viernes, 3 de abril de 2020

SANTÍSIMO


¿QUÉ HACER DURANTE UNA VISITA AL SANTÍSIMO?
Una guía paso a paso.

Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com
La primera vez que fui a visitar el Santísimo tenía 8 años. Fue con motivo de mi preparación para la Primera Comunión. La hermana que nos preparaba contaba con mucha reverencia y ardor que dentro del sagrario se encontraba una puerta hacia el cielo. A los 8 años, tomé esta explicación literalmente y pensé que cuando abriera aquella puertecita podría cruzar hacia un mundo maravilloso: El cielo. Cuál sería mi desconcierto a ver la custodia con una hostia consagrada dentro. No entendí nada.

No solo pasa a los 8 años, tratar de entender que un pedazo (casi insignificante) de pan es el mismo cuerpo de Cristo, no es algo fácil de entender y a la vez es algo que a uno lo deja maravillado. Ir a adorar al Santísimo Sacramento, sobre todo las primeras veces, puede ser que no sea sencillo. No entendemos, nos aburrimos, no sabemos qué decir, entramos brevemente, hacemos una señal de la Cruz rápida y volvemos a salir.

Si supiéramos la gracia tan enorme de la Adoración Eucarística nos pasaríamos días enteros de rodillas frente al altar. Adorar al Santísimo es acompañar al mismo Jesús en el momento de su sacrificio por la humanidad. El mismo Jesús nos enseña esto, a través de santa Margarita de Alacoque (con quién inició esta práctica): «En adelante, todas las semanas, la noche del jueves al viernes, practicarás una Hora Santa, para hacerme compañía y participar en mi oración del Huerto».

Así pues, hoy hemos querido traerles una breve guía para ir a adorar al Santísimo. Te recomendamos que lleves contigo la Biblia o consigas un devocionario o algún libro espiritual de un santo.

1. SALUDO INICIAL (ENTRAR EN SILENCIO)
Ingresa en silencio y con reverencia a la iglesia o a la capilla del Santísimo. Arrodíllate con las dos rodillas frente a Él y realiza la señal de la Cruz. Recuerda que es Dios quien se encuentra en ese pedazo de pan.

2. ORACIÓN DE PREPARACIÓN
Luego de acomodarte en una de las bancas o reclinatorios, de rodillas, realiza una oración para preparar tu corazón. Puede ser una que tú mismo hagas espontáneamente o una que saques de algún devocionario. Te recomendamos esta oración del S.S. Pio XII:
«Oh Dulcísimo Jesús, que escondido bajo los velos eucarísticos, escuchas piadoso nuestras súplicas humildes, para presentarlas al trono del Altísimo, acoge ahora los anhelos ardientes de nuestros corazones. Ilumina nuestras inteligencias, reafirma nuestras voluntades, revitaliza nuestra constancia y enciende en nuestros corazones la llama de un santo entusiasmo, para que, superando nuestra pequeñez y venciendo toda dificultad, sepamos ofrecerte un homenaje no indigno de tu grandeza y majestad y adecuado a nuestras ansias y santos deseos. Amen».

3. LECTURA ESPIRITUAL Y MEDITACIÓN
La puedes escoger en ese mismo momento, pero también es conveniente que leas el Evangelio del día, o escojas una lectura de tu devocionario. Luego de esta lectura haz silencio y medita lo que acabas de leer. Es importante que en este momento trates de silenciar tu mente y tu corazón para escuchar lo que Dios te dice. El silencio es aquella puerta que predispone al alma para escuchar. Si lees una escena del Evangelio puedes imaginarte la escena y meditar sobre lo que te dice, sobre cómo participas tú y sobre los sentimientos y pensamientos que esta lectura suscita en tu corazón.

4. ESCRIBE
Esta es una práctica personal que sirve mucho. Puedes llevar un diario del Santísimo donde escribas algunas meditaciones de lo que acabas de pensar y sentir. Esto es como una ayuda memoria para tu vida espiritual y te recuerda los momentos que, al lado del mismo Dios, acabas de vivir. Volver a nuestros encuentros con el Señor nos fortalece en los momentos difíciles. 

5. ORA 
Luego de tu meditación puedes rezar un rosario, el vía crucis, alguna oración sobre la Eucaristía o la Liturgia de las horas (esto último de acuerdo a la hora en que te encuentres).

