Cuenta la leyenda que un sacerdote corpulento discutió con un taxista ateo allá lejos hace tiempo en Buenos Aires. En el calor de la discusión, el taxista le pegó un bofetón al sacerdote, y lo desafió: «Ahora tenés que poner la otra mejilla».
A lo que el sacerdote
respondió, efectivamente mostrando su otra mejilla, y el taxista aprovechó para
pegarle otro robusto bofetón. El sacerdote dijo entonces «hasta aquí tenía instrucciones», y le pegó al
taxista una paliza de antología.
¿LA SAGRADA ESCRITURA SE PUEDE LEER MAL?
Muchas veces, cuando leemos el
Evangelio, tenemos tendencia a interpretar las cosas de un modo determinado que
a nosotros «nos parece». Como el curita de
la leyenda, lo seguimos «al pie de la letra» y
después hacemos tonterías pensando que esas tonterías son «evangélicas».
Pero nos olvidamos muchas
veces que la interpretación de las escrituras no es una cuestión personal, ni
una cuestión de opiniones, sino que las escrituras deben ser leídas
e interpretadas por aquellos que tienen la gracia de estado para hacerlo.
¿Y quiénes
tienen la gracia de estado? ¡Pues los obispos, en comunión con el papa! Por eso, cuando escucho a un
obispo interpretar la palabra de Dios siempre estoy atento a encontrar la
verdad que, a manos llenas nos regala Nuestro Señor desde la lectura de las
Escrituras.
Y uno de los obispos a los que
escucho con mayor placer es al Obispo Robert Barron. El «Bishop Barron» como le dicen en Inglés, es un campeón, muy
inteligente, muy preparado, uno de los hombres más brillantes de la Iglesia
Norteamericana.
Podría hacer disquisiciones
teológicas profundísimas (de hecho las hace en los muchos cursos que ofrece su
instituto «Word on Fire»)
pero cuando se acerca a las Escrituras lo hace con una sencillez y una
profundidad que cualquiera puede entenderlo y cualquiera puede sacar provecho.
LA SAGRADA ESCRITURA NO PUEDE SER OBJETO DEL «LIBRE
EXAMEN»
Una de las cosas que sostienen
nuestros hermanos separados, los protestantes, es que todos y cada uno de los
bautizados tenemos la «gracia de estado» para
leer e interpretar la Sagrada Escritura.
A eso llaman el «libre examen», y juntado eso a la «sola scriptura», es decir a seguir solamente el
texto de la Sagrada Escritura como única guía, ha llevado a nuestros hermanos
separados a ser eso: separados.
Las iglesias evangélicas se
caracterizan especialmente por ser una cantidad enorme de iglesias «separadas» y cada discusión lleva a nuevas
divisiones por esa manía del «libre examen». Si
cada uno interpreta lo que quiere, entonces cualquiera puede fundar una nueva
iglesia, y las divisiones están a la orden del día.
La Sagrada Escritura puede
malinterpretarse, y de hecho se hace. Hasta el Diablo usaba la Sagrada
Escritura para tentar a Cristo, pero vemos que Nuestro Señor también lo refuta
con la Sagrada Escritura. ¿Cómo puede ser esto
posible?
La clave está en que cuando
Nuestro Señor instituyó la Iglesia la instituyó sobre Pedro, dándole el poder
de atar y desatar, y desde allí hasta hoy, Pedro y los apóstoles, y en ellos
sus sucesores, el papa y los obispos son aquellos que están autorizados a
interpretar la Sagrada Escritura, y cuando lo hacen, tenemos que poner
atención, porque Dios Nuestro Señor habla a través de ellos.
No quiero decir que siempre
que un obispo predique va a decir toda la verdad, pero sí que podremos
encontrar cosas que nos iluminen el camino para nuestra fe del día de hoy, para
nuestras necesidades espirituales de aquí y de ahora.
Pero antes de seguir con el
artículo, te sugiero que escuches atentamente las palabras del obispo Barron,
porque voy a hacer algunos «spoilers» sobre los profundos temas que toca.
LA CORRECCIÓN FRATERNA INTERPRETADA POR EL OBISPO
BARRON
Cada vez que leí estas
palabras del Evangelio, pensé que había que hacer más o menos lo que hizo el
curita del cuento al principio del artículo: tratar a los que pecan contra
nosotros como paganos y publicanos, luego de la famosa «corrección
fraterna» era para mí dejar de tratarlos, o desentenderme del problema.
Sin embargo, el obispo Barron
le da una nueva lectura, que, confieso, es la primera vez que escucho y que me
parece brillante, y además completamente adecuada: hay que tratar a
los que pecan contra nosotros con mayor caridad incluso, aun cuando persistan
en su error y su pecado.
Porque, como dice el obispo ¿Cómo trataba Jesús a los paganos y a los publicanos?
¡Con extraordinaria caridad! Toda la misión de Nuestro Señor está
circunscripta a estas últimas palabras que dijo aquí en la tierra: «Vayan y prediquen el Evangelio a todas las gentes».
Si alguien pecó contra
nosotros, y aún después de hacerle la «corrección
fraterna» persiste en su error, entonces nuestro trato debe cambiar, ¡Para mejorarlo! Como Jesús, debemos rezar por
aquellos que nos persiguen, debemos seguir predicando el Evangelio, (como san
Pablo, oportuna e inoportunamente) y debemos
hacer un esfuerzo por ir a buscar a la oveja perdida, a aquel hermano que se
separó de nosotros por un error o por tozudez.
No podemos dejar que nuestro
hermano se pierda, y tenemos que estar siempre dispuestos a perdonarlo, por mucho que nos duelan los agravios que nos
hayan hecho. Como Cristo en la cruz, ¡que rezaba
por aquellos que lo estaban crucificando!
LA FRESCURA SIEMPRE RENOVADA DEL EVANGELIO
No tenemos que conformarnos
con «nuestra interpretación» del Evangelio.
Podemos caer en los mismos errores del curita peleón, o en los de nuestros
hermanos separados.
Tenemos que buscar en nuestros
obispos la frescura siempre nueva del Evangelio, que al ser Palabra de Dios, y
ser palabras de vida eterna, tienen un tesoro inagotable de sabiduría, que
nuestros obispos, en comunión con el papa nos dan cada vez que la interpretan
para nosotros.
Por eso te recomiendo que te
suscribas al canal del Obispo
Barron, porque es uno de esos obispos que «están en las redes» y «echan
las redes».
Sus sermones dominicales (que
casi siempre están traducidos al español, y si no lo están el mismo día de la
publicación, lo están al día siguiente) son una fuente siempre renovada de
sabiduría: con ingenio, con caridad y con mucha gracia (de Dios y de la otra
también) el Obispo nos interpreta las escrituras y nos hace entender y amar
cada día más a Nuestro Señor.
Como última recomendación te
animo a participar del curso online «Aprende a orar con las Sagradas Escrituras». ¡Está genial! Seguro
lo disfrutarás de principio a fin.
Escrito por Andrés D' Angelo
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