Que la libertad de expresión, en los últimos años, se ha visto, de hecho, limitada en varios países occidentales es una realidad. En mi país, en concreto, son varios los campos en los que lo políticamente correcto va a pasarse a sustanciarse en leyes.
Siempre
me opuse a que un marido pudiera ser encerrado en la cárcel por mera la
acusación de su esposa. Nadie podía acusarme de haber pegado a mi mujer y
tener, por tanto, intereses ocultos en esa defensa. Este es un tema en el que
el que disienta de la opinión pública será crucificado mediáticamente.
Que jamás
un ciudadano puede ser encarcelado por la mera palabra de otro ciudadano parece
elemental. Pero no basta la flagelación mediática, son varios los campos en los
que la presión de la masa pasará a convertirse en leyes.
Un hecho
no delictivo (por ejemplo, qué pienses de una determinada época histórica) pasa
a ser delictivo. Y poner en duda la legitimidad de la ley pasa a ser apología
del hecho delictivo.
Son
preferibles los abusos puntuales por un exceso de libertad, que cercenar la
libertad de todos por el hecho de que alguna vez haya un abuso.
Lo triste
es observar lo poco independientes que son los sistemas legislativos en
nuestras constituciones europeas. He revisado varias constituciones y me he
quedado sorprendido al ver que la división de poderes no existe en varios
lugares ni siquiera sobre el papel.
Que me
corrija alguien si estoy equivocado, pero la Cámara de los Lores solo puede
retrasar la aprobación de leyes. En Hungría es peor, las leyes las aprueba el
parlamento porque su sistema constitucional es ¡unicameral!
Increíble.
No me lo podía creer. ¡Unicameral! No hay senado. Ahora bien, ¿realmente
estamos los demás países más protegidos en cuanto a la división de poderes? Por
supuesto que no. Simplemente, tenemos el espejismo de esa separación de
poderes.
Nos
enfrentamos, dentro de pocos años, al tremendo reto de la defensa de la
libertad de expresión en Europa. Y no tenemos división de poderes. Al menos,
reconozcámoslo.
En toda
Europa sí que hay un sistema judicial independiente, ¡pero
atado a las leyes!
En fin,
esto es lo que hay y no hay que ser profeta para suponer qué va a suceder en
los próximos años. El catolicismo ortodoxo tiene todas las razones para temerse
lo peor, porque no va a haber quién le ampare ante la opinión pública de la
masa linchadora, ante los partidos políticos, ante los jueces que se verán
obligados a aplicar leyes y más leyes acerca de lo que tenemos que pensar.
No sería
mala cosa que los obispos de toda Europa, de forma coordinada, lanzaran un
llamamiento a la sociedad para que se hiciera consciente de que no hay división
de poderes. Un llamamiento para despertar al Pueblo acerca de eso y solo de
eso. En realidad, pensando en lo que va a venir.
Hay que plantear la batalla ahora, en el
campo de las reglas del juego. De lo contrario, con estas reglas del juego,
estamos perdidos más adelante. Mejor ahora, en frío, plantear la cuestión en
todo su dramatismo, en general, que hacerlo cuando nos tengamos que defender a nosotros mismos.
P. FORTEA
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