Martin Ramoser hace más de 40 años que es sacerdote
y tiene también mucha experiencia en temática exorcística.
Martin Ramoser, enlace de lengua
alemana en la Asociación Internacional de Exorcistas.
El padre
Martin Ramoser es el enlace en lengua alemana de la Asociación
Internacional de Exorcistas (AIE), un sacerdote veterano de la
diócesis de Ratisbona (Regesburg) que, según detalla el digital católico
Portaluz "no acostumbra a ofrecer entrevistas
sobre asuntos relacionados con el ministerio del exorcismo".
Sin
embargo, como excepción notoria ha publicado en el portal de la Asociación
Internacional de Exorcistas (AIE) un artículo en el que argumenta las
razones por las que sostiene que sólo las personas con facultades otorgadas por
el obispo pueden usar los textos de exorcismo del Papa León XIII (del siglo
XIX). Lo hace a partir de un caso que atendió.
UN
TEXTO QUE NO SE DIRIGE A DIOS, SINO A LOS DEMONIOS
Cuenta el
padre Martin en su texto de la AIE el testimonio de una mujer que “parecía sufrir de violentos ataques demoníacos”.
Las oraciones de liberación no lograban aliviarla. Intentando comprender la
causa de estos padecimientos, durante la conversación el padre Martin logró
encontrar, dice, una posible clave... La mujer le explicó que, “exhortada por un sacerdote”, durante algún tiempo, había estado “rezando
todos los días el exorcismo de León XIII”
para pedir que su país fuese liberado de las fuerzas del mal.
Una parte
de este ritual consta de salmos "de guerra"
(el 67 y el 34), que son oraciones dirigidas a Dios como protector, seguidas de otras
súplicas a Dios para que actúe contra el mal, lo que entra en la vida normal
del creyente. Pero luego viene el exorcismo propiamente dicho con
frases dirigidas directamente a los demonios. Así, se recita: "Te
exorcizamos todo espíritu maligno, poder satánico, ataque del infernal
adversario, legión, concentración y secta diabólica, en el nombre y virtud de
Nuestro Señor Jesucristo, para que salgas y huyas..." y sigue bastante
texto.
Al
escucharla el padre Martin le advirtió que recitando ese
exorcismo ella se había comprometido en una lucha espiritual más grande que
ella misma. Si ella
atacaba al enemigo, sin el mandato de la Iglesia también debía esperar que el
enemigo devolviera el fuego.
Y para
que la mujer lo tuviese totalmente claro -agrega el sacerdote- utilizó el
siguiente ejemplo:
» Imagina
ser un soldado en el frente. Te encuentras sin ninguna protección en el campo
de batalla. Has dejado la trinchera y por iniciativa propia
corres solo con una ametralladora hacia el enemigo que avanza hacia ti con
varios tanques. ¿Crees que puedes derribar los tanques enemigos con sólo
una ametralladora? ¿Qué crees que te pasará? Los tanques enemigos
apuntarán y te derribarán.
» ¿Entonces cómo ser parte de la lucha? Tu
lugar no está en la primera línea. Tienes otra tarea: desde un terreno seguro
apoyar a los combatientes de primera línea a tu manera. Si
trabajas allí, los combatientes de primera línea, que tienen más experiencia,
serán más fuertes, estarán mejor protegidos y tendrán más capacidad ofensiva
para desplegarse en el frente.
» Ahora
veamos el concepto de manera similar: si recitas el
exorcismo de León XIII, tomarás partido en el frente de batalla y te
enfrentarás en solitario a las fuerzas del diablo. Pero esta lucha no es un juego: (el Enemigo es real y al mismo tiempo no es inofensivo.
Como escribe el Apóstol Pablo: “Porque nuestra lucha no es contra la carne y la
sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los
Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en
las alturas” Ef 6,12). Luchando en el
lugar que no te corresponde se arriesga mucho porque se enfrenta a un enemigo
más fuerte desde una posición en
la que puedes ser fácilmente derrotado”.
»
Entonces, ¿qué debemos hacer?, interpela el
padre Martin y así responde en el artículo publicado en el portal de la
AIE: "En la batalla espiritual debemos
aplicar los mismos principios que en la guerra terrenal. Los combatientes de primera
línea en el ejército de Dios son los obispos y sacerdotes exorcistas. Tienen un
equipamiento diferente y gozan de una protección especial de toda la
Iglesia”.
EL
LUGAR DE LOS FIELES ES ORAR A DIOS
La mujer
que acudió a visitarlo –prosigue el padre Martin- es una simple fiel. No puede
atacar al enemigo directa y personalmente con armas que no son para ella. Por
lo tanto -reitera el sacerdote de la Arquidiócesis de Regensburg- “no puede recitar el exorcismo de León XIII que es un
sacramental de la Iglesia y en el que se utiliza una forma imperativa contra el
demonio que sólo pueden utilizar los obispos y sacerdotes que han
recibido autorización de sus propios obispos ordinarios”.
El lugar
de esta mujer y el de los fieles en general es otro. Todos los bautizados son
parte de la batalla apoyando a los luchadores de primera línea con sus
oraciones. Rezándole a Dios para que derrote al enemigo. “Conténtate
con rezar a San Miguel Arcángel y rogarle que luche por nosotros contra el
enemigo. Y reza a la Santísima Virgen María, la vencedora de todas las batallas de Dios, que nos
llevará a la victoria. Reza el rosario. Confiésate y participa en
la Santa Misa regularmente, y trata de vivir tu vida cristiana firmemente
en la firmeza de la fe. Este es tu lugar en la lucha espiritual”, agrega
padre Martin.
Poco
después del primer encuentro en que recibió estos consejos aquella mujer –dice
el padre Martin- y estaba mejor. Siguiendo los consejos dados
por el sacerdote cesaron los ataques demoníacos.
También
el padre dice que gracias a esta experiencia confirmó lo benéfico que es
el documento del 29 de septiembre de
1985 redactado por el cardenal Ratzinger, en el cual
se advierte a los creyentes evitar exponerse
de manera negligente o temeraria a los ataques del diablo al creer
erróneamente, aun con las mejores intenciones, que utilizando
el exorcismo de León XIII pueden liberar al mundo de los poderes del mal.
Cuando el cardenal Ratzinger prohíbe a los fieles recitarlo, por lo tanto
-agrega padre Martin-, tiene la intención de protegerlos y defenderlos de los
ataques del enemigo, que son impredecibles para ellos.
“En los casos mencionados
anteriormente, sirve de ayuda hacer la siguiente pregunta: ¿A quién quieres obedecer: a un
sacerdote que te dice que puedes usar el exorcismo de León XIII para combatir
al diablo o a la autoridad de la Iglesia que te lo prohíbe? Esta
pregunta ha ayudado a muchas personas a liberarse de una gran carga”, concluye el padre Martin Ramoser.
Portaluz
No hay comentarios:
Publicar un comentario