martes, 8 de septiembre de 2020

JOHN ZMIRAK: «NO DIRÉ BLACK LIVES MATTER»

Comentarista católico norteamericano

John Zmirak argumenta que los católicos no deben apoyar al movimiento Black Lives Matter ni repetir sus consignas, por ser un movimiento de origen marxista que incita mediante la violencia al odio entre las distintas razas.

(InfoCatólica) El movimiento Black Lives Matter, surgido en Estados Unidos y protagonista de grandes manifestaciones y disturbios contra el racismo y la injusticia racial en los últimos meses, suscita entusiastas apoyos y apasionados rechazos entre los ciudadanos norteamericanos. Los católicos, que forman el 20 % de la población, no son una excepción.

Tras la muerte de George Floyd durante una detención policial, hecho que motivó las primeras manifestaciones, las reacciones de los obispos católicos ante el movimiento encabezado por Black Lives Matter fueron generalmente elogiosas. Los obispos de California, por ejemplo, en una declaración pública, afirmaron que las manifestaciones destinadas a luchar contra el «racismo pasado y presente» habían «proporcionado una audaz nueva esperanza para cada estadounidense» y la Conferencia Episcopal norteamericana tomó diversas medidas para combatir el racismo entre los católicos, siguiendo el camino marcado por diversas grandes empresas multinacionales.

El obispo de El Paso (Texas), Mons. Mark Seitz, se arrodilló públicamente para pedir perdón por las «injusticias raciales», sosteniendo un cartel con la leyenda Black Lives Matter y rodeado de varios de sus sacerdotes. Posteriormente, declaró que ese tipo de iniciativas eran «profundamente eucarísticas» y que «hoy, nos encontramos con Jesús en los que sufren ataques con gases lacrimógenos y pistolas eléctricas o son estrangulados y eliminados», en clara referencia a George Floyd, otros detenidos de raza negra y los manifestantes de Black Lives Matter. Unos días más tarde, el Papa Francisco llamó al obispo para felicitarle por su actuación.

Después de más de tres meses de manifestaciones, disturbios, incendios provocados, violencia callejera y numerosos muertos por todo el país, sin embargo, el entusiasmo de los obispos se ha ido enfriando. La opinión de los ciudadanos en general y de los católicos en particular se ha ido haciendo cada vez más contraria a un movimiento que va dejando en su estela barrios arrasados y cada vez más violencia.

En ese sentido, John Zmirak, conocido comentarista católico estadounidense, se pregunta en un artículo publicado el 4 de septiembre en la revista The Stream si los católicos «deberíamos decir «black lives matter» [es decir, «las vidas de las personas negras importan»], como hizo Mons. Seitz. Al responder a su pregunta, Zmirak señala inmediatamente que sin duda debemos afirmar la verdad que, en sí misma, encierra la afirmación: las vidas de las personas negras, por supuesto, importan.

En cambio, la «organización que tomó esa frase como su lucrativa marca registrada y su nombre significa algo radicalmente diferente». El articulista explica que «al repetir su nombre como un mantra, estamos ayudando a que esa organización se enriquezca y adquiera más poder, y, por lo tanto, a que se haga más poderosa».

En su artículo, titulado «Por qué no diré ‘Black Lives Matter’», Zmirak explica que una de las fundadoras del movimiento Black Lives Matter, Patrisse Cullors, era la discípula de un terrorista norteamericano de ideología comunista y pasó años instruyéndose en la ideología y las tácticas marxista-leninistas. Su mentor, Eric Mann, era miembro de un grupo (Weather Underground) que realizó diversos atentados con bombas contra edificios gubernamentales y estaciones de policía en los años sesenta y setenta. La propia Cullors, en un vídeo de 2015, reconocía que tanto ella como los demás fundadores de Black Lives Matter son «marxistas entrenados».

A esto se suma, según Zmirak, que multitud de «matones izquierdistas están exigiendo que la gente repita la frase mágica como una fórmula religiosa». Con ello se refiere a la nueva táctica que están poniendo en práctica algunos manifestantes de acudir en masa a las terrazas de los restaurantes y atemorizar a los clientes hasta que gritan «Black Lives Matter» y levantan el puño en alto o abandonan el local. Así ha sucedido recientemente en varias ocasiones, por ejemplo, en Washington D.C. y en Rochester (Nueva York). Con la excusa de que «el silencio blanco es violencia», los manifestantes pretenden que todo el que no proclame con entusiasmo su adhesión a Black Lives Matter es racista. «Solo por esa razón», dice Zmirak, «nadie debería hacerlo».

En lugar ceder al chantaje, Zmirak propone decir algo diferente al eslogan de la organización, que sea «más profundo y tenga más sentido», como «las vidas de las personas negras, nacidas o no nacidas, son sagradas», e incluso pedir a los manifestantes que repitan esta frase. «Por supuesto, la mayoría de ellos no lo harán. Eso iría contra su religión, que es el abortianismo».

En efecto, la mayor causa de muertes de personas negras en los Estados Unidos, con grandísima diferencia, es el aborto: más de un tercio de todos los abortos provocados del país se realizan a mujeres de raza negra y unos mil niños negros no nacidos mueren cada día por esta causa. Casi uno de cada tres niños negros es abortado antes de nacer. Aun así, Black Lives Matter se muestra indiferente o favorable al aborto y cuenta con el apoyo de las principales compañías y organizaciones abortistas. En la página web de Black Lives Matter, se dice que uno de sus compromisos es «perturbar la estructura de familia nuclear prescrita por Occidente» y liberar a la población negra del «férreo puño del pensamiento heteronormativo», desmantelando el «privilegio cisgénero».

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