Debemos buscar renovar nuestra opción por Cristo ser leales a nuestro verdadero Rey.
Por: Sebastián Rodríguez | Fuente: Navegando entre
ideas
En 1908 Hilaire Belloc renunció a su escaño en
el Parlamento Británico porque sus oponentes decían que su fidelidad a la
Iglesia Católica le impediría ser objetivo en sus decisiones. Tomó la palabra
en el Congreso y dijo con voz valiente, clara y decidida: “Señores, yo soy católico. Siempre y cuando me es posible,
voy a Misa todos los días. Esto (mostrando un paquete sacado del bolsillo), es
un Rosario. Siempre que puedo, me pongo de rodillas y lo rezo cada día. Si me
rechazan a causa de mi religión, agradezco a Dios por haberme ahorrado la
humillación de ser su representante”.
Algunos medios de comunicación incitan a la sociedad a guardar nuestra religión
en casa y a mantenerla fuera del público. Pero si no defendemos ni proclamamos
los valores cristianos en la sociedad, ¿qué valores
se enseñarán en el mundo? Si no continuamos ofreciendo a Cristo al mundo
a nuestra cultura, ¿en qué se transformará nuestra
sociedad?
Sabemos que hoy eso no es fácil de vivir. Después del discurso de Belloc el
congreso quedó mudo por un minuto y luego rompió en un aplauso efusivo.
Finalmente Belloc ganó esa elección y muchas otras. Pero es un ejemplo de hace
100 años y para muchos puede significar obsoleto.
Hace poco, el 5 de octubre de 2011, Sarah Palin nos dejó otro gran ejemplo. Una
mujer protestante que muestra, con valentía, sus valores cristianos al mundo.
Con esto no quiero entrar en política, ni tampoco juzgar sus deseos y
decisiones, pero quiero enfocarme únicamente en la bravura de sus palabras en
público para defender un valor cristiano. Estamos hablando de una candidata con
algunas posibilidades de alcanzar la presidencia de los Estados Unidos, que
decide renunciar a su candidatura para conservar sus valores cristianos. Con
sus palabras: “Después de mucha oración y de una
consideración seria, he decidido que no buscaré ser nombrada presidente de los
Estados Unidos. Como siempre, mi familia va primero y obviamente Todd y yo
hemos tenido en consideración nuestra vida familiar antes de tomar esta
decisión. Cuando servimos nos enfocamos en Dios, la familia, y el país. Mi
decisión mantiene ese orden”. Dios, la familia, el país. ¡Qué ejemplo!
Debemos buscar renovar nuestra opción por Cristo. Ser leales a nuestro
verdadero Rey. Es cierto que los placeres, las posibilidades y las
preocupaciones de esta vida son reales. Ellas fungen como un imán potente que
intenta monopolizar nuestra atención. Pero sabemos que Cristo es más fuerte y
que tiene mucho más que ofrecernos. En primer lugar, nos ofrece la vida eterna
y, por lo mismo, nos da el significado, el objetivo, la sabiduría y la fuerza
de su gracia.
Al mismo tiempo, Cristo es Rey, un verdadero Rey. Por lo tanto, no es un
tirano. Nos ofrece la ciudadanía en su Reino, pero nos deja libres para aceptar
o rechazar su invitación. Por eso es importante renovar nuestra aceptación,
nuestra lealtad hacia Él. Cada uno en su vocación específica puede decirle a
Dios: me quiero entregar más a ti. Dame
fuerzas para ser generosos. Enséñame a preferir el bien del otro, antes que el
mío. Ayúdame a ser un fiel cristiano en esta sociedad.
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