sábado, 7 de noviembre de 2020

DINERO

DINERO EN LA LÓGICA CRISTIANA

Los 6 principios cristianos para manejar el dinero como a Dios le gusta y dando fruto abundante.

Por: Redacción | Fuente: Religión en Libertad

Hay principios morales referidos al dinero que no son necesariamente cristianos, sino que cualquier pagano o ateo honrado los practica: pagar un precio justo, no robar, no estafar, cumplir con los deberes fiscales, tener prudencia en los gastos, no despilfarrar…

Frente a eso, hay un enfoque específicamente cristiano, que considera que el dinero –y todos los otros recursos, talentos y riquezas- están al servicio de Dios y la expansión del Reino de Dios (un "reino" que la Biblia define como “justicia, paz y el gozo del Espíritu”).

En el Encuentro de Nueva Evangelización ENE 2015 de Astorga, el responsable de economía de la comunidad Fe y Vida, Jairo Alonso, dirigió un taller explorando estos principios cristianos aplicados al dinero. Fe y Vida (feyvida.com) es una comunidad católica de laicos y familias cuyos miembros pagan un diezmo (habitualmente –pero no siempre- un 10% de su sueldo) para las actividades solidarias, misioneras y evangelizadoras de la comunidad, lo que permite manejar una cierta cantidad de dinero “para el Reino” y hablar del tema con conocimiento de causa.

Esto es para cristianos convertidos
Jairo Alonso empezó su exposición dejando claro que estas ideas son para cristianos “convertidos”, maduros, que son aquellos que han dicho a Dios “toma mi vida, y mis cosas y haz lo que quieras con ellas, dirígelas”. No son para neófitos.

Un primer elemento a tener en cuenta es que la lógica de un mundo caído y de unos seres humanos temerosos no es la lógica de Dios y de los hijos de Dios transformados por Él. Jairo Alonso apuntó que el hombre, sintiéndose más frágil que muchos animales, intenta sentirse seguro rodeándose de cosas y dinero como protección. Además, entre las distintas culturas humanas, la del Occidente moderno es especialmente dada a alentar el consumismo.

Para dejar claro que la sabiduría del Evangelio chocará con la lógica mundana, Jairo dio una lista de ejemplos.

- El mundo grita: “busca seguridad”. Jesús dice: “fíate”.
- El mundo dice: “ten, acapara”. Jesús dice: “da”.
- El mundo dice: “acumula poder”. Jesús, dice: “sé servidor, los últimos serán los primeros”.
- El mundo dice: “consume placer”, Jesús dice: “estad alegres, tened gozo en vuestro corazón”.
- El mundo dice: “lo que importa es el ahora”. Jesús dice: “guarda riquezas en la vida eterna”. 

Un criterio básico para vivir como cristiano está en la Biblia en Romanos 12: “No viváis según los criterios del tiempo presente, sino según la voluntad de Dios, según lo bueno, lo grato, lo perfecto”.

La vida económica del cristiano es distinta
Un cristiano, por lo tanto, no puede vivir igual que vive un pagano, ni siquiera como un pagano virtuoso u honrado. La vida económica del cristiano ha de ser distinta a la del mundano.

Además, lo que un cristiano hace con el dinero es mirado con atención por los no cristianos, tiene un elemento de evangelización y testimonio importante.

Otro criterio básico cristiano tiene que ver con una generosidad confiada en Dios, que queda resumida en 2 Corintios 9, 6-10: “El que siembra poco, cosecha poco, el que siembra mucho, cosecha mucho”. O en la parábola de los talentos: el Amo se enfada cuando ve que un siervo no puso a rendir su talento, sino que lo ocultó. El Amo pide sembrar, esforzarse en dar fruto, no ocultar y acaparar.

6 GRANDES PRINCIPIOS
Jairo Alonso repasó los 6 grandes principios “para la gestión económica en el Reino de Dios”, es decir, para manejar el dinero en clave cristiana, a partir de esa lectura de 2 Corintios.

1. La generosidad llama a la generosidad: va ligado a que quien siembra con generosidad cosecha con generosidad; en la generosidad hay un círculo virtuoso que se retroalimenta.

2. Actitud de corazón convencido: el cristiano ha de dar según el corazón, no de mala gana o a la fuerza. “Jesús no nos deja una tabla de salarios, nos pide dar convencidos”, insistió Jairo.

3. Dar con alegría: “Piensa que no eres dueño de tu dinero, sino solo gestor de ese dinero que es de Dios, igual que todo lo demás también es de Dios; ese pensamiento te puede ayudar a gestionar dando con alegría”.

4. Tener clara la prioridad: la prioridad es Dios. “Dios, de hecho, es lo único. Todo lo demás son dones de Dios.”

5. El favor de Dios fluye siendo generoso. “Dios os dará todo lo necesario para vuestra siembra y la hará crecer”, es una enseñanza bíblica. “Si entras en una lógica de honradez y generosidad la generosidad de Dios empieza a fluir y te ayuda”, planteó Jairo.

