viernes, 3 de abril de 2020

ENFERMEDADES FÍSICAS Y MENTALES


¿CÓMO ORAR EN MOMENTOS DE DEPRESIÓN?

¡Oren constantemente! También cuando estamos en desánimo y depresión podemos orar.

Por: Padre Pedro Barrajón, L.C. | Fuente: La-Oracion.com
La depresión es una enfermedad o una situación anímica negativa de la que se habla cada vez más. El ritmo moderno de la vida conlleva exceso en el esfuerzo que luego se puede traducir en un bajón generalizado de nuestra tonalidad anímica. ¿Cómo orar entonces en momentos de depresión, de desánimo, de desesperanzas? ¿Hay algún secreto para orar en estas circunstancias?

Una simplemente una vida competitiva y llena de exigencias múltiples en muchos sentidos hacen difícil la concentración para la oración, crean nuevas ansias y temores, conducen a altibajos emotivos y afectivos que causan si no una verdadera depresión, sí estados anímicos negativos en los que se nos hace difícil y pesada la vida.

Las personas se pueden preguntar si en estos momentos de depresión se puede rezar o el normal esfuerzo que requiere la oración es demasiado elevado para quien parece no tener fuerzas ni siquiera para llevar una vida normal.

San Pablo en la conclusión de la primera carta a los Tesalonicenses, una de las primeras comunidades cristianas europeas, exhorta a estos discípulos de Cristo en esa ciudad griega: "Oren constantemente". (1 Tes 5, 17) Aquí San Pablo pide algo que parecería casi imposible.

Hay que entender esta exhortación como: oren siempre, en toda ocasión, en toda circunstancia. Por lo tanto, también cuando el estado interior está en desánimo, oprimido por un pena o en depresión anímica. Por lo tanto está claro que también hay que orar en momentos de depresión.

¿CÓMO ORAR ANTE CIRCUNSTANCIAS DE DESÁNIMOS?
En cada momento de la vida, nuestra oración debe acoplarse a la realidad interior o exterior que tenemos que vivir.

Se puede orar en la alegría o en la tristeza, se puede orar cuando todo marcha viento en popa o cuando todo parece ir contra lo que habíamos planeado, cuando nos sentimos queridos por los demás o abandonados por todos.

También podemos rezar cuando nuestro estado anímico es positivo o, por el contrario, cuando se ve afligido por lo que hoy se llama depresión.

¿QUÉ PODEMOS ORAR CUANDO ESTAMOS EN UN ESTADO NEGATIVO?
En primer lugar se puede orar pidiendo al Señor que, si es su voluntad, nos haga salir de ese estado que nos oprime. Se puede pedir que nos ayude a soportar esa prueba que no se había buscado, ni sospechado y que sin embargo hace tan duro y lento el caminar por la vida.

Quizás en estas circunstancias puede nacer espontánea del alma alguna oración parecida a la de Job que en forma dramática maldice el día de su nacimiento (Job 3, 3-4) aunque luego, esclarecido por la revelación divina reconoce: "yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos" (Job 42, 5)

Cristo oró en la cruz, invocando al Padre para que escuchara su oración y acogiera su espíritu (Lc 23, 46) Los evangelistas nos han dejado también una invocación de Jesús en la cruz que parece desgarradora: "!Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?" (Mt 26, 46) que probablemente es la recitación de un salmo (Salmo 22) que concluye luego lleno de esperanza.

CÓMO ORAR ANTE LA DEPRESIÓN
En la depresión como en cualquier circunstancia de la vida humana, podemos y debemos orar, no del mismo modo como oramos normalmente. No será una oración discursiva o racional, pero no menos intensa y verdadera.
La oración interpreta los deseos de nuestro espíritu. Y nuestro espíritu siempre busca el amor.
También en la depresión podemos amar y por ello podemos orar, podemos implorar el amor y ofrecer el sufrimiento de nuestro ser como parte de nuestra ofrenda de amor al Señor.

Cada uno encontrará las fórmulas o los métodos que más le ayuden a orar, pero no caigamos en la tentación de dejar la oración cuando más la necesitamos para nutrir nuestro espíritu de las fuerzas que le faltan a la parte emotiva y afectiva de nuestro ser.

Artículo originalmente publicado en La-Oracion.com

ENFERMEDADES FÍSICAS Y MENTALES
Las redes de apoyo son por eso claves para que el cónyuge pueda asumir el cuidado o atención del enfermo, sin que esto le implique también que él o ella termine deprimida, angustiada o desesperada.

