Los Santos que
conocemos, se santificaron haciendo la voluntad de Dios, y tú ¿haces la
voluntad de Dios?
Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com
Todos en algún momento hemos escuchado historias de la vida de algún
Santo como Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo ll, Padre Pío, etc. hay tantos
Santos con grandes testimonios de vida que marcan la vida de otras personas.
Sin embargo, existen Santos sin nombre, me refiero a que las personas
con “vida ordinaria” que han podido llegar a
santificarse. Los Santos que conocemos, se santificaron haciendo la voluntad de
Dios, y tú ¿haces la
voluntad de Dios?, si nos hacemos esa
pregunta y la respuesta es “si” ¡Felicidades, vas
por buen camino!; pero si dudaste en responder, no te preocupes, Dios
siempre te espera.
Por ello, te comparto 5 hábitos sencillos que
puedes realizar a diario, pero recuerda, debes ser constante:
- Ofrece tu día a Dios
Reta a tu alarma de los “5 deliciosos minutos más” y levántate a la
primera, vence tu pereza, si con la ayuda de Dios vences lo primero del día,
tendrás mucho adelantado para tu jornada.
- Oración
Dedica al menos 15 minutos de oración en silencio, conversa, escucha y
medita; 15 minutos en lectura de biblia o algún libro de crecimiento
espiritual, participa en la santa misa y recibe la comunión en estado de
gracia.
- Santo Rosario
Reza el Santo Rosario cada día y medita cada misterio, pues habla sobre
la vida de nuestro Señor. Sólo con la perseverancia sabrás cuánto poder tiene
el santo Rosario.
- “Haz de las cosas
ordinarias, algo extraordinario”
En tu vida ordinaria hay actividades que realizas constantemente, puedes
ponerle un plus a ello, ofrece cada actividad a Dios, tratando que se
haga realmente bien (si vas a limpiar dejarlo limpio, no renegar, hacerlo con
amor).
- Haz un examen de
conciencia
Al finalizar tu jornada diaria, medita tus alegrías y tristezas, pregúntate
¿qué me alegró hoy? ¿Qué me entristeció hoy? ¿En
qué puedo mejorar?
Te aseguro que si sigues estos hábitos constantemente en tu vida, podrás
llegar a la santidad.
¡Qué! ¿Te animas?
Vamos, qué se puede.
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