Solamente la autoridad de un Papa puede transferir
autoridad a un sínodo
El secretario
del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Mons. Juan Ignacio
Arrieta, ha explicado las razones por las cuales el proceso sinodal organizado
por obispos y laicos de la Iglesia en Alemania no puede ser vinculante.
(CNA/Infocatólica)
En
declaraciones al programa Cara a Cara de EWTN, Mons. Arrieta asegura que «es inútil que nadie pretenda que el Sínodo
alemán sea vinculante porque
nadie le puede dar esa autoridad...
Nadie puede vincular a los fieles más allá de lo que pueden ser vinculados y a
los pastores más allá de lo que pueden ser vinculados».
«Los pastores
dependen del Papa y solamente la autoridad del Papa puede
transferir autoridad a un Sínodo para que sea vinculante. Si no hay ese acto de transferencia,
de decir ‘esto que sea vinculante’ o ‘acepto que este acto sea vinculante’,
nadie puede sentirse vinculado», afirmó el arzobispo español.
«Es inútil
que alguien lo diga, o que alguien lo pretenda o lo
escriba en una norma porque esa norma por sí misma no tendría fuerza», insistió.
El prelado curial recordó
luego que «en la Iglesia el positivismo no existe,
no es posible. Lo que verdaderamente vincula a la Iglesia, a los fieles son los
sacramentos, la palabra de Cristo. Con lo cual la fuerza vinculante que vaya
contra los sacramentos o el modo de funcionar no funciona, eso simplemente no
es posible aunque lo digan».
Las palabras del secretario
del Pontifico Consejo para los Textos Legislativo chocan contra las intenciones
de la mayor parte de los obispos alemanes, que aprobaron en Asamblea Plenaria los estatutos de la
asamblea sinodal para a continuación enviárselos al Comité Central
de Católicos Alemanes (ZdK) a fin de que puedan ser revisados e incluso corregidos.
De tal manera se da a un grupo de seglares un papel incompatible con lo que
indica la Iglesia sobre la autoridad de obispos.
Precisamente el papel del ZdK como parte esencial de
la asamblea sinodal, prácticamente al nivel de los obispos, fue rechazado
por la Congregación para los Obispos y la Pontificia Comisión para los Textos
Legislativos, tal y como se indicaba en la carta que el Cardenal Ouellet envió al cardenal Marx,
presidente de la Conferencia Episcopal Alemana.
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