lunes, 10 de junio de 2019

TESTIMONIO - ¿ATRIO O… CANCHA DE FUTBOL?

Una  noche muy fría. Se trata de una Misa de Difuntos, yo prefiero llamarla de Resurrección.

Los familiares de los que partieron a la Gloria de Dios empezaron a llegar muy apenados, mirando para aquí y para allá, buscando a los parientes que se habían acordado de sus muertitos.

El coro se preparaba para entonar esas lindas canciones al Señor y a su Santa Madre a que nos tienen acostumbrados, aunque por el frío, el coro estaba ralito pero con ganas de cantar. Entró el sacerdote puntual como siempre, y empezó el partido, perdón, quise decir la Misa.

Acostumbro a sentarme adelante, no para que me vea el cura, sino para yo poder verlo bien y escuchar sus enseñanzas sin que nadie me perturbe, es por eso que siempre trato de llegar antes de que salga el sacerdote, como todos deberíamos hacer, así poder escoger el sitio adecuado sin molestar ni pasar por los que llegaran antes.

Todo iba bien hasta que junto a mí y en la banca de atrás se sentaron dos familias con cuatro niños. Una señora muy joven – nueve días de viuda – madre de un niño de cinco años, se arrodilló y soltó unas lágrimas mientras rezaba en silencio.

Junto a mí, se acomodaban y no terminaban de acomodarse tres señoras de negro con tres niños de más o menos seis, cuatro y dos años que se pasaban de un sitio a otro como pelotas de futbol, tratando de adivinar en que sitio los pondrían sentar sin que molesten… unos lloraban, otros peleaban, otros jugaban y reían y se intercambiaban estas acciones unos a otros como entrenados especialmente para molestar.

El Directorio para las Misas con Niños de 1971, habla sobre la conveniencia de que los padres asistan con sus hijos pequeños a Misa, para que reciban la Referencia Cristiana que en casa no reciben, ¿pero qué pasa? La Misa no ha sido estructurada para niños, menos el lenguaje que en ella se usa, que inclusive está preparado para gente con un cierto grado de instrucción. Hay adultos que no saben que significan ciertas palabras que se usan durante la Misa, a pesar de que las han escuchado infinidad de veces, pero… como no preguntan para no pecar de ignorantes, se quedan en la ignorancia. ¿Catequesis para adultos?... si hay.

Comentar sobre los celulares en niños o adultos es urgente… algunos sacerdotes los prohíben durante la Misa… hay que apagarlos. A la Misa se viene a hablar con Dios… no con el vecino. Algunos son médicos que esperan llamadas de emergencia… pueden poner su celular en vibración.

El sacerdote llamó la atención a las familias sobre la educación pedagógica que deberían recibir los niños referente a la compostura que deben adoptar durante las celebraciones. La Iglesia es un lugar sagrado donde esta Dios y se merece respeto. No se trata de masacrar a sus niños, sino que reciban una educación según su edad. Es importante no forzarlos a ir, eso sería antipedagógico, porque agarrarían antipatía. En el Señor todo se hace de corazón… no obligado.

Actualmente hay colegios que están dejando de lado la Educación Religiosa… hasta ese apoyo que tenían antes los padres de familia está faltando, ahora para que aprendan algo, solo el hogar y la iglesia.

EL QUE DE PEQUEÑO APRENDE A RESPETAR A DIOS, SABRÁ DEFENDERLO CUANDO CREZCA

Los padres deben recordar que cuando se unieron en matrimonio, prometieron educar cristianamente a sus hijos. Algunos se olvidan por dejadez de los sacramentos. Al momento de la Palabra o de la Consagración, muchos niños lloran. Pregunten si están bautizados… yo lo he comprobado y la realidad es que no… ¿serán alérgicos a la Misa?

El Directorio dice: ES CIERTO QUE EN LA VIDA DIARIA LOS NIÑOS NO COMPRENDEN SIEMPRE TODO LO QUE SE REALIZA EN COMPAÑÍA DE LOS ADULTOS SIN QUE ELLOS LO ENCUENTREN ABURRIDO. DEL MISMO MODO, NO PODEMOS COMPRENDER QUE TODAS Y CADA UNA DE LAS COSAS DE LA LITURGIA DEBAN SER INTELIGIBLES PARA ELLOS.

Debemos ir a Misa con nuestros hijos, pero para gozar de la presencia de Dios Nuestro Señor todos unidos en familia, y no para preocuparnos tanto por ellos, que al final nos perdemos el Evangelio “Pan del Alma” y su homilía, que con tanta devoción prepara cada sacerdote antes de la celebración de la Eucaristía.

José Miguel Pajares Clausen.

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