“Donde surge la Cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación del hombre mediante el amor. Donde se levanta la cruz, está la señal de que se ha iniciado la evangelización”, decía el Papa San Juan Pablo II.
La exaltación de la Cruz, la Iglesia la celebra cada 14 de septiembre.
Por la señal de la
Santa Cruz. De nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Pésame Dios mío y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido.
Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me
pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan amable como Vos y porque
con mis pecados, he sido causa de la pasión y muerte de mi Redentor Jesús.
Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente ayudado
por tu divina gracia, no pecar más y apartarme de todas las ocasiones de
pecado. Jesús mío, misericordia, misericordia y perdón.
¡Oh! Cruz Santísima, más resplandeciente que todos los astros y más
santa que los santos; para el mundo célebre, para los hombres amable; que sola
fuiste digna de contener en tu gremio todo el rescate del mundo; dulce leño,
dulces clavos, dulces penas que toleradas en ti por mi Señor Jesucristo, fueron
el remedio nuestro. Salva a todos los cristianos que en este día repiten tus
alabanzas.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
¡Oh Cruz Santísima! Nobilísima entre todos los árboles frondosos,
que hermoseas el jardín ameno de la militante Iglesia; reina del Padre, astro
del Hijo, sello del Espíritu Santo; honra y gloria del mismo Crucificado,
crédito de las maravillas de Dios, oliva frondosa, cedro escogido de Dios,
palma encumbrada en el jardín de la Iglesia, ciprés excelso, trono sagrado del
Omnipotente Rey, árbol de la vida y fuente de la bienaventuranza, te adoro y
humildemente te alabo, y doy a Dios muchas gracias, poniendo debajo de tus
misteriosos brazos mi necesidad presente con todas las de la Iglesia,
para que por tu virtud se digne el Señor remediarlas, si ha de ser para
servirle, bien de mi alma, aumento de la virtud y crédito de ti misma,
que es lo que yo más deseo y sobre esto, una acertada, feliz y dichosa muerte,
y que por ti me reciba el que por ti se dignó redimirme, que es mi Señor
Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por todos
los siglos. Amén.
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Te saludo, Cruz Santísima, con todos los nueve coros de Celestiales
Espíritus y doy al Señor con todos ellos, todas cuantas gracias puedo, porque
se dignó honrarte haciendo de Ti trono de la Majestad Divina, para
remedio del mundo, crédito de sus milagros y reparo de aquella primera caída,
porque seas alabada. Amén.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Soberana Emperatriz de los cielos, que al pie de la Santísima Cruz
padeciste tan agudos dolores, y por dignación suprema quedaste constituida en
Madre de todas las criaturas, dígnate afligidísima Señora de patrocinar mis
peticiones y socorrer las necesidades de mi alma, que yo te prometo no
apartarme ya de la Santísima Cruz y acompañarte siempre en tus
dolores, sintiendo tantas penas por la ingratitud que te causaron mis pecados,
para que así consiga con tu amparo y por el santo madero de la Santísima Cruz,
los frutos de la redención que en ella nos otorgó vuestro Hijo Jesús. Amén.
Señor mío Jesucristo, que te dignaste redimir al mundo eligiendo el
instrumento de la Santa Cruz, concédenos por la virtud que comunicaste a
este sagrado leño, que merezcamos cargar la Cruz de nuestro estado con
resignación y perseverancia y que merezcamos ver gloriosamente en el cielo tan
lucido estandarte. Amén.
Te saludo, Cruz Santísima, con todos los Santos Evangelistas, y
doy al Señor con ellos, todas cuantas gracias puedo, porque se dignó honrarte
haciendo que en tu virtud se salven tanta infinidad de almas, siendo Tú la
llave maestra que a todos les franqueas el Paraíso para gozarte en la gloria
cantando a Dios alabanzas por toda la eternidad. Amén
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Soberana Emperatriz de los cielos, que al pie de la Santísima Cruz
padeciste tan agudos dolores, y por dignación suprema quedaste constituida en
Madre de todas las criaturas, dígnate afligidísima Señora de patrocinar mis
peticiones y socorrer las necesidades de mi alma, que yo te prometo no
apartarme ya de la Santísima Cruz y acompañarte siempre en tus
dolores, sintiendo tantas penas por la ingratitud que te causaron mis pecados,
para que así consiga con tu amparo y por el santo madero de la Santísima Cruz,
los frutos de la redención que en ella nos otorgó vuestro Hijo Jesús. Amén.
Señor mío Jesucristo, que te dignaste redimir al mundo eligiendo el
instrumento de la Santa Cruz, concédenos por la virtud que comunicaste a
este sagrado leño, que merezcamos cargar la Cruz de nuestro estado con
resignación y perseverancia y que merezcamos ver gloriosamente en el cielo tan
lucido estandarte. Amén.