Por: Dr. Alba Liliana Jaramillo | Fuente: Por tu matrimonio
La pareja debe ser consciente de que no siempre se puede escapar a situaciones límites como la enfermedad, el fracaso, el dolor y la muerte. Todos deben pues, de alguna manera estar preparados para minimizar los efecto desastrosos que tales situaciones pueden acarrear a la vida de pareja mediante el fortalecimiento continuo de la relación y la toma de conciencia de que el amor implica sacrificio, entrega generosa, tolerancia y atención delicada de las necesidades del otro. Esto es particularmente cierto cuando el compromiso de amar en salud y enfermedad se convierte en el reto de cada diario, como se considerará a continuación: El reto no es sólo para el cónyuge que ahora debe dar más cuidados y sacrificios que los que puede recibir, sino para el enfermo mismo que debe ahora aprender a depender y dejarse servir.

RETOS ANTE LAS ENFERMEDADES MENTALES:
Las enfermedades mentales, aunque no siempre son tan visibles y por eso nos parecen menos alarmantes son sin embargo muy delicadas y pueden interferir directamente en la relación matrimonial e incluso imposibilitarla.

Por eso, si su pareja empieza a presentar síntomas como decaimiento, depresión, angustia, falta de motivación, estrés, agresión incontrolada, entre otros, y estos síntomas son frecuentes y duraderos, es muy importante consultar a un médico lo antes posible para así valorar el tipo de enfermedad que se padece y sobre todo la clase de tratamiento que la persona necesita.

Se debe tener en cuenta que algunas enfermedades mentales como las psicosis, las neurosis, entre otras, interfieren directamente en la relación de pareja y de familia. Por eso, una vez establecido el diagnóstico y el deterioro de esa enfermedad, el especialista determinará si es necesaria que la persona sea internada en un centro especializado o si puede continuar viviendo con la familia. Y entonces se podrán valorar también las consecuencias que esto acarrea para la pareja.

El cónyuge de un enfermo mental necesita no sólo lugares donde pueda expresar su carga emocional ante personas que realmente entiendan lo que es atender un enfermo de esta clase, sino también instrucciones claras y profesionales de cómo acompañar y favorecer el proceso de curación sin empeorar la relación de pareja.

Las redes de apoyo son por eso claves para que el cónyuge pueda asumir el cuidado o atención del enfermo, sin que esto le implique también que él o ella termine deprimida, angustiada o desesperada. Estas redes de apoyo, pueden darse entre vecinos, la  parroquia, personas que hayan tenido una enfermedad similar, páginas especializadas de Internet u organizaciones tales como: www.nami.org/español.

RETOS DE LAS ENFERMEDADES FÍSICAS:
Cuando una pareja decide comprometerse mutuamente a amarse sabe que esto implica cuidar del otro en toda circunstancia. De  alguna manera todos sabemos igualmente lo vulnerables y frágiles que somos los seres humanos. Sin embargo, la realidad de las enfermedades, sobre todo las de tipo crónico y degenerativas como la diabetes avanzada, una parálisis o una invalidez, pone a la pareja ante una crisis normal y la necesidad de hacer reajustes en su relación, no siempre fáciles de asumir.

La pareja se ve obligada por ejemplo a una reacomodación de todos los aspectos de la vida cotidiana: horarios de trabajo más flexibles; búsqueda de una casa o de un nuevo espacio que se ajuste a las necesidades del enfermo; redistribución de las finanzas  y de los gastos así como de las labores del hogar, etc. Muy posiblemente sea necesario pensar en buscar ayuda extra para que el cuidado del enfermo no sobrecargue o agote al cónyuge o a la familia en general. Muchas enfermedades limitarán incluso la vida sexual de la pareja y entonces será necesario busca expresiones de cariño y ternura que mantengan vivo el necesario intercambio de afecto. En fin, se trata de un cambio general de planes y de formas de vivir la relación que pone necesariamente en prueba la capacidad de flexibilidad y apertura a los cambios.

El reto no es sólo para el cónyuge que ahora debe dar más cuidados y sacrificios que los que puede recibir, sino para el enfermo mismo que debe ahora aprender a depender y dejarse servir. El sacrificio y la entrega generosa cobran pues aquí una dimensión muy especial que, si la logran asumir ayudará a la pareja a trascender su amor a niveles no imaginados. La entrega de Jesús en la cruz será sin duda el ejemplo que mejor los anime y la fuerza de amor que mejor pueda moverlos. Las oraciones y atenciones de la comunidad a estas parejas no deben igualmente faltar.

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