miércoles, 20 de marzo de 2019

TESTIMONIO - NO ME CONFIESO PORQUE LOS SACERDOTES CUENTAN LOS PECADOS


No tengas miedo de confesarte. Tu secreto estará seguro.

Lamentablemente corren muchos rumores en ciertos círculos católicos que determinados sacerdotes revelan secretos de confesión. Te puedo asegurar que no es así.

Te puedo contar un ejemplo de cómo una afirmación mentirosa ha hecho que un católico no se confesara por más de 30 años. No te fíes de lo que "dice la gente".

En el anonimato de un taxi el chofer le cuenta al sacerdote que no se confiesa por más de 30 años aunque esté participando en la misa dominical todos los domingos. Y cuenta la razón: Antes de ser taxista trabajé como empleado de casa. Un día en la casa desaparecieron 200 dólares. La señora de la casa nos envió a la parroquia para que vayamos a confesarnos. Esto lo solía hacer cada mes. Al regreso la señora nos dijo - éramos varios -: "El sacerdote me ha llamado; ustedes me han robado".

Desde entonces ya no voy a confesarme porque los sacerdotes cuentan los pecados de sus penitentes.
El sacerdote le preguntó: "¿Qué parroquia?".
El taxista dijo el nombre de la parroquia y comentó sobre la nacionalidad de los sacerdotes de allí que eran extranjeros.

El sacerdote pasajero le dijo:
§ "Para que usted vea que Dios ha querido poner fin a su sufrimiento escuche bien lo que le voy a decir: Yo he sido vicario parroquial en aquellos años en esa parroquia. A lo mejor he sido yo el que ha escuchado su confesión. Le puedo asegurar que los sacerdotes de esta parroquia preferirían morir antes de divulgar el secreto de confesión. La señora debe haber mentido. Considere otra cosa más: ¿cuántos taxistas hay en este momento circulando? Serán unos 30,000. ¿Cuántos sacerdotes de esa nacionalidad habrá en este momento en esta ciudad? No más de 15. Puede usted ver que era muy improbable que nos encontráramos los dos. Lo que Dios le quiere decir es que basta de estar resentido, vaya a confesarse y, por fin, podrá comulgar de nuevo después de tantos años".

No tengas miedo de confesarte. Tu secreto estará seguro.

Nota: Los sacerdotes son seres humanos y no están libres del pecado. Una de mis ahijadas me contó que su hermana se fue a confesar – lo hizo cara a cara, un detalle no muy frecuente – y el sacerdote la faltó, quiso aprovecharse de ella. Esta niña nunca más se ha vuelto a confesar por temor a que le suceda lo mismo.

¿De quién fue el error?

Cuando te vas a confesar sólo tienes que decir tu pecado y cuantas veces lo hiciste, para que el sacerdote pueda darte una penitencia según la gravedad de tu pecado…. eso es todo lo que debes decir… nada más: Cometí tal pecado y lo hice tanta veces.

Lo que no debes aceptar es que el sacerdote te pregunte cómo lo hiciste. Si este fuera el caso, te retiras y vas donde otro sacerdote y le cuentas lo que te sucedió. Esto lo aprendes cuando vas a las charlas y a las catequesis antes de… comulgar, confirmación matrimonio, etc. Muy pocos van… hay que amenazarlos para que vayan.

¿Te imaginas a un sacerdote que está en abstinencia escuchándote, cómo hiciste para pecar? - en los curas la abstinencia se llama celibato - En el caso de que sea un pecado sexual, él, se volvería loquito. ¿Te imagina a cualquier ser humano escuchándote cómo lo hiciste? ¿Qué te hacia y como te lo hacía?… en otros casos, quizá, no.

Muchas veces, nuestra ignorancia – porque todos somos ignorantes en algo –provoca situaciones que, quizá, nunca esperamos. No atendemos las catequesis antes de… creemos que lo sabemos todo… y después nos encontramos en situaciones que no sabemos afrontar. ¿Culpa de quién es?, sólo nuestra. Por eso, hoy aprehenderás (con “h”) algo nuevo.

Si esta niña hubiese estado atenta a su charla – si es que asistió – antes de su primera comunión, no hubiese sucedido eso que ella argumenta para no confesarse.

Una de las frases que más me incomodan es. “Somos humanos… por ende, débiles”. Pero, lamentablemente es cierto. En cualquier profesión, seas cura, abogado, doctor o ingeniero, en algo podemos fallar. Pero si lo hacemos, es por falta de conocimientos, por ignorancia. Para que exista un pecado deben haber varias razones y, una de ellas es la ignorancia.
Me estoy refiriendo, en este caso, a algo normal que podría suceder. No me estoy refiriendo a casos de enfermos psicológicos o psiquiátricos.

¿Tienes TV Cable en tu casa? ¿No te ha pasado, que sin querer te has encontrado con algo erótico? ¿Te excitó lo que viste? ¿Seguiste viéndolo o cambiaste de canal? Ves, todo depende de ti, sólo de ti. Tú aceptas ver o no ver, aceptas lo que te excita o no lo aceptas.