6. REALIZA UNA COMUNIÓN EUCARÍSTICA O LA ESTACIÓN EUCARÍSTICA
Frente al Santísimo expuesto puedes recibirlo en tu corazón realizando una comunión espiritual. Esta comunión es también válida si por algún impedimento no puedes recibir el sacramento de la Eucaristía. Te dejamos esta oración, que no es la única (existen otras más que puedes consultar). Luego de la comunión espiritual puedes realizar la llamada Estación ante el santísimo que consiste en rezar cinco veces el padrenuestro, el avemaría y el Gloria en memoria de las cinco llagas de Jesús crucificado y un padrenuestro más por las intenciones del Santo Padre.

«Creo, Jesús mío, que estás real  y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar. Os amo sobre todas las cosas  y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no pudiendo hacerlo  ahora sacramentalmente, venid al menos  espiritualmente a mi corazón. Y como si ya os hubiese recibido,  os abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén».

7. ORACIÓN FINAL (ALABANZAS DE DESAGRAVIO)
Al terminar tu adoración realiza una oración de despedida, puede ser propia o también del devocionario. Agradece por el momento vivido, ofrece la adoración por alguien necesitado y pide lo que necesites. Así también puedes decir las alabanzas de desagravio que son oraciones que tiene la finalidad de luchar contra el mal del mundo: 
«Bendito sea Dios. 
Bendito sea su santo Nombre. 
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. 
Bendito sea el nombre de Jesús. 
Bendito sea su Sacratísimo Corazón. 
Bendita sea su Preciosísima Sangre. 
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. 
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito. Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima. 
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. 
Bendita sea su gloriosa Asunción. 
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre. 
Bendito sea San José, su castísimo Esposo. 
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos. Amén».

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO FRENTE AL SANTÍSIMO
Es el Espíritu Santo a quien tenemos que llamar y pedirle que siempre nos acompañe e ilumine en nuestro diario caminar.

Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Es jueves, Señor, y estoy frente a ti...

VOY A EMPEZAR ESTE DIÁLOGO CON UNA INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO:

"Oh, Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo. Inspírame ser siempre razonable en mi pensar, acertar lo que voy a decir, cuando me convienen hablar y cuando me conviene callar, ilumíname para escribir, impúlsame para actuar, que tengo que hacer para saber perdonar procurando tu mayor gloria y bien de las alma y mi propia santificación. ¡Espíritu Santo ilumina mi entendimiento y fortalece mi voluntad!. Amén"

Yo
que esta oración te agrada porque cuando te llegó el momento de partir hacia el Padre, tu corazón de hombre supo de la pena, de lo que es una despedida... Dejabas a tu Madre que tanto amabas... la dejaste al cuidado y protección de Juan, pero... "la dejabas".... a tus queridos amigos, a las personas que te seguían fieles y que tanto estimabas.

Por eso nuestra fe, nuestra religión es única y verdadera por ser revelada cuando dijiste: - "Si me
amáis guardareis mis mandamientos y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito (abogado y consejero) para que esté con vosotros para siempre. Espíritu de verdad a quién el mundo no puede recibir porque no lo ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis porque mora en vosotros y en vosotros está". Juan 14, 15-17.

, Jesús, nos enseñaste esta gran verdad... ¡y qué poco pensamos en ella!

El Espíritu Santo que es el Espíritu de Dios, no tiene otro deseo que el que le llamemos, ¡ven Espíritu Santo! para venir en nuestra ayuda en medio de nuestras tristezas y desolaciones...

¡QUÉ POCA FE, SEÑOR, PERDÓNANOS!

Él es una fuente de gracias y de inspiraciones para llevarnos a obrar, en todos los momentos de nuestra vida con la seguridad de poder acertar en el seguimiento de la voluntad de Dios. Es la Tercera persona de la Santísima Trinidad. Es Dios de la misma sustancia divina que el Padre y el Hijo pero al mismo tiempo una Persona distinta de las otras dos, pero solo hay un Dios.

Y ese Dios-Padre por nadie fue hecho ni creado ni engendrado. El Hijo fue engendrado y se hizo hombre y es Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo porque es el AMOR de ambos.

Y ese AMOR y ese ESPIRITU lleno de Dios es al que tenemos que llamar y pedirle que siempre nos acompañe e ilumine en nuestro diario caminar. En este diario vivir que siempre nos salen al paso diferentes alternativas y decisiones y muchas veces son tan importantes que dudamos ante ¿dónde estará lo correcto?.

