Y tu ¿quién eres? Esta
pregunta es típica de las personas que están vinculadas de alguna forma con la
Iglesia o de otras que aparentan estarlo. Basta con que alguien sepa que estás
trabajando por el Señor para que aparezca esta pregunta y se inicie una especie
de interrogatorio disimulado, una especie de caza de brujas que tratan de
interrogarte con preguntas como estas: ¿de dónde
viene usted? ¿es usted diocesano? ¿en qué parroquia trabaja? O si no te
dicen: Yo conozco al Padre fulano de la parroquia
tal ¿usted lo conoce? Y, así continúa el interrogatorio, que, por
supuesto que no te lo hacen de una sola vez, sino poco a poco y muy disimuladamente.
Es
lógico que si visitas a alguien para que el Señor lo toque, exista cierta
desconfianza, pero normalmente, cuando nos llaman, es por los resultados positivos
de los muchos hogares en donde el Señor, a través del grupo
Sí Señor ha tocado.
Una
persona se me visitó y me pareció tonto un interrogatorio sobre lo que soy en
realidad… recordemos las Palabras del Señor: “Jesús,
pues, llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar a los demonios
y para curar toda clase de enfermedades y dolencias” (Mateo 10, 1)
Sabemos que Dios Espíritu Santo no da títulos: “Por
sus obras los conoceréis” – Señor persona trabajaba para una ONG, una organización
no gubernamental, que financia obras de caridad – en este caso específico con niños
y jóvenes abandonados. Esta organización cuenta con 250 casas de apoyo en todo
el Perú, menos en Lima. En realidad no se para qué me estaba buscando. Mi
servicio al Señor es diferente a lo que ellos realizan, lo que si sé, es que
les pagan todos los gastos por este servicio.
¡Apareció! entonces
el famoso interrogatorio, del cual nacio la frase que dio el título a esta
hojita: “Soy la voluntad del Señor” La
verdad es que estoy acostumbrado a sentir cuando el Señor desea que ande por algún
camino, y esta vez no sentí nada. Pero, lo importante es que, a raíz de esto, nació
esta frase que me pareció la más adecuada para responder a tanta gente impertinente
o curiosa por saber quién eres: “Soy la voluntad de
Dios… ¿y que si soy hijo de Dios?”
“Hágase tu voluntad…” Como
ven, no es nada nuevo, ni lo acabo de inventar. Jesús nos lo enseño en el “Padre nuestro” y si a alguien le molesta lo que
hago, que vayan a la Iglesia, metan su cabeza en el Sagrario y se queje a Dios Espíritu
Santo, porque Él me mueve. De ahora en adelante, a toda pregunta al respecto contestaré:
“soy la voluntad de Dios”, solo Él me moverá,
y solo ante Él me inclinaré y Él será mi proveedor. Del mundo solo quiero la CRUZ y del Cielo la DIVINA
PROVIDENCIA.
¿CREEN USTEDES QUE HAY QUE PEDIRLE PERMISO A ALGUIEN PARA ORAR
POR LOS ENFERMOS?... ALGUNOS LO CREEN.
“MIENTRAS VAYAN CAMINANDO, PROCLAMEN QUE EL REINO DE DIOS SE HA
ACERCADO. SANEN ENFERMOS, RESUCITEN MUERTOS, LIMPIEN LEPROSOS, ECHEN DEMONIOS,
DEN GRATUITAMENTE, PUESTO QUE RECIBIERON GRATUITAMENTE” (Mateo 10, 8)
Conversando
salió el tema de los “honorarios” de los
servidores del Señor. Muchos creen que los que sirven a Dios viven del aire, no
comen, no necesitan vestirse ni calzarse, en el baño no gastan jabón,
cuchillas, pasta dental, colonia, shampoo, papel, no gastan en movilidad, creen
que tienen alas y a las misiones se van volando.
“NO TRATEN DE LLEVAR NI ORO, NI PLATA NI MONEDAS DE COBRE, NI
PROVISIONES PARA EL VIAJE. NO TOMEN MÁS ROPA DE LA QUE LLEVAN PUESTA, NI BASTÓN
NI SANDALIAS, PORQUE EL QUE TRABAJA TIENE DERECHO A COMER” (Mateo 10, 9-10)
El
hecho de que alguien quiera que vaya a su casa a orar por él o su familia, no
significa que no me va a ocasionar gastos, necesito movilizarme y otros pequeños
gastos. Si la persona tiene como ayudar voluntariamente con estos gastos está
bien, si no puede, también está bien… ¿por qué no
permitir que los que puedan den para que reciban? La cadena de dar y
recibir no acaba ni con la muerte… desde el Cielo también nos dan aquellos por
los que oramos. Tan bien hay otra alternativa, que se acerque con su enfermito
a nuestras reuniones de todos los viernes… no les costará nada. Si el enfermos está
en casa es porque puede trasladarse sino estaría en un hospital… que también vamos,
y se nos abren las puertas cuando decimos “Servicio
Religioso”. Estamos acostumbrados a gastar en cosas vanas, pero para la
Iglesia y sus trabajadores… minucias, ripio.
Trabaje
voluntariamente durante cuatro años para las Monjas del Carmelo apoyándolas en
todo lo que me solicitaban. En los Monasterios de claustro no entra nadie y
durante todo ese tiempo yo era el único hombre que entraba.
Recuerdo
como me resistí a recibir de las Madres honorarios por lo que hacía. Ellas me enseñaron
a RECIBIR, porque si no recibía yo les
cortaba su DAR y por ende su RECIBIR. Recuerdo que me molesté cuando ofrecieron
pagarme por mis servicios, pero ellas se molestaron mucho más por yo no querer
aceptar lo que me daban. Lo interesante de ese su DAR,
es que ellas daban de lo que les faltaba, no de lo que les sobraba. Ahora, si
alguien da de lo que necesita, ¿por qué alguien que
tiene no puede hacerlo?
Algo
que nunca olvidare es que cuando mi madre estaba en las últimas en cuidados
intensivos, el hospital me pedía medicamentos caros que no había en el hospital
y yo no podía cubrirlos. Cuando las Madres se enteraron me dieron una carta en
blanco para que una farmacia me diera todos los medicamentos que mi madre
necesitaba… no tenía que pagar, todos los gastos los cubrieron Ellas. Parece
que mi DAR me salió más a cuenta gracia a
Dios y estas excelentes monjas de claustro.
Agradezco
a todos los miembros del grupo que trabajan y muchas veces dan más de lo que
deben.
Nosotros
no recibimos ningún tipo de ayuda económica ni de la Iglesia, ni del Gobierno,
ni de una ONG… solo de Dios.
Algo
me dice que Dios nos está preparando para algo muy especial… ya veremos que
viene porque “somos la voluntad de Dios”
Le
doy gracia a nuestra MADRE DEL CIELO MARÍA LA
PERFECTÍSIMA por interceder por nuestro grupo y, unirnos con su amor en
cada reunión a su querido HIJO JESÚS, que es
nuestro Dios.
“SEÑOR AYUDAME A SER SANTO ANTES DE MORIR… PARA NO MORIR”
José Miguel Pajares Clausen
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