falta de reacción proporcionada a la
gravedad problema por parte de la de la Iglesia.
Voy pues a dividir mi
respuesta en tres puntos.
1.
UNA OFERTA QUE LLEGA A LA RIDICULEZ
Leer las ofertas del supermercado de la
superstición en cualquier página de avisos clasificados nos puede llevar del
asombro al escándalo o a la carcajada. Allí no se roza la bufonada, sino que se
puede nadar dentro de ella.
Para muestra cito algunos
de los clasificados aparecidos hace un par de años en un periódico de mucha
divulgación:
•Ahora M. Hechicero del amor. Único Chaman de los Andes
experto en unión y retorno de parejas. Atraen al Ser amado por difícil que sea.
Basta una foto, prenda o el nombre. El AMARRE es 100% efectivo.
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por lejos que se encuentre. Celebran liturgias afroandinas para terminar
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yo te diré tu pasado, presente y futuro. Solución inmediata a lo que otros no
pueden. Mis poderes garantizan efectividad en unir parejas. Curo depresión,
angustias, timidez, daños. Problemas laborales y empresariales.
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pareja 7 días. Tarot todo tipo de trabajos. Buzios. Línea Negra con Vudú....
Abona al resultado. Trabajos alta magia negra. Solución inmediata a los
conflictos que oscurecen tu vida. Parejas imposibles. Destrabes. Problemas
laborales. Corto daño. Llevo paz a tu hogar. Tarot. Videncia.
Videncias perfectas. Percepción extrasensorial sin margen de error. Usted no
hable: le diré su pasado, presente y futuro. Le diré sus problemas y
soluciones. Luego Usted me hará sus preguntas. Trabajos perfectos y resultados
inmediatos. Limpie su aura. Destrabe su vida. Sepa cómo proteger su Casa, su familia, su Pareja. Como alejar las
Malas Juntas de los Hijos. Asegurar su Empleo o Destrabar y Proteger su
Negocio. El vidente es uno de los mejores del país. Infalible en cortar toda
clase de daños, brujerías, envidias, ataques psíquicos o malas ondas.
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imposible, Ayuda a parejas, Buzios, Tarot. Abona al resultado. •Curso Runas,
Numerología, Tarot, Magia, Gemas.
•El Rosa Cruz. Maria y Fernando. Parapsicólogos,
Clarividentes, Espiritistas, Mediums, Exorcistas y Ocultistas Profesionales.
Usted no hable...., le diremos su nombre y apellido, le mostramos la cara del
enemigo, atraemos su pareja en 13 horas. Retiramos Maleficios, Trabas, Malas
Ondas y Malos Vecinos. Tiene Juicios por reclamar, damos los números de la
suerte, desligamos la frigidez y la impotencia sexual.
•Pae Africanista, Brujo, Hechicero. Llegó. ¿Tu pareja te
engaña? ¿Tu pareja se te fue? ¿En tu trabajo te va mal? ¿No podés progresar?
¿Estás enfermo? ¿Te hicieron algún daño con magia negra? ¿En tu casa está todo
mal? ¿En tu negocio las cosas van de mal en peor? ¿Tenés problemas de papeles o
juicios? Si tu respuesta es sí... Ya no dudes más, vení a consultar al Pae
Africanista, encontrarás la solución definitiva a tus problemas. También tirate
las cartas, en una sesión especial, y descubrí
todo lo que deseas. Lo más fuerte en trabajos sobrenaturales, con resultados
casi inmediatos. Más de 1000 personas de todo el país ya conocen los
resultados. No se deje engañar más con falsos curanderos y hechiceros. Deje de
sufrir y venga a visitarme. 1º premio Tarotista Brasil 1998. Diploma de
Reconocimiento por trayectoria en Provincia de Chaco. Argentina 1999.
•Etc.
¡Parece una buena broma! Sin
embargo esto se vende a los incautos y desesperados. Y tiene muchos
compradores.
2.
EL DRAMA ACTUAL
El drama consiste en que muchas personas creen
lo que se ofrece en el hipermercado de las supersticiones. Y ¿qué es la superstición? La superstición es la
corrupción de la fe verdadera y un peligroso juego en el que también puede
tomar parte el diablo o detonar más de una alteración psicológica.
