La Eucaristía es el
lugar privilegiado de presencia de la Santísima Trinidad.
Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com
El misterio de la Santísima
Trinidad está más presente de lo que nos imaginamos, en cada una de nuestras
oraciones, ahí estamos invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y un
lugar privilegiado de la presencia de la Santísima Trinidad es en la santa
Eucaristía. Hoy te
quiero resaltar 4 momentos particulares.
- INVOCACIÓN
INICIAL
Toda Santa Misa no podemos iniciarla si no es
invocando a la Santísima Trinidad, de hecho el sacerdote la inicia diciendo “en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”. Es decir que la Eucaristía ya desde el inicio
está presente la Santísima Trinidad.
- EPÍCLESIS
CONSECRATORIA
Epíclesis significa literalmente invocación
sobre. En el vocabulario litúrgico, la epíclesis, que acontece una vez
finalizado el canto del Sanctus, es la invocación del Espíritu Santo,
sobre las ofrendas, “de manera que sean para
nosotros el cuerpo y la sangre de Jesucristo, nuestro Señor” (plegaria
eucarística II), es decir que en ese momento se pide al Padre que
envíe su Espíritu Santo para que convierta el pan y vino en el Cuerpo y Sangre
de Jesús. Para que
nos entendamos, esto sucede cuando el sacerdote impone ambas manos sobre las
ofrendas. Ahí es un lugar privilegiado en donde está presente la Santísima
Trinidad.
- DOXOLOGÍA
FINAL
La palabra “doxología”
viene del griego “doxa”, que
significa “gloria”. Doxología, por tanto,
significa glorificación. Esta sucede en el momento en el que el sacerdote toma
el Cuerpo y Sangre de Jesús (ya no son “pan y vino”),
y lo presenta a Dios, diciendo: “Por Cristo, con Él y en Él, a
ti Dios Padre Omnipotente, en la Unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”,
y el pueblo responde “Amén”. Si
vemos, ahí está presente la Trinidad: al Padre se
ofrece, lo que se ofrece es el Hijo por medio del Espíritu Santo.
- BENDICIÓN
FINAL
Así como la Eucaristía inicia invocando a la
Santísima Trinidad, también esta concluye con la invocación a la Santísima
Trinidad. En la bendición final se bendice al pueblo diciendo “y la bendición de Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo descienda sobre
ustedes y les acompañe siempre”. Acá le estamos pidiendo a la
Santísima Trinidad que acompañe y bendiga a cada uno de los presentes.
Como vemos, la
Eucaristía es el lugar privilegiado de presencia de la Santísima Trinidad.
Es oportuno que sepamos descubrir su presencia, y que los momentos antes
mencionados los vivamos aún con más reverencia, sabiendo que estamos invocando
al misterio más grande y más sublime, el de la Santísima Trinidad.
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