Nuevamente
compartimos un video de nuestros hermanos de «Catholic Stuff,» en esta
ocasión para hablar sobre la desolación. Muchos hemos vivido momentos en los
que estamos tristes, sin saber muy bien el por qué, en que los ánimos amanecen
por el suelo.
Frases como, «nada me motiva», «no quiero luchar más», «no sé qué me
pasa», entre otras son muestra de esos momentos. Además es normal que la oración se
nos dificulte, sin saber el motivo vamos descuidando
nuestra relación con Dios.
LAS CULPAS NOS ROBAN LA ALEGRÍA
Considero que el pecado no se
queda en simplemente romper las normas, sino que va más allá. Es un acto que
atenta contra el amor a Dios y el de mis hermanos. Mi relación con Él fluye a
través de una comunicación íntima y constante, en la que el amor crece y se
fortalece por medio de la oración, los actos de misericordia y caridad. Pero
cada vez que caigo en pecado, esa relación y esa comunicación con Dios se ve
afectada.
Muchos nos preocupamos por
cumplir con las jornadas deportivas, por alcanzar ciertas metas académicas y
laborales, pero también es importante ocuparnos de cuidar la vida espiritual ¿Cómo está mi oración?, ¿estoy en estado de gracia?, ¿mi
relación con Dios se fortalece o se debilita?, ¿necesito volver a tener
momentos de fortalecimiento espiritual? Son algunas preguntas que
podríamos hacernos en este momento.
La tristeza o desolación,
llegan como una especie de sirena que nos alerta que algo no va bien. Que la
culpa nos está ganando, que la oración se ha debilitado, que la fe no se está
alimentando con las obras. Si este es tu caso, te recomiendo el curso online «Crecer en la vida de oración», estoy seguro de que te servirá.
LA TRISTEZA PONE A PRUEBA EL AMOR
Como te decía antes, el pecado
es un acto contra el amor, por eso cuando la culpa se va anidando en nuestras
vidas y llegan estos momentos de desolación, es necesario saber que estamos
siendo probados en el amor. Es Dios el que permite que nuestro amor se haga más
fuerte y nos libere de los lazos del pecado.
Nos dicen los Evangelios que
Jesús le preguntó a Pedro ¿me amas? Te
invito a hacerte la mima pregunta cuando sientas que llega la tristeza o la
desmotivación. ¿Cuánto amas a Dios? ¿Ese amor está
creciendo o se ha estancado?
San Agustín decía: «Quien no es tentado no es probado, quien no pasa por la prueba no
adelanta». Debemos ver estos
momentos de prueba como momentos de demostrar que nuestro amor a Dios es más
fuerte. Ir en contra de todo aquello que nos aleja de Él, evitando las
tentaciones. Y la mejor forma de hacerlo es empezar a actuar en
contracorriente, siempre buscando que sea el amor a Dios y a los hermanos el
que sobresalga.
EL ORGULLO TRAE TRISTEZA
Cuando nos encontrados sumidos
en la desolación, sin saberlo estamos en medio de la mejor oportunidad para
vencer nuestro orgullo y reconocer que es él quien nos aleja de Dios. Hacer un examen de
conciencia y ver que nuestras culpas son faltas de
humildad y amor es fundamental.
Es por esto que en la
desolación debemos tener calma y no «hacer
mudanza». Sino más bien, pensar en el motivo por el cuál seguimos a
Dios, por qué le amamos, por qué le servimos.
¿QUÉ HACER?
La herramienta principal para
responder a estas situaciones es el examen de conciencia y si es necesario,
recurrir al sacramento de la confesión. Quiero recordarte que la confesión además de
perdonar tus culpas, también te da la gracia para resistir a la tentación.
Pero además de esta
herramienta, debemos tener presente que la paciencia, la oración y la
perseverancia en la fe, son los caminos a emprender para salir de ese estado de
«oscuridad». Algo que me ha servido en estos
momentos es repetirme una frase de santa Teresa de Jesús que dice: «Nada te turbe,
nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta».
Espero que esta reflexión te
sirva, sobre todo si estás pasando por un momento de desolación, o si sabes de
alguien que lo atraviesa. Te invito a compartir con esa persona tu oración y
este artículo, que puede darle luces para emprender el camino.
Escrito por Mauricio Montoya
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