¿Quieres aprovechar
este tiempo de cuarentena para ser más feliz? ¿Quieres saber cómo no perder la
paciencia y mantener el sentido del humor? Entonces este es el artículo que
necesitas. Quiero compartirte cinco actitudes que puedes cultivar desde que te
despiertas hasta que te acuestas. Van a transformar tu vida cotidiana,
ayudándote también a cultivar las relaciones familiares.
1. SÉ AGRADECIDO, ¡PUEDES ESCRIBIR EN UN DIARIO!
Es comprensible que reclamemos
y perdamos la paciencia durante la cuarentena. Ya estamos hace semanas
encerrados en nuestras casas o departamentos. Salimos con las justas para
comprar comida, alguna medicina o hacer algo imprescindible.
Estar tanto tiempo juntos —lo
escucho de boca de muchos amigos y amigas— está siendo una oportunidad muy
especial para conocer mejor a la familia completa. Darse cuenta de los talentos
y riquezas que a veces se nos pasa desapercibidos.
Pero de todas maneras, es muy
exigente. Así que, si cultivamos esa actitud agradecida día a día, nuestro
estado de ánimo mejorará notablemente con el correr de los días, nos sentiremos
más alegres. ¡Cómo no agradecer la vida que
tenemos, cada día que nos despertamos!
El hecho de poder ducharnos,
de tener comida, de poder vestirnos, la bendición de poseer un techo donde
dormir. Quizás nuestra familia nos es perfecta, pero ahí está. Escucho
testimonios de cómo el esposo y los hijos están haciendo cosas, que la mamá
nunca se hubiese imaginado.
No
podemos salir, pero miramos por la ventana, y vemos el sol, el cielo, las
estrellas, podemos respirar. Vivir agradecidos nos permite
valorar, en primer lugar, la propia vida, y luego, tantas bendiciones que
tenemos.
Qué bueno es Dios con cada uno
de nosotros. Les aconsejo, también, que tengan una libretita o agenda para
apuntar, antes de dormir, o en el momento que quieran, tres cosas por las que
están agradecidos. Al principio, les puede resultar difícil. Pero con el
tiempo, se quedan cortas las hojas del «diario de
gratitud». ¡Recuerda que siempre hay razones para sentirse agradecido!
2. SÉ AMABLE Y NO OLVIDES SONREÍR
Lo más importante de nuestra
vida son las relaciones de amistad que establecemos con las personas. Es un
denominador común, en la psicología positiva, la logoterapia, estudios
científicos de prestigiosas universidades y avances en las neurociencias que las relaciones humanas son fundamentales para nuestra felicidad.
Estamos
hechos por Dios para amarnos entre nosotros. Es más, el amor es la única
forma de vivir que satisface los anhelos que guardamos en nuestros corazones.
Amor a mi esposo(a), a mis hijos, mis amigos o en el trabajo. Son amores
distintos, pero siempre amor.
El esfuerzo debe estar en la
manera como manifestamos esa amistad, debe ser con cariño, ternura, amabilidad,
queriendo siempre el bienestar del otro. Es cierto que a veces nos gana la ira
o el rencor. Nos cuesta perdonar y reaccionamos explosivamente. Al final, somos
de carne y hueso.
Pero, si hacemos un pequeño
esfuerzo, sí es posible regalar una sonrisa a los demás. Desde que nos
despertamos, lo primero que deberíamos darle a nuestra pareja, hijos, o a las
personas con las que estemos compartiendo esta cuarentena, es una buena y
simpática sonrisa.
Les
aseguro que eso cambia muchísimo el ambiente adentro de la casa. Genera una empatía y alegría
que es contagiosa. Poco a poco, te vas a dar cuenta que te sale natural, y tú
mismo, vas a ver la vida con otros ojos. Como se suele decir ante las
adversidades: «paciencia y
buen humor».
3. MEDITACIÓN, NO DESCUIDES LA ORACIÓN
Mucho escuchamos acerca del mindfulness, de lo bueno que es separar unos 10 o
15 minutos para estar en silencio y pensar sobre la vida. Esa meditación —de la
que hablan tantos psicólogos y famosos «gurúes» internacionales—
significa para nosotros cristianos, la oración. Finalmente, ¿de qué se trata la oración, si no es un tipo de
meditación?
Pero lo especial de comprender
esa meditación tan predicada en el mundo actual como una forma de oración por
la cual en el silencio, conversamos con Dios, con nuestra querida Virgen María,
es que fortalecemos nuestro espíritu y nos volvemos mucho más resilientes —otra
palabrita tan utilizada— a las dificultades que todos enfrentamos estas semanas
de la cuarentena. Rezar ojalá en familia, porque «familia
que reza unida, permanece unida». Nos decía el tan querido santo Juan
Pablo II.
4. HAZ EJERCICIO
Incluso los que viven en
departamentos chiquitos pueden hacer algún tipo de ejercicio. YouTube está
repleto de tutoriales para hacer rutinas de ejercicios en menos de dos metros
cuadrados. Es fundamental para mantener la mente sana: «Cuerpo
sano, mente sana».
Es de conocimiento científico,
cómo hacer unos 30 minutos diarios de ejercicio, libera una hormona que se
llama cortisol, que baja considerablemente el estrés y niveles de tensión que
vamos acumulando en el cuerpo. Si tenemos en cuenta lo difícil que es vivir
encerrados tanto tiempo, es normal que se generen tensiones y situaciones
complicadas entre nosotros.
Además, también estimulan el
organismo para generar más anticuerpos y tener un sistema inmune mucho mejor
preparado, por si es que sufrimos un «ataque» del tan nombrado COVID – 19. Así
mismo, nos ayuda a liberar enzimas de la felicidad: endorfina,
serotonina y dopamina, que incrementan la
sensación de bienestar, alegría y nos ayudan a estar mucho más felices.
5. HAZ ALGUNA ACTIVIDAD CREATIVA
Por último, quiero mencionar
lo importante que es generar espacios comunitarios, con la familia, para jugar
cartas, armar rompecabezas, juegos de mesa que tenemos empolvados y olvidados, monopolio, risk, etc.
Mostrarles a los hijos esas
fotos antiguas —si todavía las guardan— o que están en algún álbum perdido de
nuestro disco duro. Contarles a los hijos anécdotas y experiencias que —ustedes
papás— han vivido de chicos o jóvenes y que tal vez nunca les han contado a sus
hijos. Hay hijos que a veces, ni saben cómo se conocieron y se enamoraron los
padres. Muchas veces es motivo para reírse y pasarla bien.
Espero que estos consejos te
ayuden a aprovechar mejor los días que nos quedan de cuarentena. Y por qué no,
cultivar el amor más importante de la vida, que es ese amor que vivimos en
familia, reflejo del amor de Dios.
Escrito por Pablo Perazzo
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