CAPA, PLUVIAL, IGLESIA CATÓLICA, CAPA PLUVIAL, VIDA
CRISTIANA
Del latín tardío
cappa, de capere, coger, contener. Del latín vulgar plóvere: llover,
porque originalmente fue empleada para protegerse de la lluvia en las
procesiones.
Por: Redacción Catholic.net | Fuente: tallereseclesiasticosbelen.com
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Capa abierta por delante, cubre toda la espalda
del sacerdote y llega hasta cerca del suelo, sujeta adelante por un broche. En
todo momento a lo largo de la historia, suele adornarse con flecos y
bordados.
Servía en un principio, para proteger de las
lluvias en las funciones al aire libre, y procesiones. Hoy se sigue utilizando
en las mismas ocasiones, y en las laudes y vísperas solemnes, exequias,
bendiciones eucarísticas, para la hora Santa o procesiones con el Santísimo,
algunas veces para celebraciones como el Bautismo, Matrimonio, Confirmación y
funerales.
La capa llamada pluvial
puede ser de seda, raso, o telas brocadas, en los colores litúrgicos.
Su uso es facultativo, es
decir, libre o voluntario.
Capa pluvial: según algunas teorías, la capa pluvial se deriva de la
antigua lacerna o birrus, un vasto semicírculo de lana blanca,
bastante pesado pero buen protector. Otros
consideran que su origen no es otro que el de una paenula transformada, con
capuchón para la lluvia y abierta por delante para mayor comodidad.
La capa pluvial fue llevada, desde la temprana
Edad Media, en los días solemnes por los miembros más ilustres de los
monasterios, y en especial por los cantores. Mientras la casulla mantenía su
forma tradicional, por razones simbólicas, la capa más holgada, para el
movimiento de los brazos, se impuso rápidamente en las ceremonias menores, como
procesiones, incensaciones y consagraciones.
Su uso se generalizó en el siglo XI. Aunque ha
sido difícil determinarlo con exactitud, el capuchón desapareció para uso litúrgico
hacia finales del siglo XIII. Su supresión podría también explicarse por
motivos prácticos, ya que al confeccionarse la capa con telas preciosas y
pesadas, el capuchón se convertía en una inmensa molestia. De todos modos, este
capuchón fue agrandándose y redondeándose para convertirse en la muceta,
una esclavina que cubre el pecho y la espalda, con botones por delante, de uso
exclusivo de los prelados; de color rojo, negro o morado.
Debe aclararse aquí que la capa pluvial no ha
sido nunca una vestidura propiamente sacerdotal, y puede ser usada por
clérigos, cantores y monjes.
Existen, claro, diversos tipos de capas: el mantum papal de color rojo, que desde el
siglo XI constituía, con la tiara, la insignia pontificia por excelencia;
la cappa choralis, de capuchón rojo o negro, para los oficios del coro;
la cappa magna, amplia y de cola larga, es roja para los cardenales y
morada para obispos y arzobispos. Como se considera signo
jurisdiccional, estos últimos no la pueden llevar fuera de la propia diócesis o
provincia eclesiástica.
A la capa pluvial, por su carácter de manto
abierto, se le empezó a sujetar por los dos extremos delanteros con un broche,
que pronto tuvo una importancia ornamental, en la forma de placa amplia,
ovalada o rectangular, de hasta 18 centímetros, que solía hacerse de plata u
oro, con incrustaciones de piedras preciosas; el broche es llevado hoy en día
solo por los obispos.
La decoración de la capa pluvial consistía
básicamente en una especie de pectoral, que protegía la parte superior y que al
ser puesta la capa caía por delante en forma de dos columnas verticales; en
este aurifrisium los recamadores lucían todo su talento.
EL SIGNIFICADO DE LA CASULLA
La casulla es la
vestidura que caracteriza al que preside la Eucaristía.
Por: Redacción | Fuente: tallereseclesiasticosbelen.com
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Vestimenta exterior
litúrgica, amplia y abierta por los costados, propio y distintivo del sacerdote. Se usa sobre el alba y la estola, únicamente
para el Santo Sacrificio de la Misa.
Confeccionada en tela, tiene la forma de
una capa, cerrada por delante con una abertura en el centro para imponerla en
los hombros, tipo impermeable o poncho.
La casulla debe ser de material precioso, seda,
raso o damasco, tisú de oro o plata y puede ser ornamentada con bordados de
hilos de oro, plata o seda de colores diversos. La decoración de
una casulla no está ordenada por ninguna ley litúrgica.
La casulla, junto con la dalmática y la capa
pluvial, pertenece al conjunto de vestiduras sagradas superiores.
CAMBIA
SU COLOR SEGÚN LA CELEBRACIÓN Y EL TIEMPO LITÚRGICO:
Blanco: Fiestas de Nuestro Señor Jesucristo, María
Santísima, santos no mártires. Símbolo de gloria, alegría, inocencia, pureza
del alma.
Rojo: Pentecostés,
Espíritu Santo, Fiestas de Apóstoles y mártires. Significa fuego de la caridad
y sangre derramada por Cristo.
