viernes, 22 de noviembre de 2019

¿CON LOS ÁNIMOS POR EL PISO? CONSEJOS PARA SALIR DE LA DESOLACIÓN


Nuevamente compartimos un video de nuestros hermanos de «Catholic Stuff,» en esta ocasión para hablar sobre la desolación. Muchos hemos vivido momentos en los que estamos tristes, sin saber muy bien el por qué, en que los ánimos amanecen por el suelo.
Frases como, «nada me motiva», «no quiero luchar más», «no sé qué me pasa», entre otras son muestra de esos momentos. Además es normal que la oración se nos dificulte, sin saber el motivo vamos descuidando nuestra relación con Dios.
LAS CULPAS NOS ROBAN LA ALEGRÍA
Considero que el pecado no se queda en simplemente romper las normas, sino que va más allá. Es un acto que atenta contra el amor a Dios y el de mis hermanos. Mi relación con Él fluye a través de una comunicación íntima y constante, en la que el amor crece y se fortalece por medio de la oración, los actos de misericordia y caridad. Pero cada vez que caigo en pecado, esa relación y esa comunicación con Dios se ve afectada.
Muchos nos preocupamos por cumplir con las jornadas deportivas, por alcanzar ciertas metas académicas y laborales, pero también es importante ocuparnos de cuidar la vida espiritual ¿Cómo está mi oración?, ¿estoy en estado de gracia?, ¿mi relación con Dios se fortalece o se debilita?, ¿necesito volver a tener momentos de fortalecimiento espiritual? Son algunas preguntas que podríamos hacernos en este momento.
La tristeza o desolación, llegan como una especie de sirena que nos alerta que algo no va bien. Que la culpa nos está ganando, que la oración se ha debilitado, que la fe no se está alimentando con las obras. Si este es tu caso, te recomiendo el curso online «Crecer en la vida de oración», estoy seguro de que te servirá.
LA TRISTEZA PONE A PRUEBA EL AMOR
Como te decía antes, el pecado es un acto contra el amor, por eso cuando la culpa se va anidando en nuestras vidas y llegan estos momentos de desolación, es necesario saber que estamos siendo probados en el amor. Es Dios el que permite que nuestro amor se haga más fuerte y nos libere de los lazos del pecado.
Nos dicen los Evangelios que Jesús le preguntó a Pedro ¿me amas? Te invito a hacerte la mima pregunta cuando sientas que llega la tristeza o la desmotivación. ¿Cuánto amas a Dios? ¿Ese amor está creciendo o se ha estancado?
San Agustín decía: «Quien no es tentado no es probado, quien no pasa por la prueba no adelanta». Debemos ver estos momentos de prueba como momentos de demostrar que nuestro amor a Dios es más fuerte. Ir en contra de todo aquello que nos aleja de Él, evitando las tentaciones. Y la mejor forma de hacerlo es empezar a actuar en contracorriente, siempre buscando que sea el amor a Dios y a los hermanos el que sobresalga.
EL ORGULLO TRAE TRISTEZA
Cuando nos encontrados sumidos en la desolación, sin saberlo estamos en medio de la mejor oportunidad para vencer nuestro orgullo y reconocer que es él quien nos aleja de Dios. Hacer un examen de conciencia y ver que nuestras culpas son faltas de humildad y amor es fundamental.
Es por esto que en la desolación debemos tener calma y no «hacer mudanza». Sino más bien, pensar en el motivo por el cuál seguimos a Dios, por qué le amamos, por qué le servimos.
¿QUÉ HACER?
La herramienta principal para responder a estas situaciones es el examen de conciencia y si es necesario, recurrir al sacramento de la confesión. Quiero recordarte que la confesión además de perdonar tus culpas, también te da la gracia para resistir a la tentación.
Pero además de esta herramienta, debemos tener presente que la paciencia, la oración y la perseverancia en la fe, son los caminos a emprender para salir de ese estado de «oscuridad». Algo que me ha servido en estos momentos es repetirme una frase de santa Teresa de Jesús que dice: «Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta».
Espero que esta reflexión te sirva, sobre todo si estás pasando por un momento de desolación, o si sabes de alguien que lo atraviesa. Te invito a compartir con esa persona tu oración y este artículo, que puede darle luces para emprender el camino.
Escrito por Mauricio Montoya

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