OREMOS.
Vivamos esta gran maravilla de Dios que desea que nos acompañe el GRAN CONSOLADOR.

Salimos y dejamos tu sacramental presencia en el Sagrario reconfortados por esta reflexión de hoy donde has puesto en nuestro corazón la fortaleza y la paz de ese tu Gran Espíritu.

¡Gracias, Jesús !

GUÍA PARA LA ADORACIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
Abrir el corazón al Señor pidiendo lo que necesites y especialmente, por las intenciones de la Iglesia y del Santo Padre, que todos compartimos hoy.

Por: adoremosalsantisimosacramentodelaltar.blogspot.com.es | Fuente: www.obispadogchu.org.ar
Tal vez haga mucho tiempo que no estás un rato a solas con Jesús en la capilla, o quizás ésta sea la primera vez que te dispones a rezar frente a Jesús expuesto en el Santísimo Sacramento. Por eso pensamos en ofrecerte una guía que puede servirte como orientación.

Lo primero que te sugerimos es que te arrodilles delante de Jesús, lo mires sobre el altar y hagas una breve oración de adoración, en la que reconozcas toda su grandeza como verdadero Hijo de Dios hecho hombre, todo el amor que te ha manifestado a lo largo de tu vida y le pidas que sea El mismo quien disponga tu corazón para poder escucharlo y aceptar sinceramente lo que El quiera decirte.

Ponete más cómodo ahora, te puedes sentar, mirarlo e imaginar que estás con Él en Galilea, cerca del lago, con los discípulos y rodeado de toda la gente que lo seguía. Es el mismo Jesús, bajo apariencia de pan, el que está delante tuyo. Imaginándote en ese lugar leé del Evangelio Jn 6,1-13.

ES UN EPISODIO CONOCIDO, PERO TE INVITAMOS A QUE TE DETENGAS A PENSAR ALGUNOS DETALLES:
  El que dio los panes y los pescados era un muchacho... Le dio lo que tenía, no era mucho, pero era todo lo que tenía.
  Eran muchos lo que tenían hambre (5000 hombres), por eso se entiende la reflexión de Andrés: "¿Qué es esto para tanta gente?"
  Jesús toma lo que el muchacho le entrega y da de comer a todos y sobran pedazos todavía. Jesús hace un signo maravilloso a partir de la generosidad de un joven.

TE PROPONEMOS QUE DELANTE DEL MISMO JESÚS TE PREGUNTES:
  ¿Ves el "hambre" de la gente de este tiempo? (hambre material, de justicia, de Dios, de paz ...) ¿O estás cerrado en tus propios problemas?
  ¿Creés que Jesús puede hacer algo para saciar el "hambre" de la gente?
  ¿Te das cuenta de que tienes muchos "panes" que puedes darle a Jesús para que Él los multiplique?
  ¿Serías capaz de ofrecerle a Jesús tu vida en serio para que Él pueda contar contigo?

Como todos sabemos que a veces nos resulta difícil encontrar las palabras para responder a Jesús y que las fuerzas que tenemos para cumplir nuestros compromisos son muy pocas, te proponemos que acompañes tu respuesta con la siguiente oración de acción de gracias de Santo Tomás de Aquino:
Te doy gracias, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, porque, aunque soy un siervo pecador y sin mérito alguno, has querido alimentarme misericordiosamente con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Que esta sagrada comunión no vaya a ser para mí ocasión de castigo, sino causa de perdón y salvación.

Que sea para mí armadura de fe, escudo de buena voluntad; que me libre de todos mis vicios y me ayude a superar mis pasiones desordenadas; que aumente mi caridad y mi paciencia, mi obediencia y mi humildad y mi capacidad para hacer el bien.

Que sea defensa inexpugnable contra todos mis enemigos, visibles e invisibles, y guía de todos mis impulsos y deseos.

Que me una más íntimamente a ti, el único y verdadero Dios, y me conduzca con seguridad al banquete del cielo, donde tú, con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres luz verdadera, satisfacción cumplida, gozo perdurable y felicidad perfecta.

Por Cristo, nuestro Señor. Amén”.

Para terminar tu adoración puedes abrir tu corazón al Señor pidiendo lo que necesites y especialmente, por las intenciones de la Iglesia y del Santo Padre, que todos compartimos hoy.

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