El Superior General de la Orden de Frailes Menores Capuchinos, Fray Roberto Genuin, destacó que el ejemplo del Padre Pío puede ayudar a afrontar la pandemia del coronavirus ya que el Santo de los estigmas muestra que hay un solo salvador que es Jesucristo.
“La condición de gran preocupación, de desencanto y
de sufrimiento que todo el mundo está sufriendo por esta pandemia debería
conducirnos al menos a reflexionar que verdaderamente hay un solo pastor verdadero
que protege a los suyos, a sus ovejas, que las conoce, las conduce, que las
defiende, para las cuales da su misma vida”, dijo el
sacerdote en la Misa de Vísperas de la Fiesta del Padre Pío de Pietrelcina,
celebrada el martes 22 de septiembre en la iglesia conventual Santuario de
Santa Maria delle Grazie, en la localidad italiana de San Giovanni
Rotondo.
Este pastor es “el Señor Jesús, el Hijo del
Padre que se hace hombre para reunirse con nosotros y acepta libremente ser
crucificado. Él sí es verdadero centinela para cada uno de nosotros y todo el
mundo”.
Esto, explicó, contrasta con el hecho de que la pandemia ha mostrado la
inconsistencia de tantos “maestros” que
pretendían ser “salvadores de la humanidad”.
“¿Cuántos maestros se presentan como salvadores de
la humanidad? ¿Cuántos ofrecen felicidad fácil pero venenosa? ¿Cuántos
pretenden saberlo todo y ser omnipotentes, y luego basta un minúsculo virus
para mostrar la inconsistencia de sus suposiciones?”,
Asimismo, Fr. Genuin reflexionó sobre una enseñanza de San Francisco de
Asís que también puede ayudar a superar las dificultades del momento
actual.
Ante la cuestión planteada por un fraile que reconocía que en ocasiones
no había tenido la valentía de advertir a quien sabía que estaba en peligro
porque se encontraba en pecado mortal. “Y
continuaba expresando a Francisco su preocupación. ‘¿Se me pedirán cuentas a mí
de sus almas?’”.
En su respuesta, “San Francisco le sugirió
esta explicación: ‘Yo lo veo así. El siervo de Dios debe tener en sí mismo el ardor
de santidad de vida, debe ser capaz de llenar todos los vacíos con la luz del
ejemplo y la elocuencia de su conducta. Así, el esplendor de su vida, su buena
fama pondrá de manifiesto a todos su iniquidad’”.
“Esta respuesta gustó mucho a aquel docto fraile, y
comentó la respuesta con los compañeros de Francisco: ‘Hermanos míos. La
Teología de este hombre, surgida de la pureza de la contemplación, vuela como
un águila. Nuestra ciencia, en cambio, se cae por tierra’”.
San Pío de Pietrelcina, nacido en 1887, fue un fraile y sacerdote
italiano, perteneciente a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que
recibió los estigmas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado.
San Pío de Pietrelcina se hizo célebre también por haber obrado milagros
en vida y por los dones extraordinarios que Dios le concedió.
Uno de esos dones tuvo que ver con una extraordinaria capacidad para
acercarse y entender el alma humana, a tal punto que muchas veces fue capaz de
leer los corazones y las conciencias de quienes se acercaban a él.
Esa capacidad para ver integralmente el alma humana, que brotaba de la
caridad que movía su corazón al servicio de la gente, lo convirtió en un
confesor único. Es sabido que muchos fieles acudían a él con el propósito de
confesarse, en busca de ese rostro de Dios que siempre acoge al pecador.
El Padre Pío falleció el 23 de septiembre de 1968, después de horas de
agonía repitiendo con voz débil “¡Jesús, María!”, y
fue canonizado el 16 de junio de 2002 por San Juan Pablo II.
Redacción ACI Prensa
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