El Papa Francisco advirtió el peligro de “la religiosidad de fachada” y recordó que la conversión, el cambiar el corazón, es un proceso, siempre una Gracia del Señor recibida.
Así lo indicó el Santo Padre este Domingo 27 de
septiembre antes del tradicional rezo del Ángelus ante fieles reunidos en la
Plaza de San Pedro.
En esta ocasión, las personas presentes en la Plaza de San Pedro
llevaban paraguas debido a la lluvia en Roma. Por ello, el Papa improvisó en su
saludo y dijo: “en mi tierra se dice al mal tiempo
buena cara, con esta cara les digo buenos días”.
Al reflexionar en el Evangelio dominical de San Mateo (21,28-32) en el
cual Jesús relata una parábola de un padre que invita a sus dos hijos a
trabajar en la viña, el Santo Padre destacó que “el
primer hijo responde impulsivamente «no», pero después se arrepiente y va; sin
embargo, el segundo hijo, que enseguida responde «sí», en realidad no lo hace,
no va”.
“Con su predicación sobre el Reino de Dios, Jesús
se opone a una religiosidad que no involucra la vida humana, que no
interpela la conciencia y su responsabilidad frente al bien y al mal”, dijo el Papa quien añadió que “la obediencia
no consiste en el decir «sí» o «no», sino en actuar, en cultivar la viña, en
realizar el Reino de Dios, en hacer el bien”.
Con este sencillo ejemplo, el Papa explicó que “Jesús
quiere superar una religión entendida solo como práctica exterior y
rutinaria, que no incide en la vida y en las actitudes de las personas. Una
religiosidad superficial, solamente un ritual entre comillas, en el feo sentido
de la palabra”.
“Los exponentes de esta religiosidad ‘de fachada’,
que Jesús desaprueba, eran en aquel tiempo «os sumos sacerdotes y los ancianos
del pueblo, los cuales, según la admonición del Señor, en el Reino de Dios
serán superados por los publicanos y las prostitutas”.
En esta línea, el Santo Padre señaló que “esta
afirmación no debe inducir a pensar que hacen bien los que no siguen los
mandamientos de Dios y la moral, y dicen: ‘al fin y al cabo, ¡los que van a la
Iglesia son peor que nosotros!’. No, esta no es la enseñanza de Jesús. Jesús
no señala a los publicanos y las prostitutas como modelos de vida, sino como
‘privilegiados de la Gracia’”.
“Quisiera subrayar esta palabra ‘Gracia’ porque la
conversión siempre es una Gracia. Una conversión que Dios ofrece a
todo aquel que se abre y se convierte a Él. De hecho, estas personas,
escuchando su predicación, se arrepintieron y cambiaron de vida. Pensemos en
San Mateo, por ejemplo, que era un publicano, un traidor a su patria”, indicó.
En este sentido, el Santo Padre destacó también que “en el Evangelio de hoy, quien queda mejor es el primer
hermano, no porque ha dicho «no» a su padre, sino porque después del «no» se
ha convertido en un «sí»”.
“Dios es paciente con nosotros: no se cansa, no desiste después de nuestro «no»; nos deja
libres también de alejarnos de Él y de equivocarnos. Pero espera ansiosamente
nuestro «sí», para acogernos nuevamente entre sus brazos paternos y colmarnos
de su misericordia sin límites”, señaló el Papa.
De este modo, el Santo Padre destacó que “la
fe en Dios pide renovar cada día la elección del bien respecto al mal, la
elección de la verdad respecto a la mentira, la elección del amor del
prójimo respecto al egoísmo” y agregó que “quien se convierte a esta elección,
después de haber experimentado el pecado, encontrará los primeros lugares en
el Reino de los cielos, donde hay más alegría por un solo pecador que se
convierte que por noventa y nueve justos”.
Sin embargo, el Papa recordó que “la conversión,
cambiar el corazón, es un proceso, un proceso de purificación de las
incrustaciones morales; y en ocasiones, es un proceso doloroso, porque no
existe el camino de la santidad sin la renuncia” y reiteró que: “No
hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual. El proceso
espiritual conlleva la ascesis y la mortificación, que poco a poco conducen a
vivir en la paz y en la alegría de las bienaventuranzas”.
“El Evangelio de hoy cuestiona la forma de vivir la
vida cristiana, que no está́ hecha de sueños y de bonitas aspiraciones, sino de
compromisos concretos, para abrirnos cada vez más a la voluntad de
Dios y al amor hacia los hermanos. Pero esto, incluso el pequeño compromiso
concreto no puede hacerse sin la Gracia, la conversión es siempre una Gracia:
‘Señor dame la gracia para ser un buen cristiano’”.
El #EvangeliodeHoy
(Mt 21,28-32) nos interpela sobre la forma de
vivir nuestra vida cristiana, que no está hecha de sueños y de bonitas
aspiraciones, sino de compromisos concretos para abrirnos cada vez más a la
voluntad de Dios y al amor a los hermanos.
— Papa Francisco
(@Pontifex_es) September 27,
2020
Por último, el Santo Padre rezó para que “María
Santísima nos ayude a ser dóciles en la acción del Espíritu Santo. Él es
quien derrite la dureza de los corazones y los dispone al arrepentimiento, para
obtener la vida y la salvación prometidas por Jesús”.
A continuación, el
Evangelio comentado por el Papa Francisco:
Mateo 21,28-32
28 «Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos
hijos. Llegándose al primero, le dijo: Hijo, vete hoy a trabajar en la
viña." 29 Y él respondió: "No quiero", pero
después se arrepintió y fue. 30 Llegándose al segundo, le dijo
lo mismo. Y él respondió: "Voy, Señor", y no fue. 31 ¿Cuál
de los dos hizo la voluntad del padre?» - «El primero» - le dicen. Díceles
Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que
vosotros al Reino de Dios. 32 Porque vino Juan a vosotros por
camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las
rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después,
para creer en él.
Redacción ACI Prensa
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