En caso de que sea una novedad para ti lo que estás viendo, es muy probable que lo sigas viendo, y eso no es tan malo. Lo malo es que vuelvas a buscar el mismo canal otro día para volverlo a ver. Eso, ya, te convierte en un adicto a lo que te excitó… por ende, ya estas pecando.

La mente no debe controlarte…. tu corazón es el que va a sufrir… tu conciencia, si es que todavía no la controlas o la domas como caballo chúcaro, es la que te va a molestar.

Según la edad, vas encontrar demasiadas cosas deliciosas que el enemigo maligno te va a poner en tu camino. ¿Sabes cuánto duran esas cositas lindas?... segundos. ¿Cambiarías el cielo por esas cositas ricas, segunderas y deliciosas que te regala el demonio? Piensa, hermano… no valen la pena.

Ojalá que la hermana de mi ahijada, se vuelva a confesar, pero esta vez sin excitar al cura… ser humano como tú y yo.

Yo no soy sacerdote. Sólo soy un laico comprometido consagrado al Señor. Si me permites te voy a contar algo que tiene que ver con lo anterior.

Una jovencita de 23 años, muy agraciada en su tipo, un cuerpo muy bien formado, etc., - ella viene con su familia esporádicamente a las reuniones de nuestro grupo de sanación - me llamó un día y me dijo:
§ “Hermano, quiero saber si sigo virgen”
Ella me había contado anteriormente que su primo hermano había hecho algo con ella cuando tenía seis años. Le respondí:
§ “Anda donde un ginecólogo para que te revise”
Ella me respondió:
§ “Me da vergüenza… ¿por qué no me revisa usted?”

¿Qué hubieses hecho tú en mi caso? Piensa: una chica de 23 años, muy bien formada, con muchos atributos como para enloquecer a cualquier ser humano masculino de cualquier edad y más, a uno de 67 años que no tiene ningún problema con su sexo, y que le gustan las mujeres como a cualquiera.

Gracias a Dios, ella accedió a ir a su ginecóloga – a insistencia mía - y el resultado de su examen fue negativo… ella seguía siendo virgen, al menos humanamente y materialmente hablando.

Aunque te parezca mentira, insistí en que vaya a un ginecólogo, si no hubiese hecho eso, es muy probable que, en este momento, ella estuviera viviendo conmigo acompañándome en mis relatos, aunque, si fuera así, no tendrían el mismo tenor.

Hay varios testigos de esta situación. Hay veces que me pregunto ¿seré humano? Sé que más de uno quisiera que se la presente… ¡Hay Dios, porque nos aferramos a segundos de felicidad terrestres, en vez de buscar la felicidad eterna en el cielo!

Otro caso con la misma muchacha: Ella es acólita de la Iglesia cerca de su casa.
Un buen día me llama por teléfono y me dice:
§ “Hermano Pepe, necesito hablar con usted”
§ “De qué se trata” – le respondí.
§ “El padre de mi parroquia me está faltando”
§ “¿Cómo así?”- le pregunté.
§ “Cuando termina la Misa, yo voy a la sacristía y él me tocó el trasero diciéndome: ¡Qué bien que estás!”

Le pregunté el nombre del sacerdote y fui a visitarlo con ella. Llegamos a la Iglesia y pedí a su secretaria hablar con él. Ella me anunció y pasé a su despacho. Le pedí cerrar la puerta porque era algo muy confidencial…. él accedió. La conversación fue algo así:
§ “Buenas tardes padre… soy el Hno. José y vengo, como usted ya se puede imaginar, porque ya vio a la niña que vino conmigo, de que se trata mi visita. Ella me ha dado a entender que usted la está acosando sexualmente. Que le ha tocado el trasero y que se le ha insinuado. Yo le he pedido que eso no lo divulgue y que todo quede entre nosotros, por el bien de la Iglesia y para que usted siga en esta parroquia… usted sabe cómo se divulgan las cosa en pueblo chico”.

Me encantó la humildad del sacerdote… él me dijo:
§ “Gracias hermano, perdóneme hermano… no volverá a ocurrir”

¿Se imaginan ustedes lo que sentí, que un sacerdote se tirara al suelo y que aceptara que se había extralimitado? ¿Se imaginan que alguien desconocido le hablara como yo lo hice? Yo, hasta ahora no me imagino cómo lo pude hacer. Él me dijo que lo había hecho en broma. Pero, todos los que me están leyendo saben que nadie le toca el trasero a nadie en broma.

Le pedí al sacerdote que no tome represalias contra su acolita y que le permita seguir sirviendo a Dios en el Altar… él accedió. También le pedí a la muchacha que olvidara y que no comentara lo ocurrido, que nunca más volvería a pasar….la verdad es que no me gustaría volver a hablar con ese sacerdote… no quisiera sentir lo que sentí cuando hable con él…. ¡Puchaaaaaaaaaa!, fue como si recriminara a Dios.

¡Gracias. Señor, que no fui contigo con quien hable…! pero el mensaje lo recibió tu sacerdote… eso me conforta.

José Miguel Pajares Clausen

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