6. Dios multiplicará. “Producirá una gran cosecha”. Lo que empezaba como una inversión llega cada vez a más gente y produce cada vez más frutos y más bien.

Esos son los principios bíblicos para manejar el dinero con lógica cristiana, y no mundana o consumista. Pero además hay al menos 4 cosas prácticas que cualquier cristiano puede empezar a practicar en seguida:

4 prácticas cristianas de eficacia espiritual inmediata:

a) Relaciónate con pobres. “Si no tratas con pobres vives en un mundo burbuja y fantasioso, eres ciego al sufrimiento real. Cuando te relacionas con pobres, aumenta tu generosidad”.

b) Practica el desprendimiento. Consiste en aprender a no apegarse a las cosas, a vivir con menos cosas…

c) Fomentar la austeridad Cuidado: vivir y fomentar la austeridad no significa caer en la racanería, y menos aún en las cosas que sirven para extender el Reino de Dios.

d) Paga el diezmo. Para Jairo Alonso y en la experiencia de muchos años de la Comunidad Fe y Vida, es una gran ayuda a la vida cristiana. “El diezmo voluntario provoca un crecimiento espiritual, vital, como cristiano”. Pone el ejemplo del famoso pastor evangélico Rick Warren, quien explicaba que empezó dando un 10%. Ahora, vendiendo millones de libros, da un 99% de sus ingresos. Sigue viviendo en la misma casa, tiene el mismo tipo de coche, etc… “El diezmo no es un porcentaje: es lo que cada uno con corazón generoso discierne que ha de dar”.

La posesividad y el apego al dinero es una forma de esclavitud y una falsa seguridad que impide dar fruto para Dios

 

20 AÑOS VIENDO LOS FRUTOS DE DAR DIEZMO

A modo de testimonio, habló en este taller Anabel Quintanal, la esposa de Josué Fonseca, el fundador de Fe y Vida, que durante 20 años fue la responsable financiera de la comunidad.

“En mayo de 1986, a los 15 años, me arrodillé ante Dios y le dije que le entregaba mi vida. Fui aprendiendo a ser cristiana en todas las áreas de mi vida, también en la económica”, explicó. “Como a casi todo el mundo en nuestra sociedad, también a mí me educaron para pensar que el dinero sería lo que me daría fuerza y seguridad en mi vida”.

Al crecer en la fe, entendió que tras la conversión del corazón ha de llegar la conversión del bolsillo”. Le parece muy expresivo de lo que es el cristianismo en nuestra sociedad el hecho de que “hay cristianos que dan muchísimas horas a la Iglesia y a Dios, le dedican mucho tiempo, mucho voluntariado… y, sin embargo, para ellos el dinero es un tabú; ni lo dan ni explican lo que cobran para evitar ser juzgados”.

Anabel habla acerca de la experiencia de una comunidad católica de laicos, con estatutos, normas internas y compromisos, que se acompañan unos a otros. “En Fe y Vida siempre hemos dado mucha importancia al tema de la conversión del bolsillo, a poner la confianza en Dios, también en el dinero. Tomamos las decisiones sobre dinero acompañados y aconsejados con otros hermanos, con un director espiritual, en discernimiento. Desde el inicio de Fe y Vida predicamos sobre el desprendimiento, el librarnos del apego a las posesiones. Me parece indispensable dar el diezmo para la Iglesia y el Reino de Dios”.

Anabel, como profesional, laica y madre de familia, señala que precisamente los sacerdotes son los que tienen más difícil el predicar a sus feligreses sobre el dinero, al menos en España. “Si piden dinero, quedan fatal”, admite.

Pero ella cree que esa predicación es necesaria porque “hemos de enseñar que no crecerás espiritualmente si no compartes económicamente, porque es necesario romper ese espíritu malo de control”.

La libertad y la seguridad vienen de Dios, y no del dinero

Poniendo su ejemplo personal declaró: “Mi sueldo es de 1.800 euros y yo diezmo 180. Si quisiera organizar algo para servir a Dios con 180 euros, no conseguiría casi nada. Pero juntándonos varios hermanos, con el diezmo sumado de 40 o 50 hermanos juntos, ahí sí hay capacidad para poner en marcha proyectos. En Fe y Vida nunca hemos dejado de hacer ningún proyecto por falta de dinero. Hemos desistido de algunos proyectos porque faltaban las personas adecuadas, pero nunca por falta de dinero, gracias a los diezmos. En Hechos 2,42 vemos que los cristianos ‘se reunían, rezaban juntos, escuchaban las enseñanzas y compartían los bienes’.”

Anabel da más detalles de cómo se vive esto en Fe y Vida: “Cuando alguien se compromete en Fe y Vida da la décima parte de lo que ingresa. Eso va a un fondo común. Con eso pagamos algunos locales y el resto va para proyectos de evangelización, de misiones, del Tercer Mundo… Una vez pagamos el sueldo de 8 profesionales sanitarios que trabajaban con niños pobres en Argentina, varios años. También pagamos unos comedores en Colombia. Y unos pisos de acogida. Si combinas el tener gente adecuada y el dinero necesario sale el proyecto".