I) Pecado contra la fe [1]
La superstición es la desviación del sentimiento
religioso y de las prácticas que impone [2].
Se puede definir como un vicio que ofrece culto divino a quien no se debe, o a
quien se debe, pero de un modo indebido. Según esta definición se divide en dos
especies: el culto indebido al Dios verdadero y el culto a dioses falsos.
a) El culto indebido
consiste en ofrecer a Dios un culto falso o de un modo que no
corresponde (culto superfluo). Se denomina culto falso cuando es ofrecido por
quien no es verdadero ministro de Dios, o porque expresa falsedad (haciendo
adorar falsas reliquias, falsificando milagros). Es de suyo pecado mortal
[3]. En cambio, se denomina culto superfluo cuando se
tributa culto a Dios pero de un modo no aprobado por la Iglesia, alterando las
ceremonias de culto, introduciendo en el culto elementos supersticiosos. Por la
ignorancia de los fieles generalmente no es más que pecado venial.
b) El culto a falsos dioses consiste,
como su nombre lo indica, en el hecho de rendir adoración a cosas o seres que
no son verdaderamente Dios. Bajo este concepto tradicionalmente se colocan tres
especies:
a. La idolatría
que es el culto divino rendido a creaturas representadas bajo
formas sensibles llamadas ídolos; este culto consiste en signos sensibles,
sacrificios, juegos, ritos diversos. Se denomina idolatría interna cuando la
persona somete la inteligencia y la voluntad a la adoración del falso dios; en
cambio es externa cuando se manifiesta exteriormente por palabras, gestos o
símbolos (esta es sólo material si falta el consentimiento interno o formal si
además se consiente internamente). Se trata siempre de un pecado gravísimo, por
la injuria que se hace a Dios; sin embargo, subjetivamente, la gravedad del
pecado puede estar atenuada en muchos idólatras que obran por ignorancia (en
este caso su falta denota menos perversidad que la de ciertos herejes que
conscientemente desnaturalizan la fe).
b. Junto a la idolatría se
enumera la adivinación idolátrica. Esta pretende usurpar indebidamente la
predicción del porvenir. Es una forma de superstición, porque es un recurso a
los demonios, ya sea que se les invoque expresamente para pedirles la
revelación del porvenir, ya sea que ellos mismos se insinúen en las vanas
inquisiciones para enredar los espíritus de los hombres en la mentira.
La adivinación procede de maneras múltiples y variadas; desde la antigüedad son
conocidas algunas formas de adivinación, como, por ejemplo el explícito recurso a los demonios (invocándolos
para conocer el porvenir), la oniromancia (la adivinación
recurriendo a los sueños); la nigromancia (pretendiendo hacer aparecer o hablar a los
muertos), el pitonismo (contestando
a través de brujos o adivinos), el aruspicio (adivinación del futuro
consultando las entrañas de los animales inmolados), las falsas
conjeturaciones (es decir, el
conjeturar acontecimientos faustos o infaustos por medio de hechos fortuitos como el
romperse un espejo, cruzar un gato negro; hay que incluir aquí a los que dicen
la buenaventura, a los tarotistas, etc.). También se debe enumerar entre estas
supersticiones algunas formas de espiritismo.
El Catecismo enseña al respecto: Dios puede revelar
el porvenir a sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud
cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la
providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad
malsana al respecto... Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los
muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone desvelan el porvenir (cf.
Dt 18,10; Jr 29,8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia,
la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el
recurso a mediums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia
y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección
de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y tal respeto,
mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios [4].
c. Por último hay que señalar las llamadas vanas observancias. Se denomina así al uso de medios
desproporcionados para obtener un efecto en sí mismo natural. Se divide en el
arte notoria (tiene como objeto el adquirir repentinamente una ciencia sin
trabajo, y por medios ineptos), el arte de la salud (que busca sanaciones,
curaciones con remedios fútiles como falsos ungüentos, amuletos,
encantamientos, etc.; tales prácticas si no tienen naturalmente ese poder, no
son sino signos mágicos que algunas veces llegan a ocultar pactos con los
demonios), la magia [5] (el arte de
realizar cosas maravillosas por causas ocultas o por invocación o intervención
diabólica). Hay que añadir el maleficio (que consiste en la expresa invocación
del demonio con el fin de dañar o perjudicar a alguna persona en lo espiritual
o corporal).
