Se celebra en España y varios PAÍSES HISPANOAMERICANOS
Hoy se celebra
en algunos países la fiesta de Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno
Sacerdote. La celebración fue introducida en España en 1973 con la aprobación
de la Sagrada Congregación para el Culto Divino.
(InfoCatólica) Pío XII, encíclica Mediator Dei,
1947
99. Conviene, pues, venerables
hermanos, que todos los fieles se den
cuenta de que su principal deber y su mayor dignidad consiste en la
participación en el sacrificio eucarístico; y eso, no con un espíritu pasivo
y negligente, discurriendo y divagando por otras cosas, sino de un modo tan
intenso y tan activo, que estrechísimamente se unan con el Sumo Sacerdote,
según aquello del Apóstol: «Habéis de tener en
vuestros corazones los mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo» (Flp
2,5); y ofrezcan aquel sacrificio
juntamente con Él y por Él, y con Él se ofrezcan también a sí mismos.
100. Jesucristo, en verdad, es sacerdote, pero sacerdote para nosotros,
no para sí, al ofrecer al Eterno Padre los deseos y sentimientos religiosos en
nombre de todo el género humano; igualmente, Él es víctima, pero para nosotros, al ofrecerse a sí mismo en vez del
hombre sujeto a la culpa.
101. Pues bien, aquello del
Apóstol, «habéis de tener en vuestros corazones los
mismos sentimientos que tuvo Jesucristo en el suyo», exige a todos
los cristianos que reproduzcan en sí, en cuanto al hombre es posible, aquel
sentimiento que tenía el divino Redentor cuando se ofrecía en sacrificio,
es decir, que imiten su humildad y eleven a la suma Majestad de Dios la
adoración, el honor, la alabanza y la acción de gracias. Exige, además, que de
alguna manera adopten la condición de
víctima, abnegándose a sí mismos según los preceptos del Evangelio,
entregándose voluntaria y gustosamente a la penitencia, detestando y expiando
cada uno de sus propios pecados. Exige, finalmente, que nos ofrezcamos a la muerte mística en la cruz juntamente con Jesucristo,
de modo que podamos decir como San Pablo: «Estoy
clavado en la cruz juntamente con Cristo» (Gal 2,19).
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