Y concluye diciendo: "La combinación de comunidad y diezmo da muchos frutos. Y en esa cultura de desprendimiento, de riesgo, es más fácil ver la Gloria de Dios y su Providencia”.

¿TAMBIÉN LOS RICOS SE SALVAN?

Lo importante es no usar nuestros bienes para servirnos a nosotros mismos y a nuestros caprichos sino para ayudar a los demás.

Por: P. Sergio A. Córdova | Fuente: Catholic.net

Esta pregunta parece superflua o tonta, pero no lo es tanto. Al menos, a juzgar por las palabras de nuestro Señor: "¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de los cielos!". Los mismos discípulos se quedaron extrañados al oírle expresarse así. Y Jesús, con su conducta habitual, en vez de apaciguar el tono de sus sentencias, lo hace todavía más rotundo: "Sí, hijos, más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios". Los discípulos se espantaron aún más -nos refiere san Marcos- y comentaban: “Entonces, ¿quién puede salvarse?".

Hace no mucho tiempo algunos teólogos católicos, así llamados de la "teología de la liberación", trataron de manipular el mensaje de Cristo -sobre todo en los países de América Latina- diciendo que la Iglesia debía ocuparse sólo de los pobres y marginados; e, inspirándose en la filosofía marxista, preconizaban la lucha de clases dentro de la misma Iglesia. ¡Qué aberración! Y, tristemente, todavía hay muchos sectores eclesiásticos que siguen pensando y opinando lo mismo...

Sin embargo, hay que hablar con la verdad del Evangelio: nuestro Señor nunca condenó la riqueza ni los bienes terrenos por sí mismos. Es más, entre sus amigos y discípulos se encontraban José de Arimatea y Nicodemo, que eran hombres ricos; Jesús se hospedó en la casa de Zaqueo y de Simón el fariseo, que también tenían grandes riquezas; entre sus apóstoles se contaba uno que había sido publicano, o sea, recaudador de impuestos. Y además, aceptaba en su compañía a “algunas mujeres que le asistían y le ayudaban con sus bienes” –nos refiere san Lucas—. Lo que nuestro Señor condena es, pues, el apego desordenado a las riquezas y a los bienes terrenos, el "hacer depender de ellos la propia vida" y el "acumular tesoros sólo para sí mismos" (cfr. Lc 12, 13-21).

Y es que el apego desmedido al dinero lleva al hombre a la avaricia y a la más completa ceguera hasta el punto de olvidar lo más importante en la vida: "¡Necio! –llamó nuestro Señor en una de sus parábolas a un avaro-; esta misma noche te van a reclamar el alma. Todo lo que has acumulado, ¿para quién será?" (Lc 12, 20). La avaricia hace mucho más difícil la entrada al Reino de Dios no por las riquezas en sí mismas, sino porque se convierten en una idolatría. Por eso dijo Jesús que "no se puede servir a dos señores, porque se ama a uno y desprecia al otro; no se puede amar a Dios y al dinero" (Mt 6, 24). Y esto fue lo que le ocurrió al joven rico del evangelio de hoy. Y eso fue también lo que le pasó a Judas Iscariote, que entregó a Cristo por treinta miserables monedas de plata.

Pero está claro que tanto los ricos como los pobres son hijos de Dios, y tanto unos como otros pueden ser no sólo buenos cristianos, sino también santos. Ha habido muchos reyes y reinas, príncipes y nobles que han sido ejemplos preclaros de virtud y de santidad, y sus riquezas no les han impedido su camino hacia Dios. Allí están san Enrique, san Luis de Francia, santa Isabel de Hungría, santa Brígida de Suecia, san Francisco de Borja, santa Margarita de Escocia, san Wenceslao, san Casimiro y miles más.

Las riquezas son algo accidental, y deben ser un medio más para vivir y para servir mejor a Dios y al prójimo. Cuando el dinero no se usa para eso, es entonces cuando comienzan los problemas... y ahora sí nuestro Señor condena. De aquí nace la prepotencia, la soberbia, la avaricia desenfrenada, el maquiavelismo, la injusticia diabólica y la corrupción de muchos ricos y poderosos de la tierra que sólo se sirven a sí mismos y a sus propios intereses… Es entonces cuando la riqueza se convierte en un gravísimo peligro y un obstáculo para la propia salvación. Y así se cumple la palabra del Señor: "es más fácil a un camello entrar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de los cielos".

Lo importante es, pues, cómo usamos de los bienes: si le damos gracias a Dios porque nos da elementos para vivir y descansar, y con ellos ayudamos a nuestros semejantes, o si sólo nos servimos a nosotros mismos y a nuestros caprichos. Pero, ¡atención!, no hay que ayudar a los demás sólo con las migajas que nos sobran y que caen de nuestra mesa, sino con verdadera generosidad. Sólo así vamos por el recto camino.

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