Te saludo, Cruz Santísima, con todos los Santos Confesores, y doy
al Señor con ellos, todas cuantas gracias puedo, porque se dignó honrarte
obrando en tu virtud, aquel admirable triunfo que en las Navas de Tolosa hizo
cantar a los fieles la victoria con la vista rubicunda de su Santísima Imagen,
y sobre todo por el triunfo que consiguió del demonio, quedando éste confundido
y adorada la Majestad verdadera que sea ahora y siempre venerada en la
Santísima Cruz. Amén
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Soberana Emperatriz de los cielos, que al pie de la Santísima Cruz
padeciste tan agudos dolores, y por dignación suprema quedaste constituida en
Madre de todas las criaturas, dígnate afligidísima Señora de patrocinar mis peticiones
y socorrer las necesidades de mi alma, que yo te prometo no apartarme ya
de la Santísima Cruz y acompañarte siempre en tus dolores, sintiendo
tantas penas por la ingratitud que te causaron mis pecados, para que así
consiga con tu amparo y por el santo madero de la Santísima Cruz, los frutos de
la redención que en ella nos otorgó vuestro Hijo Jesús. Amén.
Señor mío Jesucristo, que te dignaste redimir al mundo eligiendo el
instrumento de la Santa Cruz, concédenos por la virtud que comunicaste a
este sagrado leño, que merezcamos cargar la Cruz de nuestro estado con
resignación y perseverancia y que merezcamos ver gloriosamente en el cielo tan
lucido estandarte. Amén.
Te saludo, Cruz Santísima, con todas las Santas Vírgenes y muy en
particular con la primacía de ellas y doy al Señor con ellas, todas
cuantas gracias puedo, porque se dignó honrarte permitiendo el que fueses
restituida con gloriosa exaltación al mismo lugar en que antes te habías visto
exaltada por el autor de la vida, con el aplauso que ahora hace venerarte como
preciosa reliquia; llenando al mundo de admiración y milagros, para que así
confesemos lo que debemos a Dios en la Santísima Cruz y que sea adorada para
siempre. Amén.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Soberana Emperatriz de los cielos, que al pie de la Santísima Cruz
padeciste tan agudos dolores, y por dignación suprema quedaste constituida en
Madre de todas las criaturas, dígnate afligidísima Señora de patrocinar mis
peticiones y socorrer las necesidades de mi alma, que yo te prometo no
apartarme ya de la Santísima Cruz y acompañarte siempre en tus
dolores, sintiendo tantas penas por la ingratitud que te causaron mis pecados,
para que así consiga con tu amparo y por el santo madero de la Santísima Cruz,
los frutos de la redención que en ella nos otorgó vuestro Hijo Jesús. Amén.
Señor mío Jesucristo, que te dignaste redimir al mundo eligiendo el
instrumento de la Santa Cruz, concédenos por la virtud que comunicaste a
este sagrado leño, que merezcamos cargar la Cruz de nuestro estado con
resignación y perseverancia y que merezcamos ver gloriosamente en el cielo tan
lucido estandarte. Amén.
Te saludo, Cruz Santísima, con todos los justos de la tierra y
cortesanos del cielo; y doy al Señor con ellos, todas cuantas gracias puedo,
porque se dignó honrarte proveyendo en tu virtud muchos frutos, que redunda a
la Católica Iglesia, en la expulsión de demonios, extirpación de herejías, dilatación
de la fe, exaltación de su Santísimo nombre y demás misterios que confesamos,
para honra y gloria de Jesús que en la Cruz y con la Cruz sea alabado
eternamente. Amén.
V. Te adoramos Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Soberana Emperatriz de los cielos, que al pie de la Santísima Cruz
padeciste tan agudos dolores, y por dignación suprema quedaste constituida en
Madre de todas las criaturas, dígnate afligidísima Señora de patrocinar mis
peticiones y socorrer las necesidades de mi alma, que yo te prometo no
apartarme ya de la Santísima Cruz y acompañarte siempre en tus
dolores, sintiendo tantas penas por la ingratitud que te causaron mis pecados,
para que así consiga con tu amparo y por el santo madero de la Santísima Cruz,
los frutos de la redención que en ella nos otorgó vuestro Hijo Jesús. Amén.
Señor mío Jesucristo, que te dignaste redimir al mundo eligiendo el
instrumento de la Santa Cruz, concédenos por la virtud que comunicaste a
este sagrado leño, que merezcamos cargar la Cruz de nuestro estado con
resignación y perseverancia y que merezcamos ver gloriosamente en el cielo tan
lucido estandarte. Amén.
En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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