Verde:
ordinario del año. Significa esperanza.
Morado:
Adviento y Cuaresma. Signo de humildad y penitencia.
Rosado:
Tercer domingo de Adviento: alegría, amor.
Azul:
Inmaculada Concepción.
La Casulla Simboliza la
caridad, que cubre todos los pecados y por apoyarse sobre los hombros, el suave
yugo del Señor.
ESTA
ES LA ORACIÓN QUE DICE EL SACERDOTE AL PONERSE LA CASULLA:
“Señor,
que dijiste: Mi yugo es suave y mi carga ligera, haz que lo lleve de tal manera
que alcance tu gracia. Amén”.
Benedicto
XVI sobre la casulla:
“Llevar el yugo del Señor
significa ante todo: aprende de Él. Estar siempre dispuestos a asistir a la
escuela de Jesús. De Él debemos aprender la pequeñez y la humildad –la humildad
de Dios que se muestra en su ser hombre”.
“Algunas veces quisiéramos
decirle a Jesús: Señor, tu yugo no es para nada ligero. Más bien, es
tremendamente pesado en este mundo. Pero al mirarlo a Él que ha cargado con
todo –que en sí ha probado la obediencia, la debilidad, el dolor, toda la
oscuridad, entonces todos nuestros lamentos se apagan”.
La casulla se utiliza en la celebración de
la misa en la liturgia católica, así como en las
celebraciones de la “Alta Iglesia” anglicana
y de las iglesias luteranas escandinavas. Su homólogo en la
liturgia de rito bizantino es el phelonion.
La casulla es la vestidura
que caracteriza al que preside la Eucaristía. Uno de los gestos complementarios de la
ordenación del presbítero, es la investidura de la casulla. Los sacerdotes
con-celebrantes deben utilizarla, pudiendo omitirla tan sólo cuando no hubiere
suficientes vestiduras, aunque el celebrante principal debe siempre portarla.
Se ha generalizado entre muchos sacerdotes la
costumbre de celebrar la Misa sin casulla, tan sólo
con alba y estola. La belleza y expresividad de los símbolos
litúrgicos nos ayudan a adentrarnos en el misterio de Dios, por este motivo se
debe prestar especial atención al cuidado de la liturgia.
UN
POCO DE HISTORIA
En la historia ha tenido formas nobles y
amplias, derivadas del manto romano llamado pénula. Hasta el siglo IV se llamó
pianeta (o planeta) y sólo en el siglo VII adquirió el nombre que hoy tiene.
Con el fin de reducir el peso de la vestidura y facilitar el movimiento de los
brazos del sacerdote, se empieza a recortar los lados de la vestidura para
devenir primero elíptica y luego rectangular, comúnmente llamadas en “guitarrón”.
Con el movimiento litúrgico que comenzó en
la primera mitad del siglo XX se procuró un retorno a las formas originales de
la casulla, esto es amplia y con tejidos livianos, y que es el diseño
actualmente más común, aunque no es raro encontrar el modelo anterior, sobre
todo en iglesias históricas.
Las telas que se usaron para la confección de
casullas eran, preferiblemente, las sedas, que ya desde el siglo V figuraban en
el vestuario de iglesias. Las telas eran traídas de Alejandría, Damasco y
Bizancio, durante los primeros siglos, y en la Edad Media de las fábricas que
los árabes tenían en Sicilia y España; y luego del siglo XIII, las ciudades
italianas de Génova, Luca y Venecia proveyeron a la casulla con riquísimas
telas de damasco, brocado y terciopelo. Alguna que otra vez se emplearon telas
menos lujosas como la lana, el hilo y el algodón.
Los motivos decorativos se amplían a partir de
la Edad Media tardía, y consisten en dibujos geométricos o florales, basados en
la estilización de ramos de grana o de figuras de animales reales o
fantásticos, como gacelas, halcones y águilas bicéfalas.
La mayor parte de las casullas en “Vestuario para Dios” revelan decoraciones del
primer tipo. Por supuesto, a la sofisticación de los tejidos se añadía la
riqueza en bordados y labores manuales, que daban a las vestiduras litúrgicas
un incomparable valor artístico.
Es de singular importancia el uso del recamado o
`pintura’ con aguja, un arte de origen
oriental perfeccionado en grado sumo en Bizancio, en el siglo XI. Durante los
siglos XIII y XIV, todas las vestiduras litúrgicas se llenan de oro y perlas,
camufladas entre follaje, arabescos, flores y animales; a estos motivos se le
agregaron temas historiados, escenas bíblicas generalmente, que convirtieron el
recamado, en especial el de Flandes e Inglaterra, en una verdadera clase de
pintura.
En el período que se ha denominado del Gótico
Internacional (siglo XV temprano), se trabajó el llamado oro sombreado, o sea,
un fondo dorado que difuminaba la aguja con seda de diversos colores. Muchos
recamadores flamencos y franceses realizaron espectaculares casullas, capas pluviales
y dalmáticas diseñadas por Rafael, Pollaiolo y Veronese, entre otros.
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