El Catecismo dice: "Todas
las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar
potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural
sobre el prójimo -aunque sea para procurar la salud-, son gravemente contrarias
a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van
acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención
de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible" [6].
A veces se enumera aquí al magnetismo. Esta es
la influencia de cierto fluido magnético o eléctrico que brota de los minerales
o del sistema nervioso de algunos hombres, y que sería apto para curar ciertas
enfermedades por su propia virtud magnética o por sugestión sobre el
magnetizado; de suyo, considerado objetivamente y en abstracto, nada malo hay
en él; puede considerarse como uno de los tantos remedios físicos para curar
las enfermedades, parecido a la electroterapia, psiquiatría, etc. Pero en
concreto, o sea, tal como suele ejercerse, de modo irresponsable, está lleno de
peligros contra la fe, por los fines preternaturales que se intentan, por sus
procedimientos ocultos y adivinatorios, etc. [7].
El motivo formal de la fe, es decir, la razón
por la que profesamos los misterios de nuestra fe, es la Revelación de Dios,
Verdad Primera que no puede engañarse ni mentir, y que nos propone sus
misterios por medio del Magisterio de la Iglesia. No se trata de conjeturas, ni
de pálpitos, ni de fe humana, ni de tradiciones culturales. Al mezclar las
verdades pertenecientes a la fe católica con elementos espurios como aguas
sanadoras, runas, adivinaciones, santones, curanderismo, energía positiva,
etc., no se elevan estas creencias al nivel de la fe (porque nadie ignora que
la Iglesia jamás ha propuesto estas cosas para ser creídas con fe divina) sino
que se rebajan las auténticas verdades de fe al nivel de la creencia humana. Se
cree así en San Cayetano o San Antonio, en la Virgen Desatanudos, en el agua
bendita y la señal de la cruz, o en cualquier santo o advocación mariana por
los mismos motivos que se aceptan las falsas prácticas; pero esto no es fe
sobrenatural. Signo de ello lo tenemos en el hecho de que algunas personas
dicen no creer del todo en estas cosas, pero lo hacen por las dudas. Las dudas
serias son realmente las que se meten como gusanos en el articulado de la fe
católica.
El riesgo no es, pues,
añadir creencias a la fe, sino perder la fe.
Por tanto, es un grueso error lo que declaró en
un periódico uno de estos profesores ocultistas: una
señora una vez me preguntó -dice él- si tenía que confesarse porque había
venido a verme. Yo le dije que no, que éramos como médicos, que la
ayudábamos a aliviar su salud del alma, a buscar energía positiva. No me parece
que ir a un astrólogo, o hacerse tirar las cartas esté en contra de ninguna
religión [8]. Esto no es así; la
superstición es pecado grave.
II)
EL JUEGO DEL DIABLO
Cuando Santo Tomás se pregunta por la causa de
la idolatría él señala como predisposiciones en muchos hombres el desarreglo de sus afectos (razón
por la cual terminan rindiendo honores divinos a quienes veneran de modo
desordenado; pensemos en nuestros días el culto a cantantes como Gilda o
Rodrigo); también el placer natural que
le causan las imágenes y, especialmente, la ignorancia del
verdadero Dios, que los lleva a venerar como divinidades las
creaturas que los asombran (fuego, océano, sol, etc.). Sin embargo, indica
Santo Tomás que la causa determinante son los demonios, que para hacerse adorar
de los hombres explotan su ingenuidad y utilizan los ídolos para dar oráculos
y cumplir hechos sorprendentes. Y cita la frase de la Escritura: Todos los dioses de los paganos son demonios (Sal
115,5).
Para evitar relatos morbosos no doy aquí ningún
testimonio de los muchos que han confesado haber quedado atrapados bajo la
influencia diabólica por jugar con estas cosas. Basta mencionar el tan mentado
tablero Ouija o juego de la copa. Muchos han tenido que aplicarse las palabras
de Goethe: No puedo librarme de los espíritus que
invoqué.
El libro de la Sabiduría (4,12), en la versión
de la Vulgata, habla de la fascinatio nugacitatis
y dice que ésta oscurece el bien: fascinatio enim
nugacitatis obscurat bona. La nugacitas
es la frivolidad, la estupidez, la necedad, el vacío. La nada ejerce una
atracción misteriosa sobre los espíritus débiles en la fe; esto explica la
seducción que ejerce el mal sobre los pecadores y desorientados. Pero a través
de esa fascinación el mal actúa como un imán que chupa y traga a los que se
inclinan neciamente sobre él.
Sobre estos temas hay que ser extremadamente
cuidadosos. Alguien que durante mucho tiempo se dedicó a estudiar el tema del
ocultismo y sus trasfondos satánicos dejó escrito unas palabras de gran
prudencia: La investigación sobre estos temas, cuando es innecesaria y movida
por la vana curiosidad, es siempre peligrosa. Nunca insistiremos de modo
suficiente en la necesidad de no centrar nuestra atención en los fenómenos
ruidosos y extraordinarios del accionar diabólico. Permanezcamos en cambio
firmes en la vigilancia y la oración, para que el Adversario no esclavice
nuestras almas por el error, la mentira y el pecado [9].
III)
CUIDADO CON NUESTRO PSIQUISMO DÉBIL
Finalmente, quien se mete en este campo también
arriesga mucho desde el punto de vista psíquico. Es bien conocido el ambiente
desequilibrado en que se mueve este tipo de tendencias. Muchos de quienes
dirigen este tipo de fenómenos (fundadores de sectas, dirigentes, mediums
espiritistas, pseudo-profetas, iluminados, etc.), cuando no son vividores y
delincuentes se encuadran entre enfermos mitómanos, histéricos, paranoicos,
esquizoides y obsesos psíquicos [10].
Similar suerte pueden correr quienes se dejan influenciar por ellos o por la
atracción morbosa que suele caracterizar todo lo relacionado con lo oculto, la
magia, los poderes de la mente, las fuerzas ocultas de la naturaleza, etc. Por
eso afirma Martín Ebon, autor del libro La trampa de Satanás: Los autores que se ocupan de la telepatía, la
clarividencia, la profecía, la acción de la mente sobre la materia y otras
prácticas psíquicas deben estar constantemente alertas ante el peligro de
presentar esos temas únicamente en términos brillantes y positivos. Hay
en estos fenómenos otra cara, una cara oscura, y en nuestro tiempo esta
oscuridad parece difundirse con suma rapidez... sufrimos una virtual epidemia
de juego irresponsable con los poderes ocultos... los poderes ocultos no son
un juguete. Nos exponen a influencias que desconocemos y que a veces no
podemos controlar. Este mismo autor señala entre las consecuencias más
notables de estos juegos con los poderes ocultos: los estados neuróticos, el
desdoblamiento de la personalidad, la obsesión y la posesión por entidades no
determinadas, que para Ebon son tan sólo fuerzas liberadas del subconsciente,
pero que pueden llegar a ser incluso seres demoníacos [11].
También un autor que se consideraba
representante del esoterismo tradicional (opuesto, pues al moderno ocultismo)
como René Guénon sostenía que todo intento de practicar cualquiera de las artes
ocultas representa, para el hombre contemporáneo, un grave peligro mental e
incluso físico [12].
Un autor no católico sino
evangelista, Kurt Koch, de gran experiencia en el tema señala como efectos de
este tipo de actividades:
•En el carácter producen: un aumento agudo y pertinaz de los
afectos, e hipersensibilidad que se manifiesta en accesos de ira, susceptibilidad
explosiva y sexualidad aumentada, es decir, un desborde incontrolado de las
pasiones.
•En el plano de la patología psíquica se producen: alucinaciones,
estados melancólico‑depresivos, apatía, pérdida de ganas de vivir, tendencia
compulsiva al suicidio; y síntomas como los pensamientos hipnóticos, las
obsesiones, las disgregaciones y desdoblamientos de la personalidad que pueden
llegar hasta la locura completa. Incluso puede llegar a la misma obsesión y
posesión diabólica.
•En la vida espiritual y religiosa llevan a la pérdida de la
fe, y producen estados que se caracterizan por la animosidad contra Dios y
contra Cristo, desgano hacia la Palabra de Dios y la oración, pensamientos
blasfemos, piedad simulada y locura religiosa.
•El desarrollo de facultades mediales (emparentadas con el
desdoblamiento de la personalidad) así como la producción de fenómenos
paranormales pueden, según la experiencia de Koch, afectar a los descendientes
del sujeto hasta la tercera y cuarta generación, así como a los lugares (casas,
establecimientos) donde se realizan las prácticas ocultistas [13].
3.
EL GRAN DESAFÍO
Estamos ante una situación muy grave que exige
remedios proporcionados. En algunas publicaciones se insiste, a mi parecer de
modo erróneo, en las causas socioeconómicas del problema. Atormentado, el
hombre recurre a la religión y las creencias para soportar las condiciones de
vida y sus avatares, se lee [14]. No hay
que confundir. Es cierto que gran parte de la gente recurre a tarotistas,
brujos, sanadores y otros rubros, para pedir trabajo o salir de la
desesperación económica que los aflige. Pero esta no es la explicación de la
causa sino la descripción de las consecuencias. Épocas más duras ha conocido la
historia; piénsese si no en las dos grandes guerras que afligieron el siglo XX;
y en esta misma época que vivimos, personas hay que están en condiciones más
ásperas que muchos de los que recurren a estos medios alternativos y sin embargo no lo hacen.
Corremos el riesgo de refugiarnos en
explicaciones sociológicas y económicas. Pero la cuestión aquí es teológica. El
problema afecta a la fe y tiene raíces en la fe. Manifiesta una crisis muy
grave en el plano pastoral y evidencia una insuficiencia en la praxis pastoral
por parte de los responsables de ésta. Probablemente estamos atrapados en una
pastoral de escritorio, prejuiciada (pues es por prejuicios que se han
abandonado métodos pastorales que han dado en el pasado felices resultados) y
lejos de la altura que exigen las circunstancias.
Hay que ir a las raíces. Estamos ante una
reviviscencia del paganismo o una paganización de la religión (no me animo a
decir demonización). Entonces hay que atacar con una evangelización de
profundidad y amplitud.
Por amplitud quiero decir: vasta, es decir, que llegue a las grandes masas.
No basta la cátedra de la escuela ni el ambón de la Iglesia (y ojalá éstas
fuesen más eficaces). Hace falta catequizar por medio de los grandes medios:
televisión, radio, periódicos, revistas de todos los niveles. No podemos seguir
lamentándonos de que las sectas o los movimientos ocultistas bombardean a los
pobres incautos; hay que ganar espacio. Y hay que reconocerlo: los católicos no
evangelizan a través de los medios como deberían; o, al menos, lo hacen con
mucha tibieza. Es cierto que los grandes medios muchas veces no dan lugar a
ello (por el contrario, se ponen al servicio de la confusión que reina en este
campo); entonces no queda otra solución que crear grandes medios católicos; o
aumentar los que ya existen.
Pero aún esto no basta. Es necesario que esta
evangelización sea profunda y capaz de calar hondo. Y esto sólo es posible
tomando en serio el espíritu misionero de la Iglesia. No sólo de la misión ad
gentes, en tierras de paganos; sino de las misiones populares, como las
concibieron San Pablo, San Alfonso, San Luis María Grignión de Montfort y todos
los grandes predicadores populares, los cuales revirtieron situaciones como la
nuestra.
Junto a la misión popular hace falta una
predicación de la fe viva y vivificante, completa y pormenorizada. Incluso,
aunque se escandalicen muchos, hay que decir que es necesaria una buena
formación apologética. San Pedro insta a los cristianos a estar dispuestos a
dar razón de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15), es decir, de las cosas que
creemos y esperamos. Lamentablemente la mayoría de los católicos no estamos hoy
en condiciones de ejecutar el mandato del Primer Papa.
La confusión que reina en cuestiones elementales
de nuestra fe (como las que analizamos en este artículo) lo demuestra. Si San
Juan Bautista se presentase hoy nuevamente no dudaría en predicarnos como a los
judíos: En medio de vosotros está uno a quien no conocéis (Jn 1,26). Porque a
Jesucristo -ese Uno que vive en medio de los cristianos- poco lo conocemos. Si lo
conociéramos más no lo rebajaríamos al nivel de los falsos mesías y tendríamos
más en cuenta la exhortación de la carta a los Hebreos: Ayer como hoy,
Jesucristo es el mismo, y lo será siempre. No os dejéis seducir por doctrinas
varias y extrañas (Hb 13,8-9).
_______________________________
NOTAS:
[1] La superstición es
analizada por Santo Tomás en Suma Teológica, II-II, cuestión 93 y siguientes.
Uso también aquí cuanto expone Antonio Royo Marín, Teología Moral para
Seglares, tomo I, n. 365 y siguientes.
[2] La superstición es la
desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede
afectar también al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo, cuando se
atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas, por otra parte,
legítimas o necesarias. Atribuir su eficacia a la sola materialidad de las
oraciones o de los signos sacramentales, prescindiendo de las disposiciones
interiores que exigen, es caer en la superstición (Catecismo de la Iglesia
Católica, n. 2111).
[3] El culto viene a ser
falso y pernicioso si los actos exteriores que lo expresan tienen un
significado erróneo. Sería el caso, por ejemplo, de que se celebren todavía
bajo la ley nueva las ceremonias de la ley antigua, porque éstas no eran sino
figurativas de la futura pasión de Cristo, y su empleo actualmente parecería
significar que los misterios de Cristo aún están por venir. Asimismo sería una
falsedad el ofrecer a Dios un culto en oposición a las reglas establecidas por
la Iglesia: esto equivaldría a substituir a la religión auténtica establecida
por la autoridad divina una iniciativa o una tradición completamente humana.
[4] Catecismo de la Iglesia
Católica, nº 2115-2116.
[5] Cf. Royo Marín, I, nº
368. No me refiero,
evidentemente, a la prestidigitación o ilusionismo.
[6] Catecismo de la Iglesia
Católica, nº 2117.
[7] Cf. Declaración del
Santo Oficio del 4 de agosto de 1856: Dz 1653-1654.
[8] Clarín, 12/11/00,
sección Zona, p. 4.
[9] P. Alberto Ezcurra, en
la recensión al libro de Malachi Martin, El rehén del diablo, en Revista Mikael
18 (1978), 146.
[10] Pensemos, por ejemplo,
en Marsall Applewhite, fundador de la secta Puerta del Cielo que hizo suicidar
a 39 de sus miembros en marzo del año pasado para poder engancharse en la nave
espacial oculta en la cola del cometa Hale Bopp, en David Koresh quien se creía
el Mesías y trajo la muerte de la mayoría de sus seguidores que termiranon
calcinados en su fortaleza de Waco, Texas, en 1993, en Jim Jones que se suicidó
en Guyana con mil de sus seguidores; en Shoko Asahara, lider de la secta Aum
Shinrikyo (Verdad Suprema) que inundó de gas sarín los subterráneos de Tokio,
etc.
[11] Ebon, Martín, y otros,
La trampa de Satanás, Troquel, Buenos Aires 1978. Este libro tiene datos
interesante, pero contiene también muchos errores.
[12] Lo dice Mircea Eliade
hablando de la posición de Guénon en: Ocultismo, brujería y modas culturales,
Marymar, Buenos Aires 1977, pp. 105-106.
[13] Citado por Alberto
Ezcurra, La moda del ocultismo, Mikael 30 (1982), 23-25.
[14] Clarín, citado, p. 4.
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