La Iglesia en el país es una de las más antiguas
El cristianismo
en Iraq podría estar al borde de desaparecer por completo. Así lo asegura Mons.
Bashar Warda, arzobispo de Erbil, en una entrevista concedida a Ayuda a la
Iglesia Necesitada (ACN) a los cinco años de que el Daesh tomara por la fuerza
las Llanuras del Nínive.
(CH/InfoCatólica) El arzobispo Warda, quien con
el respaldo de ACN, supervisó el cuidado de los desplazados internos que huyen
de Daesh, dijo a la organización benéfica que la presencia cristiana de Iraq ha
sido diezmada en las últimas dos décadas:
«En los años
anteriores a 2003, llegamos a un millón y medio, el
seis por ciento de la población de Iraq. Hoy tal vez solo quedan unos
250,000 de nosotros. Tal vez menos. Aquellos de nosotros que nos
quedamos debemos estar listos para enfrentar el martirio».
El arzobispo Warda dijo que,
aunque Daesh ha sido expulsado del norte de Irak, la ideología radical que lo
generó todavía está presente.
«La derrota
de Daesh no ha visto la derrota de la idea del restablecimiento del Califato... Y con esta
idea del Califato, surgen todas las estructuras históricas formales de
desigualdad intencional y discriminación contra los no musulmanes. No
solo hablo aquí de Irak. Vemos líderes en otros países en el Medio
Oriente que claramente están actuando de una manera consistente para el
restablecimiento del Califato».
Hablando sobre la invasión de
Daesh que condujo al desplazamiento de multitud de cristianos y la pérdida de
sus hogares y negocios, dijo:
«Nuestros
torturadores confiscaron nuestro presente mientras buscaban borrar nuestra
historia y destruir nuestro futuro. Esta fue una situación
excepcional, pero no aislada. Fue parte
del ciclo recurrente de violencia en el Medio Oriente desde hace 1.400 años. Con cada ciclo
sucesivo, el número de cristianos disminuye, hasta hoy estamos en el punto de
la extinción».
El arzobispo caldeo indicó que
hay elementos en el pensamiento islámico que han facilitado esos «ciclos
regulares y recurrentes de violencia contra nosotros, como el genocidio otomano
de 1916-1922»:
«Si ustedes
fueran cristianos en Irak o en cualquier otro lugar de Medio Oriente, nunca
aceptarían ni por un momento la sombra bajo la cual vivimos los iraquíes, y bajo la cual
hemos vivido durante siglos. Según la constitución de mi país, somos
ciudadanos de segunda.
Vivimos a discreción de aquellos que se han autonombrado superiores nuestros.
Nuestra humanidad no nos da derechos».
El arzobispo Warda también fue
muy crítico con lo que vio como la falta de solidaridad que los países
occidentales han demostrado durante los ataques contra los cristianos:
«¿Continuarán
tolerando esta persecución organizada interminable contra nosotros? Cuando la
próxima ola de violencia comience a golpearnos, ¿alguien en sus campus
realizará manifestaciones y llevará letreros que digan: "Todos somos cristianos"?»
Y AÑADE:
«Y sí, digo, la próxima
ola de violencia, ya que esto es simplemente el resultado natural de un
sistema de gobierno que predica la desigualdad y justifica la persecución. La ecuación no es complicada».
El prelado aseguró que: «Los cristianos somos un pueblo de esperanza.
Pero enfrentar el final también nos trae claridad, y con ella el coraje para
finalmente decir la verdad... La
violencia y la discriminación contra los inocentes deben terminar. Los que lo
enseñan deben ser detenidos».
El arzobispo Warda también
habló de la necesidad de perdón y reconciliación entre los diferentes grupos
religiosos del país.
«Y así les
decimos a nuestros vecinos musulmanes, aprendan esto de nosotros. Permítanos
ayudarles a sanar. Vuestras heridas son tan profundas como las
nuestras. Sabemos esto. Oramos por vuestra curación. Curemos juntos nuestro
país herido